Tonterias a granel

miércoles, 29 de septiembre de 2010

En mi "nuevo" puesto de trabajo, todas las puertas son iguales, de madera, menos la de la entrada, que es un pedazo puerta de cristal.
Inconfundible, vamos.
Hay dos puertas de emergencia, que es por donde entramos y salimos, que tienen manubrio del fijo, y para abrirlas solo hay que empujar.

La puerta del cuarto de baño, es exactamente igual, tiene el mismo manubrio, pero en este caso, se mueve, aunque a primera vista, sea igual que los otros.
Por eso llevo varias semanas peleándome cada día varias veces con el manubrio del baño, por que me empeño en empujar la puerta sin mover el manubrio como hago tantas veces con las otras puertas y claro, no se abre.

Aparte de que cualquier día me hernio, estoy pillando complejo de gilipollas...





Y además, os cuento que nee* me ha regalado mi primer premio bloguero (gracias!) y que paso a contestar a las preguntas que se plantean:
 
- 4 cosas que hay en mi bolso: 
El mp3, un ventolín, la crema de los labios y pastillas juanola.

- 4 cosas favoritas en mi habitación:
Mejor os digo de mi casa por que mi habitación es más bien nuestra habitación y no es allí donde atesoro lo que más me gusta.
Mis libros, mis estrellas de mar, mis cuadros, la ventana de pavés del comedor.

- 4 cosas que siempre he querido hacer:
Aprender astrología, alemán, fotografía y a luchar con espada, no, esgrima no, con una espada de verdad.

- 4 cosas que me gustan ahora mismo: 
Los cactus y las sucus, la fotografía, viajar y mi nueva casa.

- 4 cosas que no sabías de mi: 
Tengo la lágrima muy fácil.
Odio el jazz y la música brasileña y el jazz brasileño es lo que más odio en el mundo musical, es una combinación ideada por Satanás, estoy segura.
Soy alérgica a las baladas.
Soy una de esas chicas que se enamoró de su primer novio en el instituto y que sigue enamoradísima de él y que espera pasar el resto de sus días a su lado.

- 4 canciones que no puedo dejar de escuchar:  
Never let me down again,  Depeche Mode
Mein Teil, Rammstein
Schlaflos, Unheilig
The drowning plains, Mychael & Jeff Danna 

 
- 4 blogs que nomino al premio:

Por qué hay que peinar a los gatos de pelo largo

lunes, 27 de septiembre de 2010

El otro día, os contaba cuan doloroso es peinar a mis gatos, tanto, que habitualmente es el Capi quien los peina y no vayáis a pensar que soy una explotadora por ello, es que a él la estática no le afecta como a mi y tiene la piel más dura y no le salen ronchas gigantes tras los lametones del gato, y me respondíais varios de vosotros que no los peinara.

Y al hilo de esos comentarios, me acordé de la primera vez que NO peinamos al gato, hace ya unos 8 años y las consecuencias de todo ello.
Por que hace 8 años, yo no tenía internet y he de confesar que internet es una cosa maravillosa para situaciones como la de NO peinar al gato y descubrir que tienes un problemilla, un problema y un problemón, si vas dejando que las semanas pasen entre el problemilla y el problemón, claro está.

Pues eso, que hace 8 años no teníamos internet y nuestros conocimientos sobre gatos eran los básicos y no caímos en el hecho de que un gato de pelo largo tenía unas necesidades especiales, a saber; que le peinen, vaya.

Así que el peque llegó a casa y las semanas pasaron.
Mientras fue peque no pasó nada, pero a los seis meses o así, empezamos a descubrir cosas extrañas, parecidas a las rastas y semanas después descubrimos que el gato tenía caspa y luego ronchas.
Cuando le preguntamos a la vete que pasaba nos hizo LA pregunta;
-¿Pero peináis al gato?
y nosotros con cara de gilipollas,
-¿Al gato hay que peinarlo?, nosotros hemos tenido dos gatos más y nunca los hemos peinado.
y la vete, con cara de, ay que pardillos son estos,
-¿Pero eran gatos de pelo largo?
y nosotros con cara de saber que la vete está pensando que somos muy pardillos,
-Ehhhh, esto....noooooooo.
y la vete con cara de, no, si ya...
-A los gatos de pelo largo hay que peinarlos.
Y a los persas hay que peinarlos como mínimo una vez a la semana.
Llegado este punto nosotros teníamos los ojos como platos, no cabíamos en nosotros mismos, cada uno en su respectivo cuerpo, por descontado, de asombro.
-Ya, buenooo, pues en seis meses no lo hemos peinado y ahora parece el hermano gatuno de Bob Marley....(aunque nuestro gato no fuma, por descontado, no que sepamos al menos).
y la vete que nos dice con cara muy seria,
-Pues tendréis que traerlo a la pelu y lo raparemos, por que sino, después de la rastas viene la caspa (ya la tiene), luego las ronchas (ya las tiene) y después las heridas en la piel (arrrrrggggg, no vamos a llegar a eso, ¡no!)

