Tropa de élite

lunes, 22 de febrero de 2010

He visto Tropa de élite y os aviso que voy a destripar momentos importantes del film.

Yo no sé nada de Brasil, sinceramente, lo poco que sé es a través de una amiga de ese país, que cuenta cosas de esas que ponen los pelos de punta o de las noticias que retratan a ese país como un lugar de violencia sin límite donde es más fácil conseguir un arma que conseguir que un niño vaya al cole.
Y a partir de esa ignorancia, me siento a ver Tropa de élite y alucino en mayúsculas.
Y no alucino por qué me cuente cosas típicas de los países pobres y miserables donde la vida vale menos que nada, ni siquiera por qué hable de corrupción, que no es algo que sorprenda, lo que me deja alucinada es como el sitema es parte del problema que el propio sistema trata de eliminar.
¿Complicado?


La película puede dividirse en dos partes, la primera te muestra un mundo duro, pero lo hace hasta cierto punto de un modo amable, sin herir sensibilidades, midiendo lo que muestra, explicando cada actitud, cada postura, de un modo neutro.
En esta parte descubrimos como los policías corruptos se roban entre ellos o como un pobre desgraciado que lleva 4 años en el cuerpo sin vacaciones es invitado a pagar por el derecho de tener un mes de vacaciones o a seguir trabajando un año más.
Vemos como las tasas de muertos en los distritos son "movibles", lo que quiere decir que la policía coge los cadáveres de los muertos en su dsitrito y se los llevan a otro para que no queden reflejados en sus estadísticas.

También conocemos la historia del personaje que hace de hilo conductor, el capitán Nascimento, que va a ser padre y está sufriendo graves ataques de ansiedad, pero no puede retirarse sin encontrar primero un sustituto en el cuerpo de élite en el que está, el Bope, una especie de cuerpo de asalto, que según él mismo recibe un entrenamiento más duro que los soldados israelíes, ahí es nada.

A pesar que la película se esfuerza por mostrar una visión limpia de este cuerpo, o sea, no los muestra como unos tarados violentos y sádicos, que sería algo muy fácil de hacer, pronto va a quedar claro que pueden estar de parte de los buenos, pero no es que sean los buenos; no exactamente.

La segunda, a partir de la instrucción del de una hornada de aspirantes al Bope, no tiene clemencia con el espectador, se endurece de modo gradual y va forzando el desenlace entre todas las partes participantes.
Las partes son un grupo jóvenes ricos que trabajan en una ong en las favelas, bajo protección de los narcos y que paradójicamente, pasan droga para financiarse sus propios vicios con lo que por una parte son parte de la solución y por otra son parte del problema, los narcotraficantes, la policía, dos aspirantes al cuerpo y el capitán Nascimento y su batallón.

Resulta descorazonador ver como en nombre de la justicia, o del bien, se puede perder el alma en un desenlace donde lo único que importa es llegar al final, cazar al narco, encontrar el sustituto, recuperar a la familia, vengar al amigo muerto, escupir el desprecio del pobre a la cara del rico...

Hay dos imágenes en esta fase final que me impactaron especialmente, el estallido de violencia emocional y verbal del capitán Nascimento contra su mujer, que acaba de ser madre, que no duerme por las noches pensando en que su marido puede ser asesinado en cualquier momento, en el que le dice que él es el que manda, desbordado por la rabia, la frustración y el miedo y la paliza que le propina el batallón del capitán Nascimento a la mujer del narco que están persiguiendo con tal de encontrarlo.
Por qué la violencia es parte del método, por qué ellos entran en las favelas disparando, por que su supervivencia se basa en dejar una estela de cadáveres a su paso.
Y en la búsqueda de la justicia nada valen las vidas de los que se cruzaron en su camino.

En nuestro mundo del primer mundo políticamente correcto, todos decimos alto eso de, el fin no justifica los medios y el que lo dice es tachado de fascista y mil cosas más.
Por qué normalmente justificar los medios a través del fin, suele ser pasarse la democracia por el arco del triunfo.

