El peor año de mi vida

martes, 31 de diciembre de 2013

Es aún noche cerrada, todo está en calma, oscuro, silencioso, papá ya no está por qué madruga muchísimo y en la cama sólo quedamos mi pequeño bebé y yo aún dormidas y perezosas.

De repente ella empieza a gimotear, ya no es un llanto desesperado cómo el primero de la noche donde reclama ser traída del moisés y hartarse de teta, es sólo un quejido que podría perderse en la quietud de la noche de no ser por qué mamá está programada para oírla y reaccionar.

En unos instantes, mi pequeña está prendida al pecho, succiona con calma, sin abrir los ojos y mueve sus pequeñas y calientes manitas arriba y abajo buscando mi cuerpo.
Alcanza mi brazo, mis manos, mi cara y por último mi pecho, pasea sus manos arriba y abajo, sus caricias torpes de bebé enternecen mi ya blandito corazón, beso su cabecita sudada que huele deliciosamente a toda una noche juntas, agarro su mano y la apreto, la suelto, recorro con ella mi propio cuerpo, le susurro y también gimoteo, cómo ella, cuando el sueño me vuelve a vencer.
Nos quedamos así, rendidas y derrotadas, ella abrazada a mi, yo rodeando su cuerpo, nos acurrucamos, nos dejamos llevar, todo se vuelve borroso, el mundo desaparece de nuevo, sólo estamos ella y yo, en un momento perfecto, en el lugar perfecto, en la postura perfecta, en la vida perfecta, llenas de amor, satisfacción y gratitud.

Soy tan tan tan afortunada...

Kit de supervivencia de la mami loca de atar pero feliz

martes, 17 de diciembre de 2013

Con la llegada del Pececito de Mar, las mamis nos enfrentamos a nuevos retos estilísticos a veces difíciles de superar.
Con unos 5 minutos de tiempo para ti al día, debes tratar de no parecer un zombi, aunque te sientas cómo uno y con tal de seguir sociabilizando es importante que no descuides tu aspecto e higiene básica, aunque los 10 minutos de la ducha los cambiarías gustosamente por 10 minutos de sueño más.



Mi kit básico para no ahuyentar al prójimo y mantener mi anatomía en unos mínimos aceptables es este:

1- En tu vida habías dado tantos besos:
Si tu labios suelen ser cual el esparto gracias a la deshidratción extrema y llevar los labios cortados forma parte de tu adn, recuerda que no es nada bonito que tu retoña acabe con la cara igual de arañada después de que la bese papá con su barba que mamá con sus morros piedrapomez.
Ya antes era una adicta a los protectores labiales pero es que ahora que me paso el día besando y besando y besando, los consumo en cantidades industriales. 
Yo uso el Bálsamo labial de mojito de (Malin + Goetz) no es muy pegajoso, huele muy bien y me hidrata mucho.

2+5- Entre los dedos de las manos te han salido membranas:
Nada más llegar de la calle te lavas las manos para coger y besar al Pececito de Mar, antes de darle teta te lavas las manos, antes de cambiarla te lavas las manos y después también, antes de darle el puré te lavas las manos y después también, antes de cocinarle te lavas las manos y después también...a estas alturas, entre tus dedos han salido unas membranas que te avisan de que ya estás lista para lanzarte al mar y sobrevivir en él, pasas más tiempo con las manos en remojo que secas.
Si voy a estar todo el día dale que dale con el jabón, al menos que sea uno que me guste y que no me deje las manos como una lija y con la excusa de que la lata era tan monórrima, no pude resistirme.
Ahora estoy usando el Jabón en lata VINTAGE, Ámbar Rosa de The Scottish Fine Soaps Company.
Huele que enamora y deja las manos suaves suaves.
Y para después o no para después, por qué soy igual de adicta a la crema de manos que al cacao para los labios,  Essence 24h hand Protection balm Strawberry Dark Chocolate, que aprovechando las fechas huele muy navideñamente y hace que me den ganas de chuparme los dedos.
Tengo otra igual de banana esperándome.
Y otra de Rosa de Bulgaria.
Y otra de Gengibre.
Y otra de...¡qué!, ¡ya os he dicho que soy una adicta a las cremas de manos!

3-No se ría, no se ría, de la Bruja, Avería:
Uno de mis grandes problemas en la vida es mi pelo, sí, me trae por el camino de la amargura.
No sé de quién lo he heredado, pero desde luego, me hizo un favor.
Tengo ese pelo que cuando era pequeña eran tirabuzones preciosos y que al ir creciendo fué experimentando eso de la estática y que no es ni liso, ni rizado, ni nada en concreto, pero que como no me peine después de lavarlo y le de alguna ayuda química, parezco la hermana perdida de Tina Turner.
Una vez seco, ya no se puede peinar, así que hay que asegurarse que antes de que se seque haya quedado en unas mínimas condiciones y como corro el riesgo de no disponer del tiempo necesario para adecuarlo al de un ser de esta raza debidamente civilizado, he descubierto una cosa maravillosa, una especie de crema que se pone en mojado y en seco y evita que cuando la gente me vea grite; - ¡¡¡La Bruja Avería!!!
Yanagiya PREXCEED Hair Cream (Tsubaki Oil) (140 g).

4+6- La felicidad se te nota en la cara (de loca):
Concretamente en eso que llaman arrugas de expresión, que son hermosas y otorgan personalidad y demuestran que has vivido y todas esas cosas.
Como soy una mami algo mayor y me encantan las arrugas de expresión, que quede claro que tengo desde los 15 años, pero a veces temo que en unos años me pregunten si el Pececito de Mar es mi nieta en vez de mi hija, le doy al contorno de ojos y a la hidratante como si no hubiese mañana.
Eso me asegura tres cosas importantes:
-No despellejarme como un lagarto de muda en el frío invernal.
-Que me sigan diciendo eso de que resplandezco desde que soy madre.
-Evitar el llanto desconsolado de mi bebé.
Yo uso para los fríos invernales para la cara Giovanni, D:tox System, Replenishing Facial Moisturizer, Step 3 y para los pinrreles de gallo Bee Naturals, Queen Bee, Peeper Keeper Eye Balm.

7- Un rayo de sol uo-o-o:
En catalán hay un dicho que dice, cara pigada, cara estimada, que pa que se me entienda en todas partes es, cara pecosa, cara querida pero sin la rima, claro.
Las pecas son muy bonitas sí, hasta que van creciendo y creciendo y dejas de parecer la hermana perdida de Tina Turner, para ir pareciendo su gemela por qué entre los pelos y el tono de la piel que te ha subido 7 tonos desde que saliste de casa y has vuelto, descubres eso de las manchas solares.
En el embarazo ya ni te cuento, como pilles el verano fijo te sale un simpático bigote de melanina que luego no te quita ni el láser.
Y como has pasado de ser un vegetal cuyo mejor plan era pasar el finde viendo series y pelis frikis, a estar todo el día haciendo el gamba por ahí al aire libre, si no quieres acabar siendo el doble con tetas de Cocodrilo Dundee, ya te puedes ir embadurnando varias veces al día en un buen protector solar.
Yo ahora estoy usando Kiss My Face, 50 SPF.