A la mañana siguiente allí estábamos, con el gato en su transportín, maullando como un poseso, por que las pocas veces que había estado en aquella sala no había vuelto a casa precisamente contento.
Y lo pelaron, ya lo creo que sí.
El resultado fue un gato de cabeza enorme, todo pelado, menos la cabeza, las patas y la cola, con lo cual, la cabeza que ya se le ve grande, ahora era del tamaño del casco de un astronauta, pero en un astronauta sin traje y con casco, por descontado.
Y no suficiente con todo esto, al gato lo bañan, por el tema de la caspa y las ronchas, así que además de cabezón, sinceramente, sale del baño que parece una rata mojada.
No pude evitar una lagrimilla de lástima al verlo tan, pero tan tan tan feo.

Pero lo peor estaba por llegar, por que a la vuelta a casa empezamos a ver que el gato tenía un comportamiento extraño.
Temblaba, se escondía y no quería que nos acercáramos.
Al día siguiente seguía igual, por lo que fuimos a hablar con la vete que nos dijo,
-Es que hay gatos que si los pelas se deprimen y hacen esas cosas. Tenéis que darle tiempo y mimos.
Y nosotros con cara de no sé si comprarle un jerseyito de estos para gatos para abrigarlo bien o irme a un cursillo de psicología gatuna para comprender mejor a mi gato.
¡¡¡¡¡¡¡Y todo esto por NO peinar al gato!!!!!!

Lo que está claro es;
-Que mi gato persa necesita que lo peinen que si no, se puede poner malo, nos cuesta un pastón y encima se deprime.
-NUNCA más, se nos olvidó que un gato de pelo largo necesita que lo peinen.
Pa olvidarse después de la que se montó...

La musiquita del viernes+La venganza de la mujer tímida

viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Vosotros sabéis estas series cómicas, donde alguien dice algo y hace una pausa para que se oigan las risas enlatadas?
Pues yo me veo en una situación como esta cada vez que digo que soy una persona tímida.
Estoy hablando con gente y sale el tema, yo digo,
-Pues yo soy una persona muy tímida.
y hago la pausa, por que es imposible seguir hablando después de decirlo, la gente se descojona viva.
Yo pongo cara de pepinillo, e insisto.
-No, en serio, que soy muy tímida.
lo mismo, ahora ya no se descojonan, se caen de la silla literalmente.
Les dejo desahogarse.
Si me conocen un poco me dicen,
-Pero como vas a ser tímida tú, te acuerdas de aquel día que...
Y entonces tengo que soportar que me recuerden todas las cosas propias de una persona en absoluto tímida que he ido haciendo en presencia de esas personas.

Afortunadamente, hay dos o tres personas en el mundo, que saben lo tímida que soy y dan fe ello.
Para el resto no sólo no soy tímida sino que soy todo lo contrario.

Lo que llevo años tratando de explicar es que las personas tímidas actúan, como muchas otras, por compensación.
O sea que un tímido en determinadas circunstáncias se puede pasar tres pueblos.
Algunos se meten a actuar o a cantar.
Vamos, que yo soy tímida de la ostia y me he subido a un escenario a leer mis escritos, me han dado taquicardias, he sufrido el pánico escénico como una campeona y cuando he estado allí he sobrevivido.
Pero igual me quedo sin saber de qué está hecho el plato típico de un restaurante por que me da vergüenza preguntárselo al camarero/camarera.

La timidez es una de las cosas más idiotas que existen, no sirve para nada, te priva de hacer un montón de cosas, hace que te pongas como un tomate por gilipolleces como los chicos, aunque nisiquiera te guste ese en concreto y encima no siempre se cura con la edad.
Pero lo tímidos también tenemos derecho, que coño.
El primero y el más importante, a que no nos digan,
-Oye, te has puesto roja!!!!
justo cuando te has puesto roja, lo que hace que te pongas aún más roja, te escuezan las orejas y te empiecen a sudar las manos, pero sobretodo, que te den ganas de levantarte y meterle una ristra de ostias al listo o lista que te ha hecho la evidente reflexión.

Y es que debe ser algo que le graban a la gente en el material genético cuando la confeccionan, por que siempre, siempre, siempre hay un petardo que te lo tiene que decir y luego morirse de la risa.
Y si alguno de los que me está leyendo suele hacerlo, ya es hora de que sepa que cuando lo dice, invariablemente el tímido en fase tomate, quiere estrangularlo con sus propias tripas, así que id quitándoos esta puñetera manía que un día os puede costar cara, que un tímido en fase tomate puede hasta ser agresivo.