Y en una película así, al final, te preguntas si en un país así se puede llegar a un buen fin sin medios que atenten la democracia y por otra parte, te preguntas si es justificable que semejantes medios brutales e inhumanos puedan justificar algún fin.

Aunque al final, me pareció que no era una película de polis contra narcos sino de pobres contra ricos.

En obras

lunes, 15 de febrero de 2010

Desde la semana pasada mi vida está así.


Significa que pronto voy a dejar de ser persona, por que ya casi no tengo cuarto de baño y cuando lo recupere dejaré de tener habitación, luego ordenador, luego cocina y así hasta el final que se augura lejano e incierto.
Dejar de ser persona significa vivir con lo básico (más aún, ya que llevamos muchos meses con la mitad de nuestra vida metida en cajas), estar decidiendo constantemente sobre infinidad de pequeños detalles estéticos, odiar al paleta, vivir cubierto con una fina capa de polvo que no sale nunca, sufrir de tus alergias y asma a unos niveles divertidísimos y no tener tiempo más que para las obras y para odiar el maldito día que las empezastes.
Y al paleta, ¿lo había dicho ya?

Estaré menos, pero algo estaré; seré esa que se arrastra dejando un rastro de polvo a su paso...

Remojón

miércoles, 10 de febrero de 2010

Ya sé que ahora no apetece mucho, pero si te animas y te das un remojón puedes encontrarte con este par.
Parecen inofensicos, pero si te pillan ¡se te pegan!
De izquierda a derecha, Ballena y Pez globo, los dos de Iruneh.

Knocking on death's door

lunes, 8 de febrero de 2010

Camina deprisa por las calles vacías, aún oscuras de la mañana, armado con su infatigable música, con las manos en los bolsillos, tarareando furiosamente las palabras que martillean en su cabeza, con la mirada desafiante, como un personaje de una de sus historias cortas, demasiado cabreado, demasiado listo, demasiado curtido.

Las calles se deslizan bajo sus pies, sucias, tristes, con algún espectador ocasional de máscara cuarteada y risa alcohólica, de escasa ropa, o dientes o edad, o demasiada; sólo lo observan, lo reconocen, es uno de ellos, uno de los que se fue, uno de los que sobrevivió, por eso se apartan aunque lo reconocen, extraño hijo pródigo que vuelve a sus calles; esperado hijo pródigo que trae algo de redención.

Las notas se suceden y de repente se le antojan una cuenta atrás, como la que de improvisto ha vuelto a entrar en su vida y no alcanza a comprender, apenas ayer todo eran risas y buenas noticias, el mosntruo invencible bajo la bota de la ciencia, hasta de milagros se hablaba entre batas blancas y arrogancia.
Pero hoy es hoy y hoy el monstruo invencible a mordido la bota, ha arrancado el pie y ha dejado un charco de sangre en el suelo, un charco donde ellos se asoman incrédulos y se ven reflejados con muecas de desesperación, con una sombra negra que les acecha desde atrás, que perfila una guadaña de brillo hipnótico.
Hoy, los días corren hacia atrás, buscando salidas al callejón que de repente acorta sus dimensiones.
Hoy, puede ser el primer día del resto de una corta vida.

Por eso Charlie, patea las calles con rabia en soledad, sintiendo que siempre lo ha sabido, sintiendo que siempre esperó este desenlace, sintiendo que hoy no hay esperanza, sintiendo que ha vivido un sueño prestado.

Y tal vez lo que más le duele en estos momentos, sea pensar que hay vidas que acaban y vidas que empiezan y que puede que el tranquilo patriarca ya no esté para conocer la que va a llegar pronto.


Mugrons a la madrilenya

viernes, 5 de febrero de 2010

Mi amiga X, la que trabaja en un supermercado, es muy maja y yo la quiero mucho.
Además utiliza el vocabulario de la Real Academia, de una forma singular, entre vulgar, cateta y sideral y nunca deja indiferente, es un crack, vaya.

A veces, tiene pequeños deslices linguísticos , por qué ella es así, pero a veces, sus deslices son de un surrealismo que dejan pasmao.