8- ¿Es un pajaro, es una avión? No, ¡es Purelan!:
Antes de estar embarazada me preguntas que qué es Purelan y seguramente te hubiese dicho que un detergente para lavar prendas de lana o algo por el estilo.
Antes de ser madre, las tetas me dolían bastante, o eso creía yo, pero los pezones no.
Con la maternidad recién estrenada si te han dado puntos, siempre llega el día en que te preguntas:
-Mmmmm, a ver, ¿qué me duele más, el cosimiento del toto o las heridas sangrantes de los pezones?
Difícil elección, sí señora.
Habrá opiniones de todo tipo, mamis más del dolor de toto y mamis más del dolor de teti, pero sea cómo sea, cuando te quejes del dolor de teti todos en tu entorno te dirán eso de:
-¿Y ya te has puesto el Purelan?
El Purelan oiga, la nueva piedra filosofal de la maternidad, el Santo Grial, el descubrimiento más importante después de la Penicilina, el Soma tetorril, el no va más del no va más.
Da igual con quién comentes el tema, con tu vecina, con tu comadrona, con tus compañeras del trabajo madres recientes, con la farmacéutica, invariablemente si hay dolor de teta, hay pregunta.
¿Purelan?
Lo único malo de esta crema milagrosa, es que no es milagrosa.
Que yo no digo que no haga nada, que no vaya bien, que no haya salvado la lactancia a miles de millones de mujeres, no, no digo eso.
Digo que para hidratar y proteger el pezón es estupenda, pero que cuando tienes una grieta con herida desde hace tres meses, pues milagros tampoco hace, vamos, que no es como depositar una gota de sangre de vampiro que todo lo regenera y cura.
Pero que vaya, para lo que es , para proteger, hidratar y preparar, pues sí, va muy bien y yo aún tengo un botecito a estas alturas de la mamancia, digo lactancia.
Medela purelan 100 nipple cream, se compra en cualquier farmacia.

Y hasta el aquí el kit de supervivencia.
Si te ha gustado algo, he dejado los enlaces.
Si te animas a comprar en IHerb, una página americana de entre muchas cosas, cosmética, mucha de ella con ingredientes naturales y barator barator, en tu primera compra te puedes beneficiar de un descuento de 5$ o 10$, depende de promociones que hacen, metiendo el código POC477 o siguiendo este enlace:
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Mi vida es un infierno

viernes, 13 de diciembre de 2013

Hace mucho tiempo que no escribo, os preguntaréis si estoy viva (o no) y qué me ha pasado.
La respuesta es muy sencilla; mi vida es un total y completo infierno.

Por mucho que te hayan dicho y por mucho que te hayas mentalizado, nadie te prepara para lo que estoy sufriendo, mi vida se ha convertido en una lucha continua, en un sinvivir, ataques de pánico, carreras por la calle, peleas en cualquier parte, me siento como un león en la selva luchando a vida o muerte, a cada instante.

Es complicado decirlo, atrevido y hasta arrogante, pero he de confesar que...mi hija es demasiado guapa, demasiado simpática y demasiado salá.

Oh, qué bien, estaréis pensando, o tal vez, anda exagerá, ya será menos y yo os digo, no, no es para menos y de bien nada, ni os imagináis el tremendo esfuerzo que deben hacer los padres de una criatura como la mía.
Mando a Papá Calamar a por un par de cosas a la tienda de al lado, 5 minutos, 10 a lo sumo se tarda en hacer el trámite, y sin embargo él llega media hora después, despeinado y ojeroso y me dice con un hilo de voz:
-Lo siento, es que todos querían ver al Pececito de Mar, todos querían tocarla y que les sonriera, ha sido terrible, no me dejaban irme.
Y esto no es una excepción no, esto pasa cada día, todos los días, así cerramos la puerta de casa a nuestras espaldas, creamos escenas de pánico e histerismo allá a donde vamos.
Como el día que la antipática vecina del segundo que sólo se paraba para meterse con nosotros, le dió al ascensor, paramos en su planta pero íbamos llenos, cuando nos vió se dió cuenta, dejó que se cerrara la puerta y en el último instanté recordó a nuestra hija y entonces, abrió la puerta de una ostia y gritando presa del pánico se metió dentro del miniascensor vociferando:
Y la niña, y la niña, quiero ver a la niiiiiiiññññaaaaaaaaaaa!!!!!!!!

Es tal el poder de convocatoria que tiene, que en el metro he de levantarme para bajar una parada antes, por qué sino, no llego a las puertas a tiempo de la de veces que nos paran de lo que va del asiento a la puerta del vagón.
Las abuelas del barrio ya no dan la vuelta a la manzana, persiguen el carrito o al progenitor porteador tal cual nos ven salir del portal.
La gente del barrio ya no va a hacer las bravas o a tomar el café del domingo de la mañana, vienen a sentarse en la mesa de al lado a ver si les cae una sonrisa de nuestra retoña.
Es que lo suyo es tan exagerado que hasta los chicos adolescentes se paran a mirarla, chicos adolescentes!!!!! el no va más del antibebé, hasta ellos babean embelesados ante los ojazos de mi niña.
Estamos agotados, el día que no salimos a la calle, hay manifestaciones frente a nuestro balcón, desde los terrados vecinos nos ponen pancartas, de verdad que no podemos más!!!

Es por eso que no tengo tiempo para nada, pero para nada de nada.


*Estoy loca de atar, lo sé, pero soy una loca feliz.

Novatadas: El carrito menguante

domingo, 28 de julio de 2013

Voy a empezar diciéndoos una cosa importante que yo cumplí a medias y de la que me arrepiento un montón.
Dejadlo todo, pero TODO, preparado antes de que nazca vuestro pececito de mar.
Todo lo que dejéis para después, cómo os toque un gremlin de los míos, lo pagaréis caro.
Así que por pequeña que os parezca la cuestión, procurad que a la llegada del peque no se unan tareas pendientes que ya podríais haber solucionado, por qué cuando estéis preñadas, por empanadas que os halléis, estaréis más lúcidas que un premio nobel de la ciencia comparado con lo que os espera.

Cuando nació mi pececita de mar experimenté el mayor estado posible de empanamiento mental que he tenido en mi vida.
Digo esto para que se entienda mejor lo que viene a continuación, por qué sino pensaréis que tengo algún tipo de tara mental o algo y de normal soy bastante despierta, pero recién parida simplemente me dejó de funcionar el cerebro, era cómo si lo tuviese en las tetas y mis tetas estaban sufriendo un duro reto amamantatorio basado en heridas, estrujamientos, inflamaciones y dolor absoluto y eterno.