Si una persona os dice que es tímida, aunque no lo parezca, creedla, por que los tímidos hacemos esfuerzos por salir del caparazón, por sociabilizar, por divertirnos, pero nos cuesta y quitaros ya de la cabeza la idea de que un tímido vive en una cueva y por eso todo el que no lo hace no parece tímido.

Y la canción que os dejo para hoy está muy bien traída, por que se llama pánico escénico :D

Unheilig, Lampenfieber

*Editada/Cosas que me tocan los ovarios

miércoles, 22 de septiembre de 2010

He de confesar que a menudo me pasa una cosa que le pasa a la gente como yo, que es que los demás no saben en que saco meterme, bueno, sí lo saben, en el de los raros, pero cuando se tocan algunos temas de gustos generales, se muestran desconcertados conmigo, por que se preguntan con gran curiosidad que le podrá gustar a una persona como yo.

También es cierto, que no suelo ir por ahí hablando de lo que me gusta o lo que no y que si otra persona no saca el tema yo no suelo empezarlo, más que nada, por que nunca nadie conoce casi nada de lo que me gusta, así que pa qué.

Y esto que os cuento no es lo que me toca los ovarios, no, lo que me los toca es ese momento que se da cada cierto tiempo en un entorno en el que soy nueva y alguien decide un día darme conversación y me pregunta por mis gustos musicales, sí, siempre es por mis gustos musicales, supongo que por lo de ir bastante pegada a los cascos y me dice eso de:

-Oye, a ti debe de gustarte la música clásica, ¿no?
Os prometo que es una pregunta que me han hecho muchas veces y no acabo de comprender por qué.
Yo suelo poner cara de resignación y digo que no, que no me gusta la música clásica, que de hecho soy una gran desconocedora de este género.
Pero claro, no digo lo que me gusta, ya os he dicho que total, pa qué.
Entonces viene la segunda parte, que invariablemente es:
-Entonces te gusta la música heavy, ¿verdad?
Y no, no me gusta la música heavy, de hecho, no me gusta nada, me estresa, me pone de los nervios, podría decirse que la detesto.
Y yo sonrío tensamente y digo que no, que el heavy no me gusta nada y a veces hay suerte y la conversación se acaba aquí y otras el interlocutor, deseperado me pregunta;
-¿Pero entonces Extremoduro tampoco te gusta?
Y sí, me han preguntado unas cuantas veces si me gusta Extremoduro, el motivo para mi es tan desconocido como lo que inspira lo de tener cara de ser fan de la música clásica, pero ahí está.
Y claro, cuando digo que no, que no me gusta o bien la otra persona se calla o me pregunta lo que podría haber preguntado directamente y nos habríamos ahorrado una conversación de los más idiota.

Depende del día y de como me caiga la otra persona digo cosas que pueda entender o digo cosas que sé que no entenderá.

Si las entiende se irá a su casa pensando que los raros no somos tan raros como parecemos y si no las entiende se irá a su casa pensando que le tiene que contar a todo el mundo lo raros que somos los raros.

Edito para poneros en enlace a la etiqueta Banda Sonora, bajo la que aparece toda la música que he ido poniendo durante este tiempo en el blog, por si tenéis curiosidad por saber qué es lo que me gusta.
No, no hay música clásica :D

Miserable

lunes, 20 de septiembre de 2010

Era el hijo de un maltratador, física y verbalmente, putero, juerguista, borracho, prepotente y déspota que amargó durante toda su vida a su familia y destruyó moralmente a su mujer, no sólo con el maltrato, sino haciéndole elegir incontables veces entre él y sus hijos.

Primero odió a su padre con todas sus fuerzas.
Después, odió la tierra en la que vivía, añorando otra que en realidad nunca conoció, pero le contaba a todo el mundo que allí todo era mejor, que los de esa tierra eran más inteligentes, mejores personas.
Odió a su suegro, por hablar un idioma distinto al suyo.
Más tarde, odió su debilidad por haber huído abandonando a su familia.
Durante el resto de su vida, odió el vacío que le había dejado dentro romper a su familia de ese modo.
Odió el dolor que le había inflingido a sus hijos.
Odió ser tan cobarde.
Odió a las personas con las que sus hijos decidieron vivir sus vidas.
Y entonces, un día, les hizo elegir, exactamente igual que su padre.

Una vez más, no lo eligieron a él y les odió por ello y les condenó al silencio de su orgullo.

