Julee vs Martin

lunes, 29 de junio de 2009

Me pasa pocas veces que alguien que me gusta versione una canción que también me gusta.
Esto es lo que me pasó con esta canción de Julee Cruise, que conocía hacía tiempo y para mi sorpresa, fue una de las canciones que Martin L. Gore, más conocido por ser el compositor y guitarrista de Depeche Mode, eligió para su Counterfeit 2.
Tampoco suele pasarme que me parezca que el original queda eclipsado por la versión, pero en este caso, es así.

Dejo las dos versiones para comparar.








In my other world
There is no pain
And all my thoughts
Are clouds of happiness

In my other world
My heart beats red
There is no gun
Pointed at my head

And I don't really want your kiss
My thoughts don't make me cry
My heart's not filled with grey sadness
My ears can't hear you lie

And I can't even see your face
I've never heard your name
My heart is still my thoughts are calm
And light has filled this space

In my other world
My pain is bliss
I own your soul
I own your kiss
In my other world

El niño con el pijama a rayas

jueves, 25 de junio de 2009

Las adaptaciones cinematográficas basadas en libros, siempre tienen sus más y sus menos.
A veces pasa, que ves una película, te enteras que está basada en un libro y decides leerlo.
A menudo el libro no se parece ni remotamente a la película que has visto y te preguntas para que dirán que está basado en el libro si se lo han inventado.
Otras veces, lees el libro y quieres ver la película aunque antes de ello te encomiendes a todos los santos que conoces para que no lo hayan destrozado mucho.

Este último caso es el mío.
Me había leído el libro hacía poco y me arriesgué a ver la película, aún y saber que si los libros ya son delicados de por sí en su adaptación, este, era aún menos fácil.

El libro me gustó, aunque no fue una revelación en mi vida a pesar de algunas críticas que había leído que casi casi le otorgaban un estatus parecido al de El Principito.
Es un libro aparentemente simple, aunque menos simple de lo que parece, también es un libro blanco y desde luego, es un libro desde el punto de vista de un niño de 8 años y eso es importante tenerlo en cuenta.

Hacer una película sobre el tema del exterminio nazi en los campos de concentración sin hablar de ello es complicado y la película no lo consigue.

Me llamó la atención varias cosas de la película, que no son fieles en absoluto al libro.

El padre, en el libro es un padre de la época, estricto, rotundo, inalcanzable, cuando dice que sí es que sí y cuando dice que no, es que no, y la familia obedece y sus hijos lo temen.
En la película es un padre cercano, comprensivo, dialogante, es un padre de hoy en día, no de la época que representa, no transmite en absoluto el sentimineto que tiene Bruno, el protagonista, de respeto/pavor, que es el motivo principal por el que no comenta las incursiones que hace al campo de concentración.

En el libro, Bruno y su hermana Gretel, se detestan cómo se detestan dos hermanos, haciéndose la puñeta, chivándose el uno del otro, burlándose, etc.
En la película se llevan bien, lisa y llanamente.
Además, la hermana se convierte en una nazi convencida y eso en el libro, no pasa nunca y además iría en sentido contrario de lo que se trata de explicar.

En el libro, la madre de Bruno, en ningún momento quiere mudarse a Auschwitz, que es a dónde los trasladan desde Berlín y una vez llega, soporta muy mal la situación, tanto que se vuelve alcoholica; en la pelícla se traslada feliz y contenta y sólo una vez allí empieza su declive emocional.

Pero lo más importante y significativo, es que el libro se centra en las conversaciones que ambos niños tienen, que es el núcleo de la historia, lo que hace de este libro algo tan particular y en la película, las conversaciones son anecdódicas y cuando existen están encaminadas a ilustrar otros aspectos de la película, o sea, que no son un fin en si mismo cómo en el libro.

Aparte de todo lo que se ha alterado sin conseguir nada a cambio, hay una cosa que me gustaría resaltar.
El libro, lo puede leer cualquiera, mayores y niños.
La película, gracias a las imágenes finales, unas imágenes cargadas de una crueldad, tensión y violencia emocional inauditas en una película de este corte, lo convierten en una película sólo para algunos públicos, algo que estoy segura que él libro no pretendía.
La escena final de El niño con el pijama a rayas, hay que reconocer que ha sido planificada con cuidado, incluye detalles poco vistos en otras películas del género, era cómo estar allí; sólo que no era necesario.