Mi hermano tiene un hijo de 4 años ahora, por lo que por suerte nos ha cedido multitud de cosas suyas que hemos podido aprovechar.
Una de ellas, el carrito para el bebé, uno de esos que primero es canastilla y luego sillita.
La sillita está hecha mierda, claro, pero la canastilla está casi nueva ya que la usaron muy poco.

Yo no tengo ninguna experiencia en útiles de bebé y lo de montar el carrito se quedó para el post parto, así que un día nos pusimos, lavamos todo lo lavable, montamos el carrito y hala, a la calle a correr mundo.
Lo cierto es que desde el primer día vi que algo no estaba cómo debía, pero cuando trataba de pensar en ello sufría un ataque tetil en la mente y ahí quedaba todo.
Estuvimos así durante semanas, yo ponía a la pececita de mar en el carrito y me quedaba con esa extraña sensación pero mi mente no alcanzaba a ver qué estaba mal.
Un día que nos tocó subir el carrito por unas escaleras bastante largas, me puse en la parte de abajo del carro mientras Papá Calamar iba arriba de espaldas y entonces tuve la clara sensación de que el Gremlin estaba un poco demasiado para arriba, con la inercia ella quedó muy pegada a la cobertura superior del carrito, como digo, demasiado pegada y yo con la sensación de que iba a salir despedida en cualquier momento.

Pocos días después, en una terraza, había una chica con un carrito parecido al mío y no pude evitar darme cuenta de que su canastilla era como una bañerita, mucho más honda que la mía y me quedé pensando ¿y por qué no tenemos nosotros una de ésas?
Y ataque tetil mental.

Cuando la pececita de mar ya tenía dos meses, celebramos el cumpleaños de mi sobrinito, la peque iba de brazo en brazo hasta que llegó el momento que la pusimos en la canastilla del carro, cosa que hizo mi cuñada.
La puso, la miró, se alejó un poco, se acercó, la sacó y me dijo:
-Oye, la canastilla está mal.
Yo me la quedé mirando sin entender mucho qué quería decir, por qué la canastilla es de una sola pieza así que a pesar de mi tetiempanada, no la podía haber cagado mucho.
-No sé qué quieres decir- le respondí.
Ella me miró riéndose y me dijo,
-Llevas la canastilla plegada.
Yo entendía cada vez menos.
-Ein?
-Que sí mujer, que te la dimos comprimida para ahorrar espacio, pero que para usarla la debes desplegar.
Y entonces sacó la canastilla, buscó una cremallera que la recorría de extremo a extremo, la abrió y tachán!!!!!!
La canastilla pasó a ser el triple de fonda de lo que era hasta ese momento.
Ni que decir que toda mi familia moría de la risa y yo de la vergüenza, cómo no.

Dos meses llevando al Gremlin a ras de la canastilla y aún no sé cómo no salió volando en una maniobra brusca, la verdad.

Cinco meses de locura

domingo, 21 de julio de 2013

Y no cambiaría
ni un solo llanto, tuyo y mío
ni una hora de insomnio
ni un cambio de pañal
ni una grieta en el pecho
ni una medalla en la ropa o en la piel
ni una papilla en el respaldo de la hamaquita
ni una vomitona
ni una noche en vela
ni un mordisco
ni una mastitis
ni un susto
por qué tal y como te parí,
eres perfecta.



*Dale tregua a tua papis, que tú eres perfecta pero ellos aún no se han acostumbrado y andan hechos mierda.


Lo cotidiano

miércoles, 26 de junio de 2013

Lo cotidiano ahora es:

Dormir no más de unas pocas horas seguidas.
Haber olvidado qué era la intimidad y el pudor.
 Comer por turnos.
Tener hiperdesarrollado el sentido del oído.
 Los abrazos y los besos en cualquier momento.
Apretar contra tu cuerpo a tu pequeñita en mitad de la noche.
 El nudismo tetil.
Asombrarte de lo hermosa que has parido a tu criatura.
Estar enamorada de sus cacas, de sus pipis, de sus pedos y de sus eructos.
Inventar canciones y danzas.

Empezar a sentirme madre de mi hija.

Novatadas: El calienta biberones

jueves, 6 de junio de 2013

Nada más entrar en el tercer trimestre, el hermano de mi chico nos trajo lo que sería su regalo para la bebé, un calienta biberones que nos pidió que probásemos corriendo por qué en la tienda le dijeron que no daban garantía sobre el producto más allá de los 15 días.

Yo no me lo creí pero de paso lo probamos rápido a ver qué era aquel invento desconocido para nosotros hasta el momento.
Cogí las instrucciones, me las leí en diagonal y a toda leche y lo enchufé a la corriente.
Como ya tenía algún que otro biberón comprado, lo llené de agua y lo puse en el calienta biberones y a esperar.
Según las instrucciones, la luz del piloto se apagaba cuando el biberón estaba caliente, así que cuando se apagó, cogí el bibe y lo toqué.
Frío.
Lo volví a probar, esta vez subí la potencia, se apagó la luz y lo toqué.
Frío.
Nada, a repetir, subí la potencia al máximo, ya que sólo hay tres posiciones y a esperar, el piloto que se apaga super rápido como las otras veces y frío como las otras veces.
Se lo comento a medio pomelo y se empieza a mirar el cacharro, hace sus pruebas con el mismo resultado.
Biberón frío.
Le damos vueltas y más vueltas al tema hasta que le digo, que le voy a echar un ojo a internet y ahí es donde descubro que si no lo llenas antes de agua, no calienta.

En fin, nuestra primera novatada parental.

Los peligros de la intimidad

lunes, 3 de junio de 2013

El miércoles pasado fuí a hacerme una ecografía en los pechos al centro de la SS que me toca y en el que nunca había estado antes como paciente aunque sí como acompañante.
Tras la batalla incial de no te lleves a la niña y déjala con alguien que oigo cada vez que voy al médico y que me paso por el arco del triunfo, ya que me considero con derecho de acudir a dónde sea con mi pequeña y más en mi baja maternal, salí bien tempranito hacia en centro médico dispuesta a que me torturaran las tetas un ratito.