Muchos años después, despertó un día, sólo, amargado, consumido y enfermo.
Se miró al espejo y vió a su padre.
Le tembló el pulso, como cada mañana, mientras acercaba su mano al espejo y recorrió con sus dedos temblorosos el contorno de esa cara tan conocida.
Era él; se había convertido en su padre.
Lloró, lloró durante días y trataba de infundirse valor bebiendo, cada día un poco más.
Pero el alcohol lo aíslaba en un mundo tenebroso dónde el perdón no existía y su padre lo perseguía desde la tumba, desdentado, putrefacto, con las uñas llenas de tierra y se reía con una risa malvada, hasta que lo alcanzaba y le susurraba al oído:
-Eres cómo yo...un miserable cómo yo...


La gente cree que la vida le da a cada uno su merecido.
Siempre dicen eso, de que a cada cerdo le llega su San Martín.
Y todos esperan ver como un día, a esas personas malvadas, les pasa algo terrible.
Pero es mentira.
A esas personas no les pasan cosas terribles, como que las atraque un yonki y les pegue el Sida, o que los atropelle un conductor borracho y se queden en silla de ruedas, mientras los demás esperan con morbosa expectación.

A esas personas, que parece que la justicia divina no les alcanza, lo que les pasa, es que llega un día que se dan cuenta de que se han quedado a solas consigo mismo; y que se han convertido en aquello que más odiaban.

La musiquita del viernes+ El cabreíto del viernes

viernes, 17 de septiembre de 2010

Váis a acabar pensando que me paso la vida reclamando, pero no es cierto.

La verdad es que debería reclamar más a menudo, pero la falta de tiempo, el hecho de creer que no va a servir de nada, o simplemente la pereza, hacen que reclame menos de lo que seguro muchos servicios se merecen.

Cuando vivía en el otro piso teníamos cerca un Mercadona, un supermercado que nos gusta mucho, la marca blanca es estupena, tienen mucha variedad de productos de marca blanca, no suelen haber colas, el trato de los empledos es bueno y son baratos.
Durante el tiempo que compramos allí, puede decirse que fuimos unos clientes satisfechos y felices.

Al mudarnos descubrimos con gran pesar que aquí no teníamos ningún Mercadona cerca, pero a cambio había un Caprabo y un Consum.

Hace unas semanas decidimos ir hasta un Mercadona que no está cerca, pero que hace envíos a domicilio a nuestro código postal y para allá que fuimos.

Nada más entrar preguntamos como se hacían los envíos, nos dijeron que cogíeramos las bolsas frigoríficas de la entrada y que fuéramos separando el congelado y la nevera.

Como era un lunes después de un festivo, estaba hasta la bandera, por que cuando hay un festivo en un fin de semana la gente reacciona como si se hubiese anunciado que llega la tercera guerra mundial y el siguiente día hábil arrasan en el supermercado, así que para empezar no habían carros de la compra; ni uno.
Empezamos de fábula.

Al final después de esperar un rato, nos dijeron dónde encontrar un carro de reposición y lo cogimos.
La compra fue un suplicio, lleno de gente hasta los topes, faltaba un montón de género, nervios...pero nosotros, con mucha paciencia y mucho tiempo, recorrimos todos los pasillos.

Cuando llegamos a la caja, empezamos a sacar las cosas, pero el cajero nos dijo que no, que sólo se sacaba lo que nos lleváramos y nos hacía un ticket aparte.
Toma nota de nuestros datos, se queda con los datos de la tarjeta de débito y nos dice que mañana pasarán a entregarnos la compra.
Los productos no pasan por la caja, así que yo dejo un carro lleno sin saber lo que cuesta, y ya me pasarán la tarjeta.
No me hace ninguna ilusión ninguna de las dos cosas, pero es tarde, estamos hasta los huevos de estar en el super y la gente de detrás de la cola nos mira mal, de hecho ya nos hemos enganchado con una clienta que va de lista y nos ha vacilado, a los dos, y mira tú por dónde, los dos tenemos la tarde de a mi no me vacilas.

A la mañana siguiente llega el respartidor en la franja horaria pactada, nada más llegar nos dice que lo siente, que han olvidado la bolsa de congelados, que nos deja la compra y vuelve con la bolsa de congelados en 15 minutos.
Bueno, no pasa nada, un error lo tiene cualquiera.

Miramos la compra y echo a faltar un par de cosas, y encuentro 5 productos que no son míos.
Empiezo a hacer memoria y al final se han dejado 6 cosas, a cambio me han traído 5 que no son mías.
Llega el repartidor, se lo explicamos y muy amablemente nos dice que nos abona lo que sobra, que él no puede hacer más y que llamemos a la tienda para lo que falta.