En ninguna parte se encuentran los diálogos que muestran el choque de mundos entre los dos personajes, dónde se queda patente la estupidez de los adultos, lo absurdo de las fronteras y del odio.
Bruno, en el libro, se transforma al entrar en contacto con el mundo de la alambrada, en la película, sólo se trata de vivir muchas aventuras con un nuevo amigo, separado del mundo real por una alambrada mortal.

No es una mala película, pero no es una buena adaptación.

Fiesta del cine

lunes, 22 de junio de 2009

Ayer, domingo 21 de Junio, se celebró la fiesta del cine, en todo el país.


La Fiesta del Cine dura 3 días, domingo 21 de Junio, lunes 22 de Junio y martes
23 de junio. Los espectadores que acudan a las salas el DOMINGO 21 de junio se
les entregará, por la compra de una entrada a precio normal, un PASAPORTE, con
el que podrán acudir a los cines adheridos a la promoción, desde la segunda
entrada del domingo y hasta el martes 23 de junio, tantas veces como quieran, a
cualquier película de la cartelera, por el precio único de 2€ por película.


La iniciativa, importada de Francia, se estrenaba ayer en nuestro país para tratar de conseguir que la gente visite más los cines atraídos por el rebajadísimo precio.

Nosotros aprovechamos, y ya que teníamos que ir al cine, amortizamos al entrada yendo a ver dos películas más, habíamos previsto ver sólo dos, pero no nos pudimos resistir a repetir y repetir.

¿Significará esto que al fin la industria cinematográfica va a dejar de centrarse en la piratería cómo mal supremo y ha decidido hacer lo que debía, promocionar el cine en vez de una puñetera vez?
Lo sabremos si repiten.

Más info en, http://www.fiestadelcine.com/

Ultraje

sábado, 20 de junio de 2009

Ya no puedo más, no puedo seguir callando, ha llegado el momento de que lo diga de una vez, que ponga de manifiesto mi más sentida indignación y mi malestar ante un hecho que se repite y se repite impunemente sin que nada haga nada.

Y es que es indignante que los estudios de cine, esos monstruos de hacer dinero que tanta fama tienen de cuidar hasta el último detalle, descuiden de esta manera algo tan importante para la gente que cómo yo, adora a los gatos.
Estáis preparados, por qué allá voy, voy a soltarlo, voy a revelar la terrible verdad de la industria del cine, una verdad que hará que se avergüencen de su poca profesionalidad para siempre jamás...

En el mundo entero sólo existe un doblador de maullidos gatunos; es así.
¿No es eso indignante?
Da lo mismo que sea un siamés, que un europeo, que un persa, siempre el mismo maullido.
Da lo mismo que sea un gato grande o pequeño, blanco o pelirrojo, inevitablemente siempre que se decide a emitir algún sonido, ahí está, el mismo maullido una y otra vez.
Da lo mismo que la película se a en inglés, español o francés, el maullido, ese maullido, siempre es el mismo.
Es terrible.
Quién tenga gatos sabrá que todos los gatos tienen un maullido distinto, propio de cada animal y distinto de los demás, es cómo el tono de voz de las personas, igual.
Pero no, para el cine, todos los gatos son el mismo, con ese maullido que encima es cursi y lastimero.

¿Es que nadie va a hacer nada para arreglar semenjante ultraje?

Ufff, que bien, ¡al fin lo dije!

:DDDDDDD

Momento sueco

martes, 16 de junio de 2009

Y no, no es que haya ido a Ikea, o que vaya a ir para celebrar el midsommar, tal y cómo reza su publicidad, fiesta que por cierto, hace dos semanas nisiquiera conocía, y que aparte de verla en la publicidad de esta tienda, ha aparecido en alguno de los libros que estoy leyendo.

Estoy en mi momento sueco, es evidente.
He pasado por el momento británico, el alemán y ahora el sueco.
La última peli que fui a ver al cine, era sueca, y los dos últimos libros que he leído son suecos, a saber, El hombre sonriente, de Henning Mankell y Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson.

Lo primero que supe de ellos, es que se suicidaban mucho, ya ves, me explicaron que en los años 70, creo, salió un libro muy polémico llamado, Suecia, infierno o paraíso, dónde revelaba que el país del bienestar supremo era uno de los lugares dónde la tasa de suicidio es más alta de Europa, o dicho de otro modo, tener la vida solucionada y una mierda de clima, no es bueno para el ser humano.
Otra cosa llamativa, es que, según los libros de Mankell, la policía sueca es la que tiene la tasa de resoluciones de casos más baja, no sé si de Europa, del mundo civilizado o del universo conocido.