El otro día, estaba en mi casa y vaya usted a saber de qué estábamos hablando que se nos queda mirando, al medio po(melo) y a mi con los ojos abiertos como platos.
Nótese, que mi medio po y yo hablamos en catalán.
Yo que me giro y la miro y le digo:
-¿Qué pasa, por qué pones esa cara?
Y ella,
-Anda, lo que acabo de descubrir, que mugrons (en catalán), son pezones.
Yo que la miro sin entender su creciente entusiasmo y le digo,
-No me jodas, que esa palabra ya la conocías.
-Sí, sí, -me dice- ¡pero ahora lo entiendo todo!
Evidentemente la que no entiende nada, soy yo.
-No seas tan críptica y desembucha, ¿qué es lo que entiendes?
-Las risas del otro día en el trabajo.
-Pero cuéntamelo, ¿qué pasó?
-Que pusimos un palet con latas de garbanzos a la madrileña.
Y yo, tratando de atar cabos,
-¿Y?
-Pues que lo puse en catalán
-¿¿Y??
-Que garbanzos son cigrons
-Coño, lo sé.
-¿A que no sabes que puse?
-¡¡¡No, no lo sé!!!
-¡¡¡¡Mugrons a la madrilenya!!!!

Ay joder, esta tía es la leche.

*Y ninguno de sus compañeros fue capaz de hacerle notar la diferencia entre ambas palabras.
**Al final, el cartel no salió a tienda, gracias a Dios, por que puedo imaginar las colas frente al palet de clientes ansiosos y más tarde, decepcionados.

Caos

miércoles, 3 de febrero de 2010

Hay algo morboso en querer estar rodeado de caos.
Es insano, desquiciante y exasperante vivir una vida en la que todo es extremo, en la que las cosas penden de un hilo, en la que absolutamente todo te desborda y tú no tienes el control.
Pero hay personas que creen que les gusta vivir así.
Yo soy una de esas personas.


Durante toda mi vida, tuve la sensación de que todo lo que me pasaba estaba fuera de mi control, me acostumbré a la angustia, al desorden y a estar supeditada a lo externo.

En mis primeros años de estudiante ya di muestras de haberme vuelto adicta a este método nefasto y siempre estaba con el alma en vilo, a punto de que me diese el síncope, a mil, al límite.

Llegó la adolescencia y la cosa se agravó, mi vida era un caos pero yo me autoconvencía de que en realidad eso me gustaba, que me daba vidilla, sabor a la monotonía y que si eso desaparecía, me hundiría en la rutina, en el aburrimiento, en la apatía.


Así que seguí inmersa en ese caos, sin ninguna intención de modificar mis hábitos, con una tremenda angustia que cada vez era más patente y los escasos momentos de respiro que me daba eran, cuando, a pesar de todo, cumplía los plazos, llegaba a tiempo, me salvaba del desastre.

Ese patrón, como no, se vino conmigo al independizarme y durante los primeros meses, tomó posesión de mi nueva vida, igual que lo había hecho con todo lo demás.
Además, con la excusa de la libertad adolescente, todo valía, y vivir así, encima, era lo más, el desorden era guay, los excesos, geniales.

Yo me seguí diciendo, que mi vida era así, que debía ser así.
Pero nada dura eternamente y al final o frenas o te estampas.
Yo me estampé, claro está.
Nada grave, según se mire, mi situación laboral me llevó a la definitiva zozobra personal y después de estamparme no tuve más que sufrir reposo forzoso, jodida físicamente y anímicamente, aunque lo de físicamente fue una ciscunstáncia casual que probablemente fue el desencadenante del resto.

Y descubrí, que estar al límite no era guay, que vivir con los nervios carcomiéndote, no es divertido, que tener la vida del revés, es agotador y que a menos que lo intentes con un poco de ahínco, puedes poner un poco de orden en lo que haces; y sobretodo, que la calma no es aburrida y que sana el alma.

Al principio pensé que estaba acabada, tía, te has hecho mayor, te has vuelto un coñazo, la calma es para los viejos, así que me dispuse a lanzarme de cabeza de nuevo a ese patrón narcotizante y descubrí con horror, que eso me hacía daño.
Bueno, no, no lo descubrí, ya lo sabía, pero por primera vez, me di cuenta de que me hacía daño y por primera vez, dije no.