Pero que pasa, que me he cabreado, por que estoy hasta las narices de todo y de todos, de que nadie haga las cosas bien, de que como clienta me traten mal en casi todas partes y todas esas cosas que os voy contando de vez en cuando y me meto en la página de Mercadona, marco el 900 500 103 y digo,
-Quiero hacer una reclamación.
Por que sí, por que lo que yo quería era reclamar y no hablar con la tienda.

Total, que le he contado a la amable operadora lo que me había pasado, le he dicho que el hecho de dejar mi compra allí sin haberla pasado por caja no me inspiraba mucha confianza, pero visto lo visto, ahora menos y tal y cual y expongo mi queja cuan larga y extensa es.
Entonces ella me dice que esa es una de las opciones, pero que puedo pedir que me la pasen, pagarla e irme.
Primera noticia, se lo digo, le digo que de eso no me habían dicho nada, me dice que muy mal por no habérmelo dicho y que va a llamar a la tienda y va a reclamar lo que falta, y me pregunta que qué falta, se lo digo, lo anota, me dice que me llamará y que esta tarde me lo pasarán a entregar.

Pasan unos 5 minutos y llama, me dice que me va a llamar la responsable de la tienda, que me lo traerán, me pide disculpas, es una operadora empática, sabe ser amable, escuchar la queja, y finalmente me dice,
-De todas maneras indicarle que aunque le vayan a traer la compra, yo trasmito este incidente a quien tengo que trasmitirlo.
En mi pueblo, y soy de un pueblo acostumbrado a atender quejas de clientes, eso significa que le van a dar una colleja a la tienda.

1 minuto después me llama la responsable de la tienda, me pregunta que qué ha pasado, se le nota en la voz que le toca los huevos un rato todo el tema, le explico toooodooooo otra vez, no resoplo, no me impaciento, soy clara y concisa, expongo mi queja, he pagado por un servicio que no me habéis dado, bla, bla, bla, me dice que esas cosas no les pasan nunca, le digo que vale, pero que a mi me ha pasado, que es mi primera compra y que la imagen que me están dando no es muy buena que digamos, silencio glacial, me dice que habla habla con el repartidor y ahora me traen lo que falta.

Me vuelve a llamar y me confirma que me lo traen en un rato, no sé que ha hablado con el repartidor, pero ha pasado de notársele en la voz lo que le toca los huevos, a rozar la antipatía pura y dura, así se hace mujer, a un cliente enfadado se le habla así, que se te note lo mucho que te molesta todo lo que está pasando.
Disculpas, ninguna, empatía, cero, amabilidad, en el culo, ¿el culo?, de vacaciones, supongo.
Me toma nota de todo lo que falta, otra vez, ya se lo he dicho a la operadora, pero como sino lo hubiese hecho.

Al cabo de un rato, llega el repartidor, el mismo de antes, pero el de antes era amable y el de ahora no lo es.
Está mosqueado con nosotros por que hemos llamado al 900.
Nos dice que él nos ha dicho que llamáramos a la tienda para reclamar lo que falta, yo le digo que no sabía que hubiese diferencia entre el 900 y llamar a la tienda, pero claro, ya habíamos intuído que el 900 es un poco chungo y el muchacho lo confirma.
-Es que el 900 nos da unas ostias...
-Debe ser por eso que ha llamado la responsable con tanta alegría, se le notaba en la voz lo contenta que estaba- le contesto.
Le iba a decir que he llamado al 900 por que quería poner una queja, pero no se lo he dicho, por que la verdad, es que yo llamo dónde me sale de las narices que para eso ellos mismos ponen a mi servicio ese recurso, ¿no?
Total, estaba cabreado y pa qué encabronarlo más.

Cuando ha cerrado la puerta hemos repasado la minicompra perdida y resulta que se habían dejado una cosa y otra estaba mal.
Para eso he hablado yo con la responsable directamente, para que tomara nota mal de las cosas que le digo, por que vamos, si te digo 2 paquetes de gelatina sin azúcar de 6 unidades, ¿tú que entiendes?, pues que quieres una, por que 2 son 12 y una son 6 y yo te pido 12 pero tú me pones 6.
Y yo te digo que un paquete de queso azul de 250gr, y tú me dices que sí la cuña y yo te digo que sí, pero tú me pones una cuña de 100gr, por que total, de 100 a 250 sólo van 150gr, ¿no?
Y tú me preguntas que si las alitas que faltan son de las de pico y yo te digo que eso que es, por que yo formación de carnicera no tengo ni creo que la necesite para elegir una bandeja de una nevera frigorífica, pero vamos, que sí debe hacer falta por como me ha contestado y eso que le he dicho que yo no sé que entienden ellos por pico, o sea, que es obvio que mi oficio no es carnicera, aunque por el tono empleado ella crea que sí tengo que saber cual es la diferencia entre el pico y el resto de cortes.