A pesar de que Suecia es el supuesto estado del bienestar, en los libros que he leído, siempre está presente una especie de pesimismo social, un halo de descontento, una percepción de "lo mal que están las cosas en Suecia hoy en día" que, cómo española que soy, no deja de sorprenderme, por que si nos ponemos a comparar, seguro que no salimos muy bien parados.

Y sin embargo, por muy avanzados que estén, por muy bien que vivan, al final, hay una cosa que parece que es más importante que todo ello; el clima.

El único contacto que he tenido con un sueco, casado con una chilena, fue una noche de octubre, de un octubre extremadamente cálido, que pasamos agradablemente en manga corta en un terrado, cenando y charlando.
Estaba con ellos, un amigo, también chileno y los tres nos comentaban lo duro que resultaba vivir en un clima cómo ese, no sólo para los dos chilenos, que se habían criado en un clima completamente distinto, sino también para el porpio sueco, que comentaba maravillado que la luz de España era alucinante.
Nos contaban que ellos vivían en un pueblo al norte, dónde en invierno a las 12 del mediodía el sol empezaba a esconderse, y que las horas de "sol" eran una especie de penunbra extraña lo que los motivaba a irse a dormir a las 6 de la tarde.
Después de charlar largo rato con ellos, nos confesaron que el sueño de su vida era trasladarse a cualquier país con sol para vivir una vida normal.
Que a pesar de que a nivel social, estaban mejor que en otras partes, todo eso no les servía de nada si no podían disfrutar de la vida.
Que el sol da alegría de vivir y eso no lo suple nada.
Que no sabíamos la suerte que teníamos.

Y probablemente es cierto.

Déjame entrar (Låt den rätte komma in), Tomas Alfredson

martes, 9 de junio de 2009

Hay una serie de películas que uno ve, que dejan un poso y que con el paso de los días, de las semanas, hace que el recuerdo de esa película se intensifique en vez de desaparecer.
Son pocas, desde luego, pero cuando las encuentras, es un placer descubrir que hay películas que van ganando con el reposar en nuestras mentes y emociones.

Eso me ha pasado a mi con Déjame entrar, película sueca del director Tomas Alfredson, cuyo guión ha sido adaptado para la película por el propio autor de la novela, John Ajvide Lindqvis.

Y es que Déjame entrar, es una película de vampiros que no es una película de vampiros.

Oskar, tiene 12 años, está solo en el mundo, a pesar de tener una madre que está trabajando todo el día y que no se da cuenta de nada y un padre que es alcohólico al que ve poco.
Oskar no tienen amigos y sufre acoso escolar.
Está tan solo que apenas puede creer que haya encontrado una amiga, Eli, que acaba de mudarse al piso de al lado.

Oskar está solo, como solamente un niño puede estar en este mundo, por eso se aferra a Eli, la única persona en su pequeño universo que le presta atención, que lo escucha, que lo conoce.

Es una película dura y fea, que nos habla de los bajos fondos de la capital del país perfecto por antonomasia, ese país tan avanzado, tan civilizado, dónde hay borrachos, maltratadores, y toda clase de indeseables.
Y en su fealdad, en su crudeza es dónde se pueden encontrar las imágenes más delicadas, las más emocionantes, las más tiernas.

Por qué Oskar está solo, tiene miedo y está hambriento de amor, pero sobre todo, tras esa indiferencia, tras la timidez, la rareza, el silencio, está vivo, vivo cómo lo está quién siente demasiado y se tiene que proteger para no sufrir demasiado.
Y junto a Eli, aprende muchas cosas, a abrazar, a besar, a defenderse, a confiar y también aprende a ser cruel.

Déjame entrar es una película terrible, que habla de un mundo terrible, dónde lo menos terrible de todo, es una vampira de 12 años que bebe sangre para alimentarse, que no tiene glamour, que va sucia y huele mal, que ni siquiera es guapa.
Y a pesar de todo, con su amoralidad, es el ser más cálido de todos.
Y encima, al final, les da su merecido a los abusones, de la manera que se le da una lección a uno cuando se es una vampira.


África

viernes, 5 de junio de 2009

Acabo de leerme un libro del autor sueco Henning Mankell, llamado El cerebro de Kennedy, que trata entre otras cosas y a muy grandes rasgos, del Sida en África.

La idea principal viene a exponer la falta total de escrúpulos por parte de las empresas farmacéuticas, y la utilización de seres humanos cómo cobayas para probar vacunas contra el Sida, habiendo sido, previamente, infectados, en muchos casos, aunque el grueso de cobayas son, algunos de los millones de infectados ya existentes.

