El día de la madre

domingo, 3 de mayo de 2009

Pasé mi infancia y parte de mi adolescencia, teniendo una especie de sueño extraño, justo antes de dormirme, todas las noches de mi vida.

Durante mucho tiempo pensé que era un sueño que me asaltaba justo cuando me dormía pero también tenía algo de recuerdo lejano y eso me confundía.

Nunca pensaba en ello, era algo que sucedía cada noche y desparecía de mi memoria justo cuando me dormía, no me inquietaba pero sí tenía curiosidad por saber que era.

Durante todos esos años, justo antes de dormirme, cuando no estás ni despierto, ni dormido, una imagen que no visualizaba me invadía, trataba de asirme a ella con todas mis fuerza, me esforzaba por no quedarme a las puertas de esa sensación que me inundaba pero nunca podía ir más allá y durante unos instantes, antes de perder la consciencia, sentía que una vez más me quedaba a las puertas de algo maravilloso.

Ese sueño inconexo me persiguió durante gran parte de mi vida, estuvo ahí cómo un enigma que había que descubrir, esperando el momento de ser mostrado.

Y un día, sin más, justo antes de dormirme, logré aferrarme a esa sensación que empezaba a manifestarse, la agarré con fuerza, traté de seguir las imágenes, entender las sensaciones.
Al principio todo era confuso, sólo había caos, pero poco a poco, todas esas sensaciones empezaron a encajar cómo un puzzle, empezaron a dejar de ser difusas y algo estalló en mi mente, un fogonazo de luz dorada lo alumbró todo y entonces lo supe.

Durante mi infancia y parte de mi adolescencia, justo antes de dormirme, todas las noches, no hacía otra cosa más que reproducir mi primer recuerdo consciente.
Cómo lo supe, no podría explicarlo.
Por qué de repente pude recordarlo, tampoco.
Sólo sé que la certeza absoluta de lo que era se había introducido en mi mente.
Mi primer recuerdo consciente no tenía imágenes, aunque yo había creído que sí, sólo sensaciones; la sensación que vislumbraba cada noche antes de dormirme y nunca se completaba, era el profundo bienestar de un ser ligado a otro ser por el lazo de amor más potente del universo.
Era mi madre acunándome en sus brazos; y yo, yo era un bebé.
Mi madre, en esta vida me ha hecho dos de las declaraciones de amor más bellas que nunca he oído.
La segunda, en palabras.
La primera, ésta.

6 comentarios:

Cristina dijo...

Ender, qué bonito :). Tengo que pensar cuál es el primer recuerdo que tengo de mi madre. Quizás, su pelo, tenía una melena laaaarga cuando yo era pequeña, me fascinaba.

Bicos.

mariajesusparadela dijo...

Qué maravilla, Ender.
Siempre quedo pasmada con tu escritura.
Gracias
¿Publicarás un día?

rivela dijo...

Preciosa entrada. Gracias

Ender dijo...

Haw, yo tengo una memoria prodigiosa para unas cosas y alzheimer para otras, supongo que está relacionado.
Mi madre alucina con las cosas de las que me acuerdo.

Maria Jesús, publicar? para eso tengo un blog, para escribir y compartir :D

Gracias a vosotros Rivela, que me dedicáis unos instantes para leerme y dejarme un mensaje :D

angelito dijo...

Que bonito Ender.
Me he puesto a pensar para recordar mi primer recuerdo de mi madre y creo que lo tengo, son las sensaciones de calor, en la cama, una almohada y el olor a la leche con cereales (en realidad galletas maria). Creo que por eso todavia me gusta quedarme en la cama remoloneando,antes de levantarme.

Ender dijo...

Mmmmm, remolonear en la cama eso uno de los placeres más grandes de la vida :DDDDD

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