El caso es que el muchacho ya estaba metido en el ascensor, le digo al medio po que la culpa es mía por fiarme que lo tendría que haber abierto antes, con él delante, pero que bajo a buscarlo, pero el medio po me dice que da igual, que total le ha devuelto el cambio tan mal que ya queda compensado, que el envío nos ha salido casi gratis.

Entonces le he dicho al medio po que iba a llamar otra vez al 900 para quejarme del cabreo de la responsable, de que me hayan traído mal lo que faltaba, del cabreo del repartidor, pero el medio po me ha dicho que no, que no tiene ganas de verle otra vez la cara al repartidor cabreado trayendo la gelatina que falta y la cuña y llevándose la cuña equivocada y yo le he dicho que sí, que sí llamaba y él que no, que no llamase, que daba lo mismo.

Así que he pensado que bueno, que os lo cuento a vosotros y aunque no les caiga la otra colleja que se merecen, al menos me desahogo un rato.

La música no tiene nada que ver con la entrada, es la que tocaba para este viernes.

The velvet underground- Venus In Furs



Cosas que me tocan los ovarios 4

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La señorita que nos atendió el otro día en Atención al cliente del Carrefú, a raíz del tema del lavavajillas que nos trajeron sin caja, que ya que estábamos allí pasamos a mostrar nuestro malestar por el tema de que lo subieran sin caja por el decreto 33 y no había forma de que entendiera que lo que nos molestó es que el transportista sacara la caja para no tener que subir él los 5 pisos a pie y que hasta que lo hemos puesto ha estado pillando polvo en el comedor por las obras e insistía en pedirnos perdón por que el transportista no subiera la caja para que la guardásemos ya que tanto la queríamos y nos dedicaba miradas torvas con cara de estar pensando y para que querrán estos dos raros la puñetera caja.

Que no, que no, que no, ¡coño!, que no queríamos la caja para nada, que la caja es un estorbo, que lo que queríamos es que el lavavajillas viniese con la caja puesta, no es que seamos un matrimonio friki fetichista de las cajas grandes de cartón para hacer perfomances en las que aparecemos disfrazados de dentro de la caja de las narices, rollo pastel de cumpleaños con streeper dentro.

Pues nos marchamos sin conseguir que lo entendiera, menos mal que no había un chiqui park al lado, sino seguro que llama a los de seguridad y nos echan por pervertidos.

Epiléptico: La ascensión del gran mal

lunes, 13 de septiembre de 2010

Epiléptico: La ascensión del gran mal, es la historia de David B. y la de su familia.

Lo primero que impresiona es el tamaño de esta novela gráfica, un buen ladrillo, de los que no hay manera de llevar en el bolso para ir leyendo en el metro de camino al trabajo.
Después de unas páginas, impresionan muchas otras cosas.

David, nos cuenta como la enfermedad de su hermano mayor, la epilepsia, y la actitud de éste frente a su enfermedad, destrozan a su familia.
Para ello nos adentra en la infancia de los tres hermanos, él es el mediano y tiene una hermana menor, que va cambiando a medida que su hermano manifiesta la enfermedad con más intensidad.
Nos explica como sus padres no desfallecen nunca tratando de encontrar una cura para una enfermedad que cada vez se vuelve más agresiva, nos explica sus peregrinajes por comunas macrobióticas, las miles de terapias alternativas que prueban y los cambios de alimentación, de vida, de creencias.

Pero nada funciona, y a la vez que el hermano se hunde en la negrura de la enfermedad, arrastra con él al resto de miembros de la familia, que ven como su vida empieza y termina en la enfermedad de su hermano.

Nos habla de la rabia que siente por él, nos muestra el mundo de fantasía que construye para sobrevivir, un mundo tenebroso lleno de muerte que le mantiene cuerdo y a la vez triste, de como huye de su familia y de sus primeras relaciones sentimentales.
Y de como la enfermedad de su hermano planea sobre todo ello.
Del vacío que siente al mirarle, ya adulto, de la distancia insalvable entre ambos, de la ruptura familiar, de la soledad.

Me ha gustado particularmente por su ausencia de juicios morales a esos padres que para salvar a un hijo, arrastran a dos, a lugares y situaciones disparatadas, muy probablemente, nada aptas para niños.

Aunque me ha parecido llamativo, que de todas las cosas durísimas que David nos cuenta, una de las más dolorosas es descubrir como tras tantos años de esconder su secreto, se abre a una persona de su nuevo entorno y como poco tiempo después, es rechazado por la misma, al no poder soportar ésta la dureza de lo que su nuevo amigo le cuenta sobre su pasado.