Esta idea, que si se mira desde la perspectiva de un ciudadano europeo bienpensante puede resultar absolutamente absurda e inverosímil por su terrible significado, se puede contemplar desde otro prisma, el de un ciudadano del mundo que sabe que la codicia del ser humano no tiene fin y cree en la falta de moral absoluta de la raza humana, y , por tanto, sería una idea completamente concebible.

Y es que, si se mira fríamente, ¿qué posibilidades hay realmente de que este tipo de cosas no estén pasando en el mundo, no sólo en África?
En un mundo dónde la vida no vale nada, dónde millones de niños en el tercer mundo se prostituyen para poder sobrevivir, dónde los jovenes se inmolan para poder vivir en el paraíso, dónde las mujeres en todas las partes del mundo son asesinadas por su condición de mujer, en este mundo en dónde todo lo espantoso tiene cabida siempre que haya un beneficio para alguien, que más iba a dar un poco de sufrimiento de los pobres, sobretodo si ese sufrimiento negro es para beneficio de los blancos, claro.

Pero lo peor de todo, es que en un acto de pesimismo y desaliento total, ayer, al cerrar la última página de ese libro, pensé, que con un poco de tiempo, ese tipo de actos, tal vez nisiquiera tenga que esconderse tras mentiras y más mentiras, por qué al paso que vamos, puede que llegue un día, dónde esas cosas pasen abiertamente y ya nisiquiera nos importe; total, si mueren para salvar el mundo.
El primer mundo, claro.
Y ni siquiera me quedaron ganas de investigar.

Ñigo-ñigo-ñigo

miércoles, 3 de junio de 2009

La verdad es que a veces es un placer que a uno lo dejen sorprendido y a veces, aunque uno se sorprenda, lo hace con infinito horror, cómo me pasó a mi ayer.

Salimos por la tarde a comprar unas cosillas, y la última parada fue para comprar agua, entró mi medio pomelo a la tienda y mientras esperaba que saliese, oigo un ñigo-ñigo acercarse lentamente.
Enseguida pensé que se trataba de un niño pequeño con algún juguete de goma de esos que cuando los aprietas emite un agudo y molesto sonidito e intenté descubrir cual de todos los transeuntes cercanos era el propietario del juguete.
La inspección fue rápida, 5 personas y un solo niño pequeño, en este caso niña, pero...en las manos no llevaba ningún juguete, sólo una bolsa de patatas, así que, ¿de dónde sale ese horrible sonido?
Me quedo unos instantes observando a la niña y descubro que el ñigo-ñigo sigue una pauta estremecedora, algo así cómo una cadencia ordenada, que curiosamente se concuerda con sus movimientos, pero no puede ser, ¡qué cosa tan extraña!, observo un poco más y doy con ello; son las sandalias de plástico que lleva la churumbela, increíble pero cierto, a medida que va andando, torpemente por qué aún es muy pequeña, va emitiendo un sonido irritante en extremo que parece que sólo me deja atónita a mi misma y a mi medio pomelo, que ya ha salido de la tienda y al que discretamente enseño el fenómeno sobrenatural.

Nos quedamos unos segundos pensando en ello e imaginamos a la cachorra andando por toda la casa, con ese soniquete en los pies y no comprendimos que utilidad puede tener comprarle unas sandalias de ese tipo; vale, tienes al crío localizado todo el día, eso es muy útil, ¿pero compensa estar todo el rato oyendo ese pitido infernal?

¿Conocía alguien este tipo de instrumento diabólico?

¿Será que tenemos una percepción y una apreciación distinta del silencio?

Los tres viajes a Francia de mi abuelo: Parte I, primer viaje

lunes, 1 de junio de 2009

Mi abuelo planificó en su larga vida, tres viajes a Francia.
De esos tres viajes, dos fueron impulsados por el miedo, y uno por amor.

La maldita guerra civil había terminado y mi abuelo tenía que marcharse de su tierra, cientos de cadáveres hambrientos de venganza o simplemente de arrebatarle a los demás lo poco que había quedado, rencillas antiguas, odio, envidia y a veces, las menos, por ideología auténtica, hacían inevitable abandonar la tierra en la que había nacido, la tierra por la que había luchado, la tierra por la que había soñado que la igualdad era posible, la tierra en la que había soñado darle un futuro a sus hijos que no fuese partirse el lomo de sol a sol para un amo rico, por qué ese era el mundo que él trató de cambiar, pobreza, desesperación, humillación para el pobre, ¿y la política? la política no era nada comparado con el hambre y la dureza de la vida de unos campesinos sin tierra con 16 hijos que trabajaban en el campo desde la tierna infancia, sacados del colegio, casi analfabetos, para tener algo más que un puñado de tierra en la mesa para comer cada día.

