La aventura cotidiana

miércoles, 6 de mayo de 2009

Llevamos casi tres semanas en el piso nuevo.
Nuestra vida, desde unas semanas antes, se había convertido en una aventura y con el traslado, algunas cosas han cambiado, pero sigue siendo una aventura.

Vivir en un piso que no es tuyo, pero que está a punto de serlo, tiene sus inconvenientes; el más importante, que no puedes tocar nada hasta que lo compres.
Si encima estás pensando en hacer obras, según que apaños son una pérdida de tiempo y dinero y aguantas deseando que los trámites vayan rápido y pronto puedas cambiar la aventura del piso del año de la catapún por la aventura de las obras, la aventura mayor del reino, vaya.

Aparte de tener un montón de cosas aún en cajas, lo que implica que has de vivir con lo mínimo posible, es que las tienes por todas partes, además de muebles desmontados cubriendo paredes cual tapices, pero en la versión incómoda y fea.


También está el hecho, para mi muy preocupante, de que el suelo es de un material resbaladizo, lo que convierte mis paseos en zapatillas en carreras de bólidos de corto recorrido, o sea, de la puerta de la habitación a la esquina de la mesa, de la puerta de la cocina a la nevera, de la entrada de la terraza a la otra esquina de la mesa y así un largo etcétera que siempre termina en derrape y golpe, maniobras varias de brazos y piernas y un sudor frío que me empapa la frente pensando lo cerca que he estado de estamparme de morros contra el suelo.

Hemos descubierto un nuevo deporte a practicar en familia, con la inestimable colaboración de nuestros dos gatos, que consiste en abrir una puerta y ser lo suficientemente rápido para salir o entrar, y a la vez conseguir que el gato se quede dónde está, para que no entre dónde no debe.
En nuestra anterior casa no habían puertas y no acaban de entender para qué sirven.
De este deporte hay varias variantes;
-el de saca al gato de debajo de la cama
-el del haz el sifón toda la noche para que el gato deje de arañar y aporrear la puerta cómo un psicópata
-el de persigue al gato por la terraza para que no se fugue a la terraza de al lado

La ubicación de la tele es un poco extraña, está en una esquina sobre un mueble, por qué el cable de la tele estaba allí y si lo alargamos corremos el riesgo de que los gatos se lo coman, cómo todo cable que ven, así que ahí se queda, lo que nos obliga a ver la tele desde el sofá en una postura absolutamente pilatística en su versión enredo.

Los primeros días, sufrimos un grave episodio de desubicación que consistía en meterse sistematicamente en la habitación en vez de entrar al baño, además de hacerlo teníamos la clara impresión de que las habitaciones se movían para fastidiar, por que el medio pomelo es despistado, pero yo no.

La cocina tiene unos mármoles enanos y sobretodo, bajos, que hace que te tengas que agachar casi doblando las rodillas para poder lavar los platos o utilizar el mármol; nuestras espaldas odian este piso.

Mi chico, desde que llegamos tiene un chichón crónico causado por el parapeto que hay en la terraza, el que cubre el cuartito de Liliput, pues es un parapeto de Liliput, así que hay que salir y entrar con la cabeza gacha y moverte por el parapeto con la cabeza gacha.
Y claro, eso para Mister Memoria de Pez, es complicado, así que, chichón crónico.

Pero el cuarto de baño, probablemente es la guinda del pastel; aparte de la pica de las manos para habitantes de Hobbiton, y no hablo sólo de la altura sino también del tamaño, lo que te obliga a lavarte la cara casi metiendo la cabeza dentro de la propia pica, está el hecho de que tiene una pequeña bañera, pegada a la taza del water.
La barra de la bañera para la cortina, es de lado a lado, o sea, que en vez de hacer una ele que es lo que necesita esta bañera, es una barra recta de toda la vida, lo que deja el lado de la taza completamente descubierto.
Eso, no sería muy grave en si mismo, sino fuese por un pequeño detalle; la potencia del teléfono de la bañera es parecida a un geiser y no estoy exagerando.
El resultado es que te estás duchando y aunque te pegues a la pared, lo mojas absolutamente todo, la taza del water, las 4 paredes del baño, la estufa eléctrica...todo.
Y hasta eso sería tolerable, pero es que además de que lo mojas todo, la potencia del agua duele.
Y eso unido a la temperatura a la que sale el agua, parece que el calentador no regula bien y es o fría o hiviendo, eleva a la ducha a catergoría de tortura china.
Y si encima eres la chica de la casa, ojito por qué al ducharte quedas justo delante de la ventana que por fuera tiene unos cristalitos individuales horizontales y justamente le falta el último y si no voy con cuidado puedo dar buenas clases de anatomía al vecino de enfrente y a dos de los de abajo.


Pero aparte de todo esto, estamos encantados de la vida; en serio.

7 comentarios:

rivela dijo...

Estoy leyendo tu entrada y me acuerdo de la película , esta casa es una ruina.
De todas formas y en menos que canta un gallo y con cuatro reformas será un "nidito de amor perfecto" (con gatos y chichón incluido).Saludos

mariajesusparadela dijo...