Y al hilo de esto, se me plantea nuevamente una duda que me he planteado muchas veces.
En relación al dolor ajeno, ¿hasta que punto estamos obligados a cargar con ello?
Si tengo un amigo/a X, que con sus vivencias y acciones me causa dolor al ver su sufrimiento pero sé que probablemente yo sea una de las pocas personas que le pueda ayudar, ¿cuanto he de soportar?
¿Es lícito que corte mi amistad con X para protegerme o mi deber moral es aguantar carros y carretas por el bien de la otra persona?

La musiquita del viernes

viernes, 10 de septiembre de 2010

Clan of Xymox- Be my friend


Las aventuras de la bloguera topo

miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Que no sabéis de quién estoy hablando?
Pues de mi misma, como no, que para eso este es mi blog.

La semana pasada fue una semana dura, como ya os comenté, el martes me hicieron una analítica que me devolvió a la realidad más miserable de la precariedad de mis venas y el miércoles me hicieron un fondo de ojo, que en si mismo es una prueba bien sencilla pero que da un por culo que no veas.

Nada, que llegué al curro y me volví pa casa, cuando dije eso de, por no ver, no veo ni las teclas del teléfono, me mandaron para casa.
Hasta me tuvieron que marcar el teléfono de mi medio para llamarlo y que viniera a buscarme.
Todo de un patetismo hilarante, según ellos, los muy cabroncetes.

Pero yo, lo que quería contaros, es mi primer fondo de ojo.
Con unos 8 añitos, se me escoñó la vista y me hicieron un fondo de ojo.
Me pusieron las gotitas, me miraron y me mandaron a mi casita.
De camino a casita, mi madre pasó por la herboristería a la que iba siempre, y como premio a mi resignación por no decir ni mu aunque no veía ni torta, me dijo,
-Anda, elige unos caramelos.
Yo no soy muy de dulces, pero como mi madre era de las de no
a todo, me apresuré a mirar todos los estantes de la herboristería para elegir caramelos.
Al fin dije alzando la mano,
-Quiero esos de ahí.
La dependienta miró hacia donde apuntaba y me dijo,
-¿Pero cuales?
Y yo,
-Esos de arriba a la derecha.
Y ella, mira que mira,
-¿Pero cuales, nena?
Y yo,
-Los amarillos y negros.
Y en estas que había dos señoras esperando, y todos mirando arriba a la derecha, y ella,

-Uy, pues no los veo.
Y las señoras, de comparsa,
-No nena, nosotras tampoco.
Y mi madre,
-Pues mira, que yo tampoco los veo.
Y yo, que soy un rato cabezona,
-Pero si están ahí, la última repisa, a la derecha, ¡¡¡si hay un montón!!!
Y la señora, intimidada por mi decisión, coge la escalerita, se sube hasta arriba del todo y empieza,
-¿Estos?
Y yo,
-No, no, más a la derecha.
Y ella,
-¿Estos?
Y yo,
-Que no, que no, esos no.
Y así hasta recorrer todos los botes habidos y por haber.
Llegado este punto la pobre señora está ya medio loca de buscar los caramelos, las clientas atónitas ante mi insistencia, y va y dice mi madre,

-¡Ay!
Y la señora, que cree ver la luz,
-¿Que pasa, los ha visto usted ya, señora?
Y mi madre negando con la cabeza, con la mano en la frente en dramático gesto,
-Que no, que no, que no le haga caso a la niña.
Y la señora,
-¡¡¡Para no hacérselo, usted ha visto la convicción con la que pide los caramelos!!!
Y mi madre,
-¿Sabe qué es lo que pasa?
Y la dependienta,
-No, cuente, cuente.
Y las clientas,
-Eso, cuente, cuente.
Y mi madre,
-Que venimos del médico, del de la vista, y a la niña acaban de hacer un fondo de ojo, y claro, la pobre no ve ni torta.

Lo que ya no recuerdo es como salió mi madre de una pieza de la herboristería.

A yonqui no me meto

lunes, 6 de septiembre de 2010

El martes de la semana pasada, me hice el cuarto análisis de sangre del año.
En ocho meses, me he hecho más analíticas que en los últimos diez años, lo juro.
Desde los 11 años, le tengo pánico a las agujas, por que un inepto me hizo una desgracia.
Yo aún no lo sabía, pero aquel señor acababa de desatar mi peor fobia.
Lo supe, claro está, cuando me tocó la siguiente analítica.

Desde entonces, he ido afrontando este miedo irracional como he podido.