Nada más llegar, me senté y me dediqué a distraer a la Gremlin que estaba bastante quejica esa mañana, los asientos estaban distribuidos en una hilera unos junto a otros y estaban casi todos ocupados.
Me llamaron y metí el carrito como pude en el estrecho cubículo dónde debes desnudarte.
Me atendió una enfermera amabilísima, que me dijo lo que debía hacer, me desnudé de cintura para arriba y esperé a ver que pasaba con la peque, por qué en el cubículo sola no la iba a dejar ni de coña.
Volvió la enfermera, me trajo un trozo de papel de esos para secarte las manos en rollo que ponen en los baños, me dijo que me tapase las tetas con eso y que entrase, por qué parece que ahora batas para tapar a la gente ya no te dan, así que aquello de la dignidad del paciente como que por el forro.
Antes de entrar cerró la puerta que daba a la sala de espera con pestillo por razones de intimidad, que con que te vean las tetas los médicos es suficiente y dejó a la peque en el cubículo, yo la miré y ella dejó la puerta que suele estar cerrada, completamente abierta, me acomodó en la camilla y volvió  para estar con mi hija mientras me hacían la prueba.
Sí, era muy maja.
Me hicieron la eco, sufrí en silencio, me acordé de la parentela de la ginecóloga que me la hacía y pal cubículo otra vez, todo en orden.
La enfermera me dijo lo muy bonita y maravillosa que era la Gremlin, se despidió, cerró la puerta y me quedé allí secándome las dos toneladas de gel que me habían echado hasta en el ombligo.
Mientras me secaba la peque me miraba con atención y yo le iba hablando a volumen normal,
-Mira, la mama se está secando el gel, que hay que ver que llevo hasta en los sobacos.
Bata no dan no, pero las acciones de la celulosa fijo que suben con dos pacientes más como yo.
Nada, ahora mamá se está vistiendo.
Y así con cada cosa que hacía, y cómo ya nos tenemos confianza le expliqué que a la mañana siguiente íbamos a ver si la mami tenía o no lupus, pero que estuviese tranquila, y un montón de cosas más íntimas de las que nadie tiene por qué enterarse, vamos.
Pero es que el cubículo ese es tan chiquitín, tan acogedor en su media penunbra, con su banquito, con sus perchitas, que yo allí charla que charla con la atenta Gremlin y raja que te raja de la clase médica que últimamente me tienen un poco cabreada y claro, cuando acabo, abro la puerta y veo unas cuantas caras fijas en mi, muy muy fijas y atentas, vamos, que se les notaba muy claramente que me habían estado oyendo y escuchando todo el rato y no me extraña, por qué entonces te das cuenta de lo muy cerca que están las sillas de las puertas, del silencio sepulcral de la sala, sólo roto por la loca de la ecografia mamaria en su cubículo y queda claro que te han oído hablando de tus tetis llenas de gel, de lo que harás mañana y de lo que piensas ahora mismo de la hematóloga del hospital y te da una vergüenza que no veas.
Levantas la cabeza con orgullo, das los buenos días roja cómo un tomate y te las piras a la velocidad de la luz.
Esto de quedarte a solas con tu bebé es más peligroso que lo de ir hablando sola por la calle, por qué lo segundo al menos, lo haces bajito bajito.

Enterneciendo al mundo desde febrero de 2013

martes, 28 de mayo de 2013

Como Gremlincita sólo duerme de noche y a duras penas, cuando salimos a la calle lo de llevarla en el carrito a veces se complica por lo que la mitad del tiempo acaba en brazos de los papis.

Y parece que la gente no está muy acostumbrada a ver bebés tan pequeños por ahí por qué la gente nos asalta literalmente para opinar sobre lo preciosisisisisisisma y pequeña que es nuestra bebé.
Aunque lo mejor con diferencia es sacarla en el metro o el tranvía, por qué tal y cómo la sacas se oye un ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, has visto que cosa tan bonita.




Mi parto robado

viernes, 24 de mayo de 2013


La mayoría de personas que me rodean, ven el parto cómo un mal necesario, cómo un trámite, cómo ese momento que hay que superar de la manera que sea, lo más rápido e indoloramente posible.
Yo tuve 9 meses para prepararme para un parto que no tuve y que tampoco preparé por qué no pude.
Necesitaba ir paso a paso, día a día y en ese ejercicio no cabía la posibilidad de mirar más allá de la semana 40.

Los médicos que me atendieron durante mi embarazo no me informaron de nada relativo al parto, sólo me comunicaron que por seguridad tendría un parto inducido si no me ponía yo de parto de forma natural antes y que en ambos casos, sería un parto monitorizado, lo que en cristiano quiere decir que te obligan a estar tumbada en la cama al menos hasta que te ponen la oxitocina.

Yo no quería un parto inducido, aún sin saber lo que sé ahora de ellos, sentía en mi fuero interno que esa no era la manera, pero el embarazo se complicaba, los factores de riesgo se multiplicaban y los médicos insistían siempre que podían en el discurso del miedo.
A pesar de todo, llegadas las últimas semanas, yo tenía bastante claro que mi embarazo, a pesar de tener riesgo, había ido bastante bien y nada podía demostrar que los problemas de peso del bebé estuviesen relacionados con la trombofília detectada por lo que me planteé muy seriamente rechazar el parto inducido y esperar a ponerme de parto de manera natural.

Pero tuve miedo, tres abortos y un embarazo tremendo, lleno de ansiedad, de pruebas, de presión médica, minan mucho y estaba claro que no iba a encontrar ningún tipo de apoyo a mi decisión en el equipo médico.
Sentía en mis entrañas que eso no era lo correcto, que no era necesario, y sobretodo, que no era lo que quería, pero todo el mundo a mi alrededor repetía una y otra vez que no había para tanto, que en realidad no cambiaba nada, que fuese cabal, que no quisiese desafiarles sabiendo ellos tanto y yo tan poco.
Yo sabía que el riesgo a que pasase algo en esos días fuera de cuentas era un riesgo que podía ser muy real o no existir en absoluto, pero enfrentar esa decisión completamente sola* no es nada fácil, por lo que cedí y accedí a que me programaran el parto.

Tres semanas antes del día que cumplía las 40 semanas pregunté qué posibilidades existían de tener un parto natural a través de un parto inducido.
Es una pregunta absurda pero sobretodo, ingenua, ahora lo sé.
Se me informó de que era completamente posible, pero no se me informó detalladamente de lo que era un parto inducido, por lo que la información recibida no me sirvió para saber a qué me enfrentaba realmente.
En ese punto, mi moral estaba ya tan mermada por todo el proceso que no me quedaban ánimos para informarme por mi parte.

A nadie le importa el modo en que mi hija llegó al mundo por qué nadie entiende cómo se siente una madre a la que le han robado el parto, nadie se hace cargo del sentimiento de vacío, de la rabia, de la frustración, pero sobretodo, del lo incompleta que se siente una mujer que no ha parido cómo deseaba, peor aún, cómo sentía que debía hacerlo.
No hay para tanto.
No es tan diferente.
Eso que te has ahorrado.

