Enterneciendo al mundo desde febrero de 2013

martes, 28 de mayo de 2013

Como Gremlincita sólo duerme de noche y a duras penas, cuando salimos a la calle lo de llevarla en el carrito a veces se complica por lo que la mitad del tiempo acaba en brazos de los papis.

Y parece que la gente no está muy acostumbrada a ver bebés tan pequeños por ahí por qué la gente nos asalta literalmente para opinar sobre lo preciosisisisisisisma y pequeña que es nuestra bebé.
Aunque lo mejor con diferencia es sacarla en el metro o el tranvía, por qué tal y cómo la sacas se oye un ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, has visto que cosa tan bonita.




Mi parto robado

viernes, 24 de mayo de 2013


La mayoría de personas que me rodean, ven el parto cómo un mal necesario, cómo un trámite, cómo ese momento que hay que superar de la manera que sea, lo más rápido e indoloramente posible.
Yo tuve 9 meses para prepararme para un parto que no tuve y que tampoco preparé por qué no pude.
Necesitaba ir paso a paso, día a día y en ese ejercicio no cabía la posibilidad de mirar más allá de la semana 40.

Los médicos que me atendieron durante mi embarazo no me informaron de nada relativo al parto, sólo me comunicaron que por seguridad tendría un parto inducido si no me ponía yo de parto de forma natural antes y que en ambos casos, sería un parto monitorizado, lo que en cristiano quiere decir que te obligan a estar tumbada en la cama al menos hasta que te ponen la oxitocina.

Yo no quería un parto inducido, aún sin saber lo que sé ahora de ellos, sentía en mi fuero interno que esa no era la manera, pero el embarazo se complicaba, los factores de riesgo se multiplicaban y los médicos insistían siempre que podían en el discurso del miedo.
A pesar de todo, llegadas las últimas semanas, yo tenía bastante claro que mi embarazo, a pesar de tener riesgo, había ido bastante bien y nada podía demostrar que los problemas de peso del bebé estuviesen relacionados con la trombofília detectada por lo que me planteé muy seriamente rechazar el parto inducido y esperar a ponerme de parto de manera natural.

Pero tuve miedo, tres abortos y un embarazo tremendo, lleno de ansiedad, de pruebas, de presión médica, minan mucho y estaba claro que no iba a encontrar ningún tipo de apoyo a mi decisión en el equipo médico.
Sentía en mis entrañas que eso no era lo correcto, que no era necesario, y sobretodo, que no era lo que quería, pero todo el mundo a mi alrededor repetía una y otra vez que no había para tanto, que en realidad no cambiaba nada, que fuese cabal, que no quisiese desafiarles sabiendo ellos tanto y yo tan poco.
Yo sabía que el riesgo a que pasase algo en esos días fuera de cuentas era un riesgo que podía ser muy real o no existir en absoluto, pero enfrentar esa decisión completamente sola* no es nada fácil, por lo que cedí y accedí a que me programaran el parto.

Tres semanas antes del día que cumplía las 40 semanas pregunté qué posibilidades existían de tener un parto natural a través de un parto inducido.
Es una pregunta absurda pero sobretodo, ingenua, ahora lo sé.
Se me informó de que era completamente posible, pero no se me informó detalladamente de lo que era un parto inducido, por lo que la información recibida no me sirvió para saber a qué me enfrentaba realmente.
En ese punto, mi moral estaba ya tan mermada por todo el proceso que no me quedaban ánimos para informarme por mi parte.

A nadie le importa el modo en que mi hija llegó al mundo por qué nadie entiende cómo se siente una madre a la que le han robado el parto, nadie se hace cargo del sentimiento de vacío, de la rabia, de la frustración, pero sobretodo, del lo incompleta que se siente una mujer que no ha parido cómo deseaba, peor aún, cómo sentía que debía hacerlo.
No hay para tanto.
No es tan diferente.
Eso que te has ahorrado.

Cuando me pusieron la oxitocina, al principio, cuando las contracciones eran leves y esporádicas, hubo un momento en el que pensé que podría pasarlo sin la epidural.
Me sentía tan fuerte, tan valiente, quería callarles la boca a todos los que habían cuestionado una y otra vez mi resistencia al dolor.
Los voy a dejar con la boca abierta.
Voy a poder.
Pero cuando rompí la bolsa de aguas me sumí en un dolor tan intenso y tan insoportable que bastó menos de una hora para suplicar por la anestesia.
Por qué el dolor que sentía, era el dolor más absurdo, antinatural y estéril que había padecido en mi vida.
No era un dolor de aviso, no era un dolor de progreso, no era un dolor de esfuerzo, era un dolor vacío que mi mente y mi cuerpo, rechazaban, un dolor contra el que luchaban, un dolor que me bloqueaba la respiración.
Un dolor que aniquila.
Respira cómo te han enseñado me decía mi compañero y ni siquiera las palabras para maldecirlo salían de mi boca.
Por qué no podía respirar, estaba a merced del dolor, yo trataba por todos los medios de asirme a algo en medio de esa tormenta, sabiendo que si lo lograba podría recomponerme, controlar al dolor y no la inversa, pero no había nada a lo que agarrarse, la mano de mi chico no era suficiente, por qué al apretarla mi propio cuerpo irradiaba dolor, buscaba en mi cabeza, una imagen, una palabra, un recuerdo pero mi mente no funcionaba sólo era un circuito interrumpido atrapado en un bucle de padecimiento.
Quería moverme, ponerme a cuatro patas y huir de la camilla por qué no hay posición menos útil y más dolorosa para parir que estar tumbada, pero ya no podía moverme y tampoco soportaba el dolor de que me moviese otro.
Eso es lo que te da y lo que te quita la oxitocina.

Pero da igual, por qué está la epidural y cuando te la ponen, eres la mujer más feliz del mundo, aunque apenas sientas tu cuerpo para traer a tu hija al mundo, aunque tengas que parir atada al monitor y tumbada sin ningún tipo de control sobre un proceso activo que depende únicamente de ti y en el que no puedes ser más pasiva.

Y por eso, por qué no pude traer a mi hija al mundo cómo deseaba y por un embarazo traumático y complicado, mi posparto ha sido tan duro.
Por qué HE de ser feliz por qué he tenido una hija, sobretodo yo, después de tantos problemas, al fin lo he conseguido y no soy feliz.
Por qué he de sentirme agradecida y lo que me siento es enfadada.
Por qué he de ser positiva y me siento triste.

Ahora, que me he informado, entiendo lo que me pasa y por ello me será más fácil superarlo, sobretodo por qué descubres que lo que te ha pasado, no te ha pasado sólo a ti y que además, tienes derecho a sentirte mal aunque la gente de tu entorno no te comprenda y siga pensando que no sabes lo que quieres y que te quejas por todo.

El parto no es un trámite, no es un mal necesario, no es algo que pasar rápido y dopada, es la manera en que tu hija/o vendrá al mundo, es un modo de expresión, es un regalo, es una reivindicación, es el caos, es la euforia, es la reafirmación más poderosa que una mujer puede hacer sobre el sentido de la vida y si te lo quitan te están arrebatando una parte de ti misma.

*El padre de la criatura hubiese secundado cualquier decisión que yo tomase y fué la única excepción en mi entorno.

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