Al principio, les tenía tanto miedo, que tres o cuatro días antes de la fecha, no podía dormir.
Llegado el momento, me daban unos ataques de ansiedad tremendos e invariablemente, me quedaba al borde del desmayo.
Como se me había puesto el estómago del revés del miedo y al estar en ayunas, me daban muchas nauseas.
Tenía que estar tumbada al menos media hora y me daban unas migrañas terribles del estrés.
Por descontado, mientras me sacaban sangre, gritaba mucho y a menudo lloraba.

Llega un momento, en que sólo te queda afrontar lo inevitable, y lo inevitable es que a lo largo de mi vida, me van a tener que hacer una serie de analíticas, pase lo que pase, me den miedo o no; nadie puede ahorrarme este trance.

Entre mis 11 años y ahora, han pasado muchas cosas.
He aprendido a gestionar mejor mis emociones, he tenido que hacer de enfermera de mis gatos, inyecciones incluídas, me he dejado hacer acupuntura algunas veces, pero sobretodo, he ido sanando mi alma con los recursos que han estado a mi alcance y aunque las agujas me siguen dando miedo, no me quitan el sueño ninguna noche, no me dejan al borde del desmayo, no me dan ataques de ansiedad y ya no lloro.

Sin embargo, hay algo que no ha cambiado; me producen un dolor insoportable.

De las 4 analíticas de este año, las dos primeras, fueron bien.
La primera, me la hizo una chica maravillosa, sin apenas dolor y muy rápido.
La segunda, me la hicierona través de la vía, y aunque la vía me la pusieron al tercer intento y tras hacerme mucho daño, la analítica fue bien.
La tercera, me pusieron la vía bien, pero la analítica fue un espanto, aunque yo lo achaqué a la vía y no lo contaba como mala experiencia.
Y la cuarta, fue un desastre.

Tengo las venas muy finas, a menudo no me encuentran la vena, lo que se traduce en que una operación de un par de minutos, se alarga 15 o 20.
El martes, no me encontraban la vena, y al final, me pusieron la aguja en una vena bifurcada que tengo de la que apenas salía sangre con lo que estuve con la aguja puesta una eternidad, con un dolor horrible en mi brazo y otro más horrible en mi mente, con una analista maravillosa, la de la primera vez, que ya no sabía que hacer para sacerme más sangre.

Hasta esta última analítica pensé que con la disposición adecuada, no sentiría dolor, o que sería un dolor muy muy pequeño, pero el martes caí en la cuenta de que mi disposición no va a cambiar un hecho impepinable; mis venas son una mierda.
El martes caí en la cuenta de que es sólo una cuestión de suerte que ese día me pillen una buena vena o no, mi disposición sólo puede cambiar que sufra mucho, o que sufra muchísimo, pero el dolor va a estar ahí, por que es una consecuencia directa de algo que no puedo cambiar.
Después de la analítica, viene otro dolor, la vena dando tirones durante horas y finalmente el morado que si hay suerte, no es tamaño palmo.

Estuve todo el día muy desanimada y se me hizo un morado de los malos.
Me sentí derrotada, por que a cabezona no me gana nadie, pero hay cosas que yo no puedo controlar.

Seguro que la próxima analítica lo veo de otra manera, pero hoy por hoy, quedamos en tablas.

La musiquita del viernes

viernes, 3 de septiembre de 2010

Röyksopp- So easy


Adicta

miércoles, 1 de septiembre de 2010

He de reconocerlo, yo no estaba preparada, toda la vida practicando la disciplina del recogedor, y de repente, el dinero y el espacio, sobretodo el espacio, para que negarlo, me han abocado a un frenesí tecnológico que me tiene enganchada, obsesionada y me desvela por las noches.

Desde hace unas semanas, tengo lavavajillas y aunque sé que esto va a ser mi perdición y que fijo me desforja el carácter en un mes, he de confesar que este electrodoméstico gobierna mi vida completamente desde que llegó, tan cuadradito, tan metalizado, tan funcional, tan limpito, tan...y es que tras las puñeteras obras, para quitar las toneladas de polvo de los enseres de cocina hemos estado varios días haciendo tres lavavajillas por día.

Y vosotros diréis,
-Ah, pues muy bien, ¿y?
Y yo os contesto,¿cómo que y?, ¿cómo que y?
Que me he tirado una semana poniendo tres lavavajillas por día y ha llegado el momento en que ya no tenemos más cosas que lavar que las que vamos ensuciando, y de repente mi vida ha perdido sentido, ya no tengo anhelo por llegar a mi casa y apretar ese botoncito que hace ese precioso piiiiiiiiii, ya no me espera un montón de vajilla vaporizada y humeante al abrir la puerta cual Lluvia de estrellas, ya no oigo ese ronroneo durante horas que era como música celestial, estoy tan desesperada que me he planteado seriamente ir a pedirles los platos sucios a los vecinos.

Estoy destrozada...

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