Seguro que habéis oído alguna vez en un ambiente propicio al ligoteo, de la boca de un chic@, eso de,
-Yo a ti te conozco.
Suele ser una mentira como un piano y sirve para inciar el tonteo que desembocará, o no, en ligar.
El otro día os conté mi primera cita con un chico, mientras viví, por un corto pero muy largo para mi, espacio de tiempo en un pueblo.
Pasamos allí un par de años y luego volvimos a Barcelona, aunque como mi abuela siguió viviendo allí, íbamos a menudo a visitarla.
El caso es que un día, fui a pasar un fin de semana con mi mejor amiga a casa de mi abuela, contábamos entonces unos 12 añitos y el plan era estar lejos de madres pesadas y hacer un poco el gamberro, bueno, esa era su idea por que aquello era un pueblo de mala muerte que lo más parecido a hacer el gamberro que conocían debía ser apedrear la casa del alcalde.
Más o menos a las 4 o 5 horas de llegar, los chicos del pueblo en edad de merecer, o sea, los de más o menos nuestra edad que no tenían,
a)moto para pirarse de fiesta a otro pueblo más animado,
b)edad para beber y meterse en alguno de los dos bares del pueblo o en el Ateneu,
ya estaban enterados de que había dos chicas de fuera rondando por ahí.
Así que esa misma noche, mientras estábamos tomando el fresco en las tumbonas que mi abuela tenía en el balcón, vemos aparecer a un grupito de 4 chicos que se paran justo debajo del balcón.
Mi amiga flipa, yo le digo que no flipe, que esto es un pueblo y que las cosas son así y nada, empezamos a hablar, eso sí, sumidos en la penumbra de la noche, o sea, sin ver a ninguno de los muchachos, ni ellos a nosotras.
Pues nada, que si como te llamas, yo tal y tú, y tu amigo, y tu amiga y esas cosas y que si de dónde sois y patatín y patatán y en estas que va y dice uno de los chicos refiriéndose a mi,
-¡Yo a ti te conozco!
Ni que decir que a mi amiga y a mi casi nos da un síncope de tanto reír, por que vamos, no se puede ser menos original que entrarle así a una chica.
Cuando ve que nos calmamos, va y dice,
-Que no, que en serio, que yo te conozco.
Mi amiga y yo muertas de la risa otra vez, que si sí, que si mucho me vas a conocer tú a mi, que si esto, que si aquello.
El chaval, que original igual no era, pero insistente sí, dice,
-¿Verdad que tú viviste aquí un tiempo cuando eras pequeña?
Y entonces a mi se me pasó la risa pero de golpe.
-Pues sí, ¿y tú como sabes eso?
Es una idiotez preguntar lo que ya sabes, pero no me pude resistir,
-Por que soy MR, ¿te acuerdas de mi?
Llegado este punto ya todos querían saber quién era yo, mi amiga quien era él y lo más importante, de que nos conocíamos.
Era él; era el Mini Romeo.
Joder, que suerte la mía.
En cuanto me preguntó si no me acordaba de quien era tuve claro que sí, que lo sabía, esa forma tan dramática de decir las cosas no se olvida aunque hayan pasado unos cuantos años, os lo prometo.
Y allí estaba yo con el Mini Romeo que ya no era mini.
El paso siguiente era obvio, quedar para vernos las caras, nunca mejor dicho, por supuesto, bueno, obvio para todo el mundo menos para mi, que con gusto hubiese cogido mi mochila y me hubiese vuelto a casa andando por la carretera descalza antes que tener que tener cualquier encuentro a solas con,
a)un chico cualquiera
b)ese chico en concreto
pero os prometo que la presión del grupo es grande cuando el grupo se lo propone; y este grupo se lo había propuesto.
Así que unos cuantos años más tarde iba a tener una segunda cita con un chico que ya la primera, no me gustaba.
Mi amiga estaba tan emocionada que le propuse cambiarnos para la cita, me llamó de todo por cierto, que como podía ser tan poco romántica, que lo que había pasado era precioso, que parecía una película/cuento de hadas/historia de amor épica y un largo etc que para nada logró ablandarme.
Pero no me libré, fuí y me reencontré con el Ex Mini Romeo y volvió a mirarme con ojitos tiernos y a suspirar y trató de cogerme la mano, pero ¡eh! que 6 años sólo se tienen una vez y esta vez fui más rápida que él.
Y hablamos de nuestros recuerdos, concretamente de sus recuerdos que incluían un amor infantil idealizado e irrepetible que aún le hacía suspirar.
Se acabó la cita, nos depedimos y volví con mi amiga.
Ella no daba crédito, por qué según la religión del romanticismo, de la cual ella era una fiel devota, se suponía que debía haber quedado deslumbrada por las casualidades del destino que nos habían unido de nuevo y que en el mismo momento de habernos mirado a los ojos ambos deberíamos haber sentido la ardorosa flecha de Cupido atravesando nuestros corazones y bla, bla, bla.
Pero no pasó nada, al menos no por mi parte.
Y después de eso, ya nunca más pude quitarme la etiqueta de la mujer menos romántica del mundo mundial.
3 comentarios:
pozí..bueno a mi también ma pasao...:DDD
Felicidades guapa!!! hoy es un día muy especial para mi...cumplía años la mejor de las abuelas y también los cumple una buena amiga murciana...
Estoy segura que nacer bajo el signo Capricornio imprime bondad e inteligencia... :DDDDD
Y menos mal que no hubo perro por medio y repetición de heroísmo.
Lur, lo de la inteligencia no te lo niego, pero lo de la bondad...podríamos hablar largo y tendido.
Al final ni celebración de cumple tuve/hicimos.
Acorde al resto del año.
María Jesús, perro no, pero hubo bicicleta XDDDDD
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