Tanto dolor, tanta muerte, tantas traiciones, tanta miseria, enfermedad, tristeza y al final la única salida viable era el exilio, camino que tantos antes habían seguido y tantos después siguieron; Francia, patria hermana, tierra de libertad, madre cariñosa que abraza a sus hijos recién llegados...

Quién nada tiene viaja ligero de equipaje, apenas un poco de ropa, y a pesar de no tener nada hay tantas cosas que hay que dejar atrás, tantas vivencias, tantos sueños, para salvar la vida hay que desprenderse de tantas cosas que casi se le hace insoportable, pero no mira atrás, se embarca en uno de los muchos barcos que en aquellos momentos llevaban en sus bodegas a los primeros refugiados que dejaban atrás su patria rota, perdido ya todo, tratando de salvar al menos la vida.
El viaje más largo de su vida empezó en un puerto de la costa catalana que nunca antes había pisado, contemplando por primera vez el mar que se mecía tranquilo y oscuro, cómplice silencioso.

Las horas se suceden con lentitud en la bodega llena de cuerpos propietarios de voces que apenas pueden distinguirse en ese caos, en esa lenta espera, tensa, llena de miedo, húmeda, hambrienta, esperanzada.
El terror de ser descubiertos emana de los poros de los cuerpos apretados unos contra otros, son tantos los que quieren irse y no saben si tienen más miedo de quedarse o ser descubiertos en ese barco, los que viajan en familia se abrazan, se oyen toses, algunos se quejan, otros sollozan pensando que tal vez no volverán a ver a sus familias...si es que aún las tienen.
Y en la mente de todos Francia se alza cómo la tierra de esperanza que los salvará, que los acogerá, Francia, la gran Francia, les espera.

Pero ese barco nunca llegó a Francia.
Al llegar a Barcelona le fue denegado salir del país y no pudo seguir más allá del puerto de la capital.
A pesar de estar retenidos en Barcelona, los viajeros no pudieron abandonar las bodegas del barco hasta muchas horas después de haberse detenido.
Esas horas serán las peores, no saben dónde están, pero no pueden haber llegado a Francia todavía, nadie les dice qué pasa y el barco no se mueve, se oyen pasos apresurados, voces lejanas y el maldito barco no se mueve.
Es el fin, las lágrimas les corren por los rostros, muchos rezan en silencio, tratan de no hacer ruido aunque el terror los tiene paralizados, algunos sólo piden ver una vez más el cielo, la luz del sol, los rostros de su familia, su pueblo.
Mi abuelo aprieta con fuerza su hatillo, recuerda los días felices de su infancia, su primer beso, las travesuras que perpetraba con sus amigos, las escasas horas del colegio que tanto le gustaba y sabe que no quiere que ese sea el final, es tan joven, le queda tanto por aprender, por hacer.
Pierden por completo la noción del tiempo, en la bodega todo está oscuro y en silencio y de repente, tras tantas horas hacinados se abren las puertas con estrépito, se oyen gritos; no entienden lo que está pasando.
Alguien les grita para que salgan, las bodegas empiezan a ser desalojadas, los tripulantes del barco los empujan, los ayudan a salir, los llevan a tierra, el momento más temido llega, se agarran a las barandas del barco y buscan con la mirada el puerto, esas décimas de segundo que tarda el cerebro en procesar lo que ve se vuelven eternos, los latidos resuenan en la cabeza y entonces alguien rompe a llorar, esta vez, por primera vez desde que zarparon, lágrimas de alivio; el puerto está desierto, la policía no les está esperando.

El barco se aleja y ellos permanecen unos segundos desorientados con las maletas a sus pies, contemplando la noche que les recibe en el puerto barcelonés.
No, no es Francia, pero Barcelona tendrá que valer por el momento.
Muchos de ellos seguirán tratando de llegar a Francia a toda costa, otros desde Barcelona partirán a otros puntos de la geografía española, otros se quedarán en esa ciudad.
El futuro tratará de forma desigual a los viajeros de ese barco, que durante dos días han entralazado sus destinos.

Mi abuelo se arrebuja bajo su chaqueta para despegarse la humedad y el frío de las bodegas del barco, se cala la boina, recoge su hatillo del suelo y emprende el paso rumbo a las calles de esa ciudad desconocida.

Al cabo de unos minutos se adentrado por sus callejas y desaparece engullido por la ciudad; ha decidido que va a probar suerte en esa ciudad que le ha recibido esta fría noche, esta ciudad que se ha mostrado clemente.

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