No.
Yo no quiero sufrir más.
No.
Yo no quiero este caos.
No.
Yo no quiero dañarme.
No, no, no.
Yo quiero que mi vida sea ordenada, yo quiero que mi vida no me estrese, yo quiero sentirme dueña de mi vida.
Yo quiero paz.
Yo quiero estar bien.

No es fácil dejar atrás tantos años de hábitos y de ideas preconcebidas y alimentadas.
Pero no es imposible.

¿Quién odia a Michael Moore?

lunes, 1 de febrero de 2010

El otro día vimos Sicko, la peli de Michael Moore que habla de la asistencia médica en los EUA.
O mejor dicho de la no asistencia médica en los EUA.

Primero de todo la película arroja cifras, 50 millones de americanos no tienen ningún tipo de cobertura sanitaria.
El resto, 250, sí lo tienen.

Y aunque parece que lo lógico es hablar de los que no la tienen, la película se centra en los americanos que reciben cobertura médica y explica situaciones que ponen los pelos de punta, que en muchos casos, llevan al asegurado o su familia a la muerte.

La temática de esta película versa sobre como las aseguradoras, para ahorrar costes y tener beneficios indecentes, deniegan infinidad de pruebas o tratamientos sin los cuales sus asegurados, acaban muriendo.
Increíble pero cierto.

La película, que es muy recomendable de ver para comprobar hasta que punto el país de los sueños es un país absolutamente desalmado en cuanto a dinero se trata, como muchos otros, por otro lado, me dejó un sabor tremendamente agridulce y no por que en los EUA las pasen canutas para que un seguro médico les cubra los tratamientos, sino por la situación de nuestra SS (Seguridad Social).

Durante la película compara a los EUA, sin SS, con países cómo Canadá, Francia e Inglaterra, que como nosotros, sí la tiene.

Y la verdad es que mi impresión es que la SS de esos países le da mil patadas a la nuestra, aunque no sólo hablamos de la SS.

En el caso de Francia, tienen 5 semanas de vacaciones al año, retribuidas y si no te puedes costear los medicamentos, ellos se hacen cargo.

Si estás de baja y no te ves preparado para volver al trabajo te dan tu tiempo para que regreses.

Hay un servicio de niñera que te mandan a casa, 4 horas al día, varios días a la semana, para que se ocupe de tu bebé y tengas tiempo para ti.

Además las guarderías son gratuitas y hay plazas para todos.

En Inglaterra el precio único de la medicación es de unas 7 libras, si eres menor de determinada edad o mayor sde 60 años, gratuito, si no lo puedes costear, es gratuito.
Y tanto en Francia, como en Inglaterra, como en Canadá, los usuarios parecían encantados con el funcionamiento de sus respectivas SS.

Tal vez es una percepción mía, pero a mi no me parece que en España estemos encantados con nuestra SS, por descontado en ningún caso te van a mandar una niñera que te haga la cena, y encontrar plaza en una guardería pública es tan complicado que seguramente sale tu foto en el periódico si lo consigues.

Aparte de los jubilados a los que no les cobran nada por su medicación, el resto de mortales tenemos que pagar la parte que nos toca, amén de cuando te recetan medicación que no entra en la SS, como las pastillas anticonceptivas.

Lo de las 5 semanas retribuidas me suena a ciencia ficción directamente.
Luego nos pueden contar eso de lo bien que se vive en españa, el solecito, los barecitos y todo eso, y bien se debe vivir en vista de la cantidad de turismo que tenemos y lo mucho que gusta nuestro país.

Pero socialmente, me parece a mi que no estamos tan bien, ni tan avanzados como nuestros vecinos europeos y para muestra un botón.

Aunque también me pregunto, si realmente, en el caso de Francia e Inglaterra ellos están tan bien, porque reconozcámoslo, salir en una pela obliga a lucirse y me gustaría saber que parte hay de propaganda, por parte de estos países y de Michael Moore que cuanto mejor sea la SS en otros países peor dejará a EUA.

Tal vez la pregunta final es si estamos tan mal y si es que sí, por qué motivo.

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