Cuando me pusieron la oxitocina, al principio, cuando las contracciones eran leves y esporádicas, hubo un momento en el que pensé que podría pasarlo sin la epidural.
Me sentía tan fuerte, tan valiente, quería callarles la boca a todos los que habían cuestionado una y otra vez mi resistencia al dolor.
Los voy a dejar con la boca abierta.
Voy a poder.
Pero cuando rompí la bolsa de aguas me sumí en un dolor tan intenso y tan insoportable que bastó menos de una hora para suplicar por la anestesia.
Por qué el dolor que sentía, era el dolor más absurdo, antinatural y estéril que había padecido en mi vida.
No era un dolor de aviso, no era un dolor de progreso, no era un dolor de esfuerzo, era un dolor vacío que mi mente y mi cuerpo, rechazaban, un dolor contra el que luchaban, un dolor que me bloqueaba la respiración.
Un dolor que aniquila.
Respira cómo te han enseñado me decía mi compañero y ni siquiera las palabras para maldecirlo salían de mi boca.
Por qué no podía respirar, estaba a merced del dolor, yo trataba por todos los medios de asirme a algo en medio de esa tormenta, sabiendo que si lo lograba podría recomponerme, controlar al dolor y no la inversa, pero no había nada a lo que agarrarse, la mano de mi chico no era suficiente, por qué al apretarla mi propio cuerpo irradiaba dolor, buscaba en mi cabeza, una imagen, una palabra, un recuerdo pero mi mente no funcionaba sólo era un circuito interrumpido atrapado en un bucle de padecimiento.
Quería moverme, ponerme a cuatro patas y huir de la camilla por qué no hay posición menos útil y más dolorosa para parir que estar tumbada, pero ya no podía moverme y tampoco soportaba el dolor de que me moviese otro.
Eso es lo que te da y lo que te quita la oxitocina.

Pero da igual, por qué está la epidural y cuando te la ponen, eres la mujer más feliz del mundo, aunque apenas sientas tu cuerpo para traer a tu hija al mundo, aunque tengas que parir atada al monitor y tumbada sin ningún tipo de control sobre un proceso activo que depende únicamente de ti y en el que no puedes ser más pasiva.

Y por eso, por qué no pude traer a mi hija al mundo cómo deseaba y por un embarazo traumático y complicado, mi posparto ha sido tan duro.
Por qué HE de ser feliz por qué he tenido una hija, sobretodo yo, después de tantos problemas, al fin lo he conseguido y no soy feliz.
Por qué he de sentirme agradecida y lo que me siento es enfadada.
Por qué he de ser positiva y me siento triste.

Ahora, que me he informado, entiendo lo que me pasa y por ello me será más fácil superarlo, sobretodo por qué descubres que lo que te ha pasado, no te ha pasado sólo a ti y que además, tienes derecho a sentirte mal aunque la gente de tu entorno no te comprenda y siga pensando que no sabes lo que quieres y que te quejas por todo.

El parto no es un trámite, no es un mal necesario, no es algo que pasar rápido y dopada, es la manera en que tu hija/o vendrá al mundo, es un modo de expresión, es un regalo, es una reivindicación, es el caos, es la euforia, es la reafirmación más poderosa que una mujer puede hacer sobre el sentido de la vida y si te lo quitan te están arrebatando una parte de ti misma.

*El padre de la criatura hubiese secundado cualquier decisión que yo tomase y fué la única excepción en mi entorno.

Dos meses y tres días

miércoles, 24 de abril de 2013

Ya hace dos meses que nuestra Gremlin llegó al mundo y por descontado que nuestras vidas andan del revés completamente.

Las primeras semanas son tan duras que si lo supieses se te pasaban las ganas de golpe de ser madre.
No tienes ni idea de nada, estás agotada y dolorida hasta unos niveles que te ríes tú del parto aunque durase 12 largas horas, la gente te acosa con consejos, todos quieren ver al Gremlin pero nadie echarte una mano, tienes las hormonas y las emociones más revueltas que una coctelera, te estás acostumbrando a tu nuevo cuerpo y para eso vas a necesitar tiempo por qué vaya escabechina y sobretodo, estás aterrorizada por cagarla y cargarte al Gremlin, aunque sobre esto último no temáis, los hacen a prueba de bombas aunque a ti no te lo parezca.

Te pasas 9 meses o más mentalizándote de lo difícil que debe de ser el ser madre, pero da igual, ni que haga 5 años que lo haces, cuando el churumbel llega te pilla en bragas.
Da igual la confianza que tengas en ti misma, la edad, lo que hayas leído, flipas en colores de lo ignorante que puedes llegar a ser, de lo pardilla y hasta de lo torpe e inútil que te puedes convertir en pocas horas; que no das una, vaya.
Cada vez que alguien te pregunta si estás contenta, o peor, feliz, te entran ganas de llorar, de regalarle al Gremlin y salir huyendo a un país lejano, pero te da miedo que llamen a los servicios sociales sólo de decirlo en voz alta, sonríes y dices que sí, que mucho, que muy feliz.

Ahora todo el mundo te hablará de la luz especial que irradias, que no sabes muy bien en qué se diferencia de las que irradiabas durante el embarazo, que ya no sabes si eres una mujer o una bombilla halógena, por qué la maternidad te ha transformado tanto que aunque que salgas a la calle sin churumbel se te nota en el aura tu nuevo estado aunque tú te sigues sintiendo igual que antes, exactamente igual que antes, menos por el cansancio y el sueño, las tetas doloridas, los puntos, la falta de vida sexual, los kilos que te han quedado, la barriga flácida y la responsabilidad del tamaño de un campanario que te has echado encima, claro, pero igual, igualica que antes.

A las tantas de la madrugada, tratando de que tu churumbela duerma, noche tras noche, te sobresaltas a ti misma con ideas tan terribles que te da miedo verbalizarlas y que el mundo entero te tache de mala madre, por qué sin duda una buena madre, una madre de verdad, sólo es amor, ternura y paciencia infinita y nunca jamás, pensaría en lanzar al Gremlin ventana abajo en la enésima noche que te hace añicos el sueño y el tímpano y un sentimiento de culpa enorme va creciendo en tu interior día tras día y sobretodo, noche tras noche, hasta que la ginecóloga estirada esa que te llevó el embarazo, en la visita de cuarentena, te dice tan ricamente que los primeros meses comprendes perfectamente a esas personas que pierden el oremus y perpetran lanzamientos de Gremlins desde diversas aberturas del hogar y que hay que estar muy centrado para no hacer una barbaridad y tú te quedas pasmada oyendo a toda una señora ginecóloga de un más que reputado hospital pionero e innovador en esto de la maternidad, admitiendo todas esas oscuras maquinaciones nocturnas que pensabas que se te ocurrían a ti y sólo a ti por que eras una mierda de madre desnaturalizada, y ahora resulta que la enfermera se une al festival de barbaridades pensadas en los primeros meses y te das cuenta de que no, que no eres una mala madre, sólo una madre humana al límite de sus fuerzas mentales y físicas; o lo que es lo mismo, una madre novata.

Y te sientes mejor, y te das cuenta de que no eres perfecta, pero has resistido ya dos meses y el número de individuos que forman tu familia se mantiene estable, lo que quiere decir sin duda, que lo estás haciendo bien y eso te da fuerzas para seguir, al menos hasta la noche siguiente en la que vuelvas a maquinar terribles planes contra tu Gremlin llorón, vamos.

