Lo cotidiano ahora es:
Dormir no más de unas pocas horas seguidas.
Haber olvidado qué era la intimidad y el pudor.
Comer por turnos.
Tener hiperdesarrollado el sentido del oído.
Los abrazos y los besos en cualquier momento.
Apretar contra tu cuerpo a tu pequeñita en mitad de la noche.
El nudismo tetil.
Asombrarte de lo hermosa que has parido a tu criatura.
Estar enamorada de sus cacas, de sus pipis, de sus pedos y de sus eructos.
Inventar canciones y danzas.
Empezar a sentirme madre de mi hija.
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7 comentarios:
qué maravilla, Ender. Y, como me alegra.
hermoso...
:))) me alegro de que hayas entrado en el bucle más relajado de la cotidianeidad.
¡Disfruta de tu pequeña maravilla!
Abrazote grande.
Yo estoy volviendo a recuperar algunas de esas sensaciones con Mateo, mi primer nieto. Disfruta de tu cacharrica y, cuando te moleste, pásasela a sus abuelos :)
Ender, ahora si, trasmites ese disfrute maravilloso que produce la cotidianidad de criar a un hijo (o nieto Diego, que yo ya estoy deseando que llegue mi momento abuela. Besitos
Ender, tantísimo tiempo sin entrar por aquí y ¿qué me encuentro? ¡Que eres mamá! Enhorabuena, es un precioso post y una experiencia maravillosa. Un beso.
Gracias María Jesús :)
E, lo fué, lo es y lo será.
Framboise, sí, ya vamos pillando el ritmo y las cosas se ven de otra manera.
Diego felicidades, que tal abuelo eres ;P
Iolanda todo llegará, pronto serás abuela jajajajajaja
Candela! cuanto tiempo, no sé qué paso con la invitación y dejé de poder entrar en tus blogs y también te perdí la pista :S
Espero que estéis muy bien, besitos!
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