Otro día os hablo de la lactancia, el Coco de toda madre recién parida, muajajajajajaja.


Nuestra preciosa hija

jueves, 7 de marzo de 2013

Hoy hace dos semanas exactas que llegó nuestra preciosa y maravillosa pequeñita.
Tras un parto largo, pero fácil, asomó la cabecita a este mundo haciendo realidad lo que hasta entonces para mi sólo había sido una idea abtracta e inalcanzable.
En apenas unos segundos, se materializaron 40 semanas exactas de embarazo en un pequeño ser que rompió a llorar tan pronto como fue arrancado de las entrañas de su madre y que calló en el justo instante en que fue abrazada por ella.
Tan pequeña, tan indefensa, tan perfecta, tan bonita.
Ahora estamos haciéndonos a ella, conociéndola, cuidándola, alimentándola, mirándola, acariciándola, pero sobre todo, queriéndola.

No sé cómo se puede tener tanta suerte.

Nada es gratis

lunes, 18 de febrero de 2013

En esta vida, todo tiene un coste.
Hay muchas clases de costes, pero al final, todas nuestras decisiones nos dan o nos quitan algo; o a alguien, o peor aún.
Se lo dan o se lo quitan a otro.
La manera en la que encaras la vida puede venir marcada por tus experiencias previas, o por tu actitud, o por tus capacidades y seguramente definirán la magnitud y el alcance del golpe, la huella que te deja, lo que aprendes o si sobrevives a ello.

Todos tenemos un mecanismo que nos mantiene a salvo, si tuviste que desarrollarlo a edad muy temprana y contra situaciones demasiado perturbadoras, seguramente será un mecanismo de exclusión bastante radical, de esos que se llaman corazas y son famosos por tenerte a salvo hasta que te tienen cautivo.
Yo tengo uno, es muy simple, enfilo por un camino estrecho hecho de tramos cortos, me extirpo la visión periférica y miro al frente sabiendo que mi camino empieza y acaba cada día que pasa.
No hay una META, sólo está el día a día, no hay paisaje, no hay distracciones.
No hay imprevistos.
Por qué si me salgo del camino, es muy simple, me voy a la mierda.

Sé que me he perdido un montón de cosas, sé que había otros trayectos, sé que me hubiese gustado hacerlo distinto.
Pero mi equipaje era tan pesado, tenía tanto miedo, me sentía tan sola, tan frágil, estaba tan asustada...

Existían tantas posibilidades, pero la que me tocó fué esta, este proceso agónico y desesperante cargado de dolor y de incertidumbre en el que he visto las peores caras de las personas que me rodean, en el que he sentido la soledad más completa, la incomprensión, la crítica feroz.

No me arrepiento de nada, he pagado mi precio, bien que lo sé, pero hasta lo que he perdido es mío por derecho propio, todo es mío, la soledad, la rabia, la culpa, pero es mía la fuerza, la perseverancia, la esperanza y sobretodo, es mío el amor, ese farolillo a veces tan lejano y borroso que alumbró los tramos más tenebrosos de este camino.
Y la recompensa también es mía.
No tengo miedo a parirte, no tengo prisa por tenerte entre mis brazos, no me asusta no entender tus llantos, se me acabó el miedo entre los pasillos de hospitales, las interminables pruebas y la estupidez del ser humano.
Estoy tan cansada que ya sólo me queda ilusión y ganas.
Estoy tan magullada que me entrego, ya no pretendo tener el control de nada, sólo estoy aquí esperándote, preparada.

El universo dentro de mi

viernes, 8 de febrero de 2013

Esta semana me han realizado la ecografía número vaya usted a saber, por qué llevo ya tantas que he perdido la cuenta.
No sé cómo serán las demás ecografías, pero cómo mi Gremlin va con retraso en el peso, la mía es la doppler, que viene a ser un control exhaustivo de una serie de arterias principales del bebé, la placenta y el útero, para ver que el riego es bueno y que su crecimiento no se ve comprometido, ya que estas últimas palabras son el Coco en mi embarazo, lo que marcaría su final acelerado, vamos, el parto aquí y ahora.

Ya sé que las ecos suelen ser momentos muy emotivos y especiales para los padres, pero es que nosotros llevamos una cada 15 días o más desde la semana 20, amén de unas cuantas más que nos hicieron antes y no es que no sea bonito de ver, es que son pruebas diagnósticas en las que no nos enseñan nada, por qué van a lo que van, con lo cual, aparte de la pasada fulgurante que te hacen en los dos primeros minutos del palo, cabeza, tronco, pies, poca cosa identificable más ves.
O dicho de otro modo, que las ecografías no nos dejan extasiados de amor y felicidad.

El martes me tocó una doctora que no conocía, especialmente bruta en cuanto a fuerza apretativa se refiere, pero buena comunicadora.
Cuando ya había mirado el peso, los flujos y las mil cosas más que miran, volvió a la zona de la cabeza e hizo una cosa que no habíamos visto nunca.
Lo habitual es que aparte de ver su estructura ósea, activen un contraste en el que se ven colores, parecidos a las mediciones de infrarojos de calor de un cuerpo humano, para que os hagáis una idea, se ven unos conductos de colores rojo, verde, amarillo y así, queda todo mapeado de colores chillones y con eso hacen sus cálculos.
Pero el martes, la muchacha apuntó a su cabeza, enorme, absoluta, un cráneo que abarcaba toda la pantalla en total oscuridad y esperó en silencio.
De repente, minúsculos destellos naranjas intensos empezaron a brillar cómo puntos de luz en diferentes sitios de la cabeza, primero eran sólo eso, puntos, pero luego fueron creciendo a un ritmo lento pero constante y pasaron a ser pequeñas llamas para finalmente estallar e invadir sinuosamente todo el cráneo marcando misteriosos ríos de lava.
Y así, una y otra vez, apuntaba a la cabeza en total oscuridad y al cabo de unos segundos, se iluminaba lánguidamente de nuevo el mapa del cerebro de mi pequeña hija aún en mi vientre.

Sé que lo políticamente correcto es decir que lo más bonito que he visto a través de un ecógrafo es el latido por primera vez de mi retoña, pero sería mentir.
He visto ya muchas cosas a través del ecógrafo, algunas me han dejado indiferente, otras me han divertido, algunas me han ilusionado.
Pero ésta, ésta me conmovió hasta un punto que me resulta complicado de expresar en palabras.
Sé que estaba en una habitación de hospital, sé que había ruído, sé que estaba en la dimensión terrestre, por así decirlo, pero cuando vi aquel espéctaculo, el sonido del mundo a mi alrededor quedó completamente aislado, en el silencio más absoluto, encapsulado en mi propia respiración apresurada y emocionada, por qué de repente me sentí asomada al universo, mirando más allá de las estrellas más lejanas, viendo un espectáculo extraño y prodigioso que por su absoluta belleza sólo se podía estar dando en lo más recóndito del cosmos por qué aquellos estallidos solares en medio de la más absoluta oscuridad, eran perfectos, eran poderosos, eran hermosos, pero sobretodo, eran sobrecogedores.
Tanto, que me sentí contemplando una de las muchas caras de Dios.

Esas imágenes que se repitieron durante algunos minutos, han sido para mi una de las cosas más bellas e impresionantes que he visto desde que estoy embarazada, han ido sedimentando en lo más profundo de mi alma y me dan paz y sosiego cuando las recuerdo.
Sé que es absurdo, o extraño, pero recordar lo que sentí en ese momento me produce no sólo una calma absoluta, sino que me hace sentir cómo si durante unos minutos hubiese estado conectada a algo infinitamente más grande que yo, a algo que lo une todo, no sólo las personas, sino absolutamente todo por enorme o pequeño que eso sea.
Y hoy sé, que todos y todo, tenemos nuestro sitio en este Cosmos perfectamente desordenado y que lo mismo da un pequeño bebé en el vientre de su madre, que una tormenta solar, por qué en el fondo, todo está formado de la misma materia.

Los 10 estados del reto manualitil

jueves, 10 de enero de 2013

Con esto de adecuar la habitación para la Gremlin, nos ha tocado, bueno, me ha tocado a mi, hacer manualidades varias, ya que aparte de comprar muebles nuevos, hemos reaprovechado algunos que ya teníamos.
Lo que pasa es que para que conjunten con el global de la habitación, pues hay que personalizar algunas cosillas y ahí entro yo, brocha, vinilo o cuadro en mano, tratando de crear una unidad cromática coherente.

Para ello no sólo hay que devanarse los sesos tratando de ser original o armónico, además hay que convencer a Papá Calamar, que cómo buen representante de su género, distingue apenas 3 colores y lo de las compatibilidades le suena a Matemáticas avanzadas.

Al final, nos hemos decantado por pintar las paredes de un verde claro y un rojo suave, mi idea inicial era lima y sandía, pero el vendedor de la tienda y el propio Papá Calamar me lo impidieron en un arranque inaudito de iniciativa coloril y decisión inamovible.
Los muebles y alfombra han respetado ambos colores y colgamos un estor de un color ciruela muy bonito, por lo que decidí que el resto de adornos debía combinar con el estor para no tener demasiados colores.
Así que me ha tocado pintar el mueblecito de colgar y todos los marcos que vamos a poner, de un color lo más parecido al estor y pasar por las 10 fases por las que paso cada vez que me enfrento a esto de las manualidades, que son:

1-Imaginarlo: esta es estupenda, en tu mente te montas y desmontas acabados preciosos y perfectos que serán la envidia de todos los decoradores del universo, no escatimas nada, combinación de colores, plantillas, hasta adhesivos super molones que ubicarás en los lugares menos pensados y por supuesto, más originales.
Estás tan supermotivada que no ves la hora de empezar.

2-Encontrarlo: por qué sí, una tiene mucha imaginación, pero reconozcámoslo, a veces el mercado no me sigue el ritmo y o bien imagino cosas que aún no se han inventado, o si se han inventado es complicado de narices hacerte con ello. 
Del precio ni hablamos.

3-El presupuesto: está claro que cuanto más exclusivo es algo, más caro, así que al final a la hora de elegir se combinan dos variables fundamentales, lo que cuesta de encontrar y lo que cuesta de pagar.
Y sí, lo que acabas comprando no es ni la mitad de glamouroso ni exclusivo que lo que imaginaste en la primera fase manualitil, todos sabemos eso.

4-La planificación: vale, al final te has decidido y ya tienes todo lo que necesitas en casa, te has decidido por lo que te has decidido, las cosas son cómo son y con eso tienes que sacar el mejor partido, así que te tiras una o dos, o tres semanas pensando y pensando, bueno, lo mejor es que lo de pensar y pensar lo hayas hecho antes de comprarlo todo, por qué si lo haces después fijo o te sobran o te faltan cosas, pero aún y así, aunque hayas pensado mucho antes, después sigues dándole vueltas a las cosas, hasta que al final en tu mente se forma ese plan maestro que convertirá en los objetos reciclados en verdaderas obras de arte.
Vuelves a tener unas ganas locas de empezar y no entiendes por qué aún no estás en ello.

5-La ejecución: este estado sólo lo puedo definir con una palabra: pereza.
Por qué una cosa es imaginarlo y otra hacerlo y para hacerlo, pues eso, hay que hacerlo y a mi me da siempre una pereza, pero pereza, pereza.
Pasan algunas semanas más entre que te animas y no te animas, hasta que al final te decides y te pones manos a la obra.
Y entonces, justo cuando estás delante de tus instrumentos de trabajo, todo dispuesto y organizado para empezar, un pensamiento funesto cruza tu mente.
¡Pero para que me meto yo en estos embolaos con lo fácil que es comprarlo todo nuevo y ya está!

6-Dando el callo: es la fase que viene inmediatamente después de la 5, cuando estás metido en harina e invariablemente, las cosas no acaban de salir cómo tú tenías pensado.
Esa superficie que no absorve de la manera que esperabas la pintura, ese color que no es exactamente el que a ti te parecía, ese vinilo al que no le sale de los ovarios pegarse del todo bien, esa combinación de pegatinas que no es tan maravillosa cómo lo era en tu mente, ese pedazo ralladura del mueblecito a la que no le sale de las narices desaparecer...
Aquí normalmente, es mejor no hablarme, de hecho,es mejor ni pensarme, y si puedes no estar en casa conmigo, mucho mejor, por qué se me va poniendo una mala leche que me doy miedo hasta yo misma.
Se reitera el pensamiento ya expresado en el punto 5, pero con añadidos del estilo:
-Me cago en la ostia puta ya.
-Por mi santo piiiiii que esto queda cómo yo diga.
-Tú mismo/a, o te enderezas o te tiro por la ventana.
-A mi me vas a vacilar tú, mira que te rompo en 7 partes.
-A mi no me toques los ovarios, que a chula no me ganas.
Y un largo etc de insultos y sentencias aterradoras dirigidas tanto a herramientas cómo objetos inanimados.

7-La remontada: por qué hay un punto que o bien lo has tirado todo ventana abajo, o bien te has empezado a calmar, sobretodo cuando compruebas que las cosas, a diferencia de las personas, no suelen dejarse impresionar por tus amenazas, por creativas que éstas sean.
Así que llega un punto, en el que el resultado que va tomando la manualidad o manualidades, ya no te parece tan infecto y cutre y hasta te vas animando.

8-El resultado: y al fin, has acabado.
Compruebas con orgullo tu obra y aunque cualquier parecido con tu idea original del punto 1, es pura coincidencia, te sientes superorgullosa de ti misma y te parece preciosisisisisma y este punto, es importante recordarlo, es un punto muy subjetivo, por qué a medida que has ido avanzando en el proceso manualitil, has ido perdieno la objetividad a marchas forzadas, así que lo mismo el resultado es una mierda pinchada en un palo, pero a ti te sigue pareciendo sublime, digna de exponer en un museo, aunque lo único que hayas hecho sea cambiarle el color a un marco.

9-Ubicación final: este punto reúne un poco del punto 6 y del punto 8, sobretodo cuando el hecho de ubicar el objeto en su destino final se complica, ya sabéis, al hacer el agujero en la pared has pillado un cable, o el desague del aire acondicionado o a pesar de que tú lo veías super recto antes de colgarlo, tiene tal inclinación que hasta el Titanic estaba más enderezado los últimos 5 minutos antes del hundimiento, esas cosas que te van poniendo de una mala leche considerable y esta vez, el maromo no se las puede ahorrar por qué te está ayudando y presumiblemente, va a ser el blanco de todas tus iras.
Al final, la ceguera absoluta del punto 8 te posee, por qué tú lo único que quieres es acabar de una puta vez y ya te da igual que los marcos estén rectos o no, que los vinilos tengan más burbujas que el anuncio de cava de fin de año o de que hayas tenido que acabar pegando las pegatinas con cola industrial a pesar de saber que ya no las despegarás en la vida y que sólo por eso, deberás sustituir el mueble entero.
Estás desesperada y todo vale, todo te parece bien y sobretodo, tu percepción de la armonía espacial se dilata y se contrae lo que sea necesario y cuando vengan las visitas y pongan cara rara ante las inclinaciones imposibles de los marcos, tú repetirás cómo un loro:
-No, si está recto, mira, tomamos cómo referencia la esquina derecha de la pared, pero ya sabes, estas casas antiguas, puffff, no hacían dos paredes iguales y todo está torcido.
Pero el marco está recto, eh, es sólo que no lo percibes bien, por lo de las paredes torcidas, ya sabes.
Casas viejas.
Ya sabes.

10-Manualidad realizada: este es sin duda, el punto más dulce de toda manualidad, lo pensaste, lo compraste, lo hiciste, lo ubicaste y ahora sólo queda disfrutar del resultado.
Te congratulas de tu buen gusto, de tu arte, de tu habilidad, se lo cuentas a todo el mundo:
-Uy, no, mira, comprar por comprar no, ni hablar, nosotros teníamos la mesa de una máquina de coser por ahí y en vez de tirarla y tener que comprar otro mueble, pensamos, qué bonito quedaría en la habitación de la Gremlin cómo armario, con sus cajones tan bonitos y eso y la restauramos y ha quedado im-pre-si-o-nan-te!!!!!!
Lo que no dices que es el mueble de los cojones, ocupa tres veces lo que ocuparía una cajonera la mar de apañada con al menos 6 cajones que te vendrían de fábula, contra los dos únicos y roñosos cajones diminutos, que tiene el mueble de marras.
Total, que al cabo de unos tres meses o así, pillas al maromo por banda y le dices con cierta deseperación, que en cuanto ahorréis un poco, os hacéis con muebles nuevos, que total, los que habéis reciclado ya han cumplido su función, que han tenido una vida muy larga y que eso no es derrochar.
Eso sí, en cuanto al tema estrictamente manualitil, te descubres pensando un día:
-Pues no había para tanto, a ver cuándo me lío la manta a la cabeza y vuelvo a hacer alguna manualidad de estas chulas que se me ocurren a mi.

10 cosas que no entiendo de Facebook

sábado, 5 de enero de 2013

1-Gente que publica algo en FB, para acto seguido ponerse él mismo un Me Gusta y dejarse un comentario.
A mi esto, me desconcierta, de verdad, yo lo pongo, yo me molo y yo me escribo, sólo falta que inventen una función que sea mandar un beso, y se lo manden por cojonudos.

2-Gente que sólo usa FB para colgar fotos o vídeos suyas haciendo posturitas en plan, que guap@ soy.
Esto, me supera, sinceramente, me entran ganas de dejar comentarios con insultos varios, en plan, majader@, mamarrach@, simple, etc.

3-Gente que utiliza FB para insultar a sus amigos veladamente.
De vez en cuando, te encuentras un comentario cargado de mala leche dirigido así al aire, que te deja mudo.
A veces sabes de qué va, y ves cómo los aludidos, que no se han enterado de nada, obviamente, ponen un Me Gusta o hasta comentarios del estilo:
-A mi también!
-Yo pienso igual!
Sin saber que los acaban de poner verdes y están quedando cómo auténticos imbéciles.
Otras no lo pillas y piensas si te estarán poniendo a caldo a ti y por si las moscas, haces que no lo ves.

4-Gente que te responde por FB lo que no ha tenido cojones de decirte a la cara.
Sí, eso, que tienes unas palabras con alguien, se calla cobardemente y al cabo de un rato ves una respuesta que te alude muy abstractamente en el último estado de esa persona.

5-Gente que va repartiendo Me Gustas a diestro y siniestro.
Da lo mismo que hayas compartido una canción, que digas que te sientes solo y que la muerte se te antoja deseable, ahí va el Me Gusta y ahora te dejan hasta una carita sonriente.

6-Gente que lo firma todo, todo, todo.
Da igual qué plataforma sea la que te pida una firma, ya sea para salvar a una mujer violada de ser lapidada en su aldea natal, como para presentar una propuesta de ley para que todos los buzones de las aceras con números impares sean pintados de rosa fucsia, ahí están ellos firmando cual posesos.

7-Gente que cuelga sentencias lapidarias aleccionando a los demás de cosas que ellos no son capaces de entender.
Esta me encanta, tú llevas 5 años tratando de hacerle entender algo que te molesta mucho a ese amigo tuyo y nada, que no entra en razón, pero un buen día, te encuentras esa frase que le has repetido cien veces en su FB, a modo de arma arrojadiza contra otros.
Te entra complejo de gilipollas profundo.

8-Gente que no para de compartir fotos ñoñas con imágenes aún más ñoñas.
Es que no puedo, y además, si son con 10 faltas ortográficas, mejor que mejor.
Me entran ganas de vaciarme los ojos con una cucharilla.

9-Gente que no deja de mandar invitaciones a aplicaciones absurdas que no sirven para nada.
Como saber que tía tetuda y macizorra fuiste en tú última vida, a qué animal te pareces, o que bebida podrías ser.
¿En serio?

10-Gente que cree que con ponerte Me Gustas a cascoporro ya ha cumplido con la papeleta.
Sí, esos que te tienen en FB y aparte de ponerte Me Gusta en todas partes, no te llaman nunca, no te escriben nunca, no tienen tiempo de verte nunca, pero ellos sienten que se portan estupendamente contigo.

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