!er. consejo: Comprale a tu medio pomelo una chichonera (es un invento para los niños que estan aprendiendo a andar; tendrás que hacerle alguna reforma, porque son para niños, pero como ya la habrás pagado...)
2º consejo. Se buena con el vecino...
3er. consejo: antes de empezar las obras, mira una serie de la sexta (no sé como se llama, son episodios cortitos, uno de ellos sobre obras en una casa, por la tarde, sobre las5+-. Por cierto, antes de Numb3rs, que antes se emitía en la 3 y leí en tus series que te gusta.)

diego dijo...

¡Juer, Ender! ¿por qué te has cambiado de casa? Me he reído con tu entrada, podrías hacer un vídeo y colgarlo en el youtube. Al menos tu cuarto de baño tiene ventana. El mío no la tiene, no hay posibilidad de que el vecino vea mi cuerpo serrano cuando me ducho...

Cristina dijo...

Ender, wapísima, ánimo, que pronto podréis meterle mano a las obras.

Me preocupa lo de tus gatos, tienes que hacer por fuerza buenas migas con tus vecinos, para que los cojan cada vez que se escapen, porque se escaparán mientras haya hueco por donde hacerlo, está en su naturaleza. El mío se pasa media vida por el jardín persiguiendo bichos, o en la terraza de la vecina, donde va a visitar a sus novias. En ese sentido tengo suerte, porque mi vecina y su novio son fans absolutos de los animales.
Por otro lado, no te preocupes por las puertas, acabarán por aprender a abrirlas, como hace el mío, y ya no tendrán ese estrés. Déjalas entornadas, para que puedan meter las patas y la cabeza, y moverlas. Las mías tienen llave, de la que cuelgan unos pompones de adorno. Como ve que cada vez que se abre, el pompón se mueve, uno de sus deportes favoritos es la caza del pompón. Pobrecillo, es muy bueno, pero ya ha destrozado varios pompones.

Bicos.

Ender dijo...

Rivela, esperemos que llegue pronto :DDDD y que el chichón se vaya pronto también :DDDD

María Jesús, la chichonera le vendría tan bien para tantas cosas y no sólo para la terraza liliput :DDD
Yo al mediodía no estoy en casa, pero veré si puedo encontrarla por internet ;D

Claro, grabar un video para que os riáis de nuestras peripecias, ni hablar!!!! :P
Pobre vecino tuyo, lo que se estará perdiendo :DDDDDD

Sí Haw, en unos meses pero que largo se está haciendo :S
Lo del vecino, en cuanto podamos vamos a poner un parapeto entre los muros de su terraza y la nuestra, para que no puedan saltar, de todas maneras, un gato es un riesgo con y sin parapeto, los tenemos controlados siempre que salen, por qué nunca han estado en un sitio como este y tenemos miedo de que vayan de cabeza a la calle, que son 5 pisos :S

Lo de las puertas, es que NO queremos que entren en las habitaciones, el persa vomita mucho y la cama siempre ha de estar tapada con colchas de arriba a abajo y la llenan de pelo y aunque en el otro piso lo aguantábamos en este lo podemos evitar y no van a entrar.

Cristina dijo...

Aaaah, que se trata de que no entren. Bueno, se colarán siempre que puedan jajaja, ya verás qué divertido les parece explorar donde no deben.

No te preocupes, no se caen con facilidad, tienen nosequé cosa en el oído que les impide perder el equilibrio. Y, en caso de caer, caen sobre sus patas. El mío se lanza al vacío desde la terraza. No es mucha altura, pero la primera vez, era pequeño todavía, y se quedó abajo quieto parado. Pensé, se ha muerto, bajé corriendo, y resulta que sólo estaba muuuuy asustado, por la impresión de su primera caída libre. Ahora, ese salto no es nada para él.

Tiene su cesta, y ahí se coloca todo chulo cuando entra. Creo que se desfoga lo suficiente fuera. Como te decía, es bueno, lo único que ha estropeado son los pompones. Se afila las uñas en varios árboles jajaja.

Ahora que me doy cuenta, mira que son interesantes los gatos, podría pasarme horas hablando de las monadas que hace el mío.....

Bicos.

Ender dijo...

Haw, yo he llegado a una especie de conclusión temporal tras observarlos.
Si cerramos a cal y canto se obsesionan con entrar, así que las habitaciones están cerradas, pero por la mañana, por ejemplo cuando me visto y me preparo para ir a trabajar, dejo abierto, así entran y salen. Luego si no han salido los saco, eso sí, el persa si se mete bajo la cama no sale y hay que engancharlo cómo sea y sacarlo.
Los muy mamones cuando oyen el despertador por la mañana si no he abierto en 2 minutos, empiezan a arañar la puerta, jajajajajaja.

Sí, sí, lo del equilibrio mítico del gato lo conozco, pero los míos se caen de:
-la mesa
-las sillas
-los brazos del sofá
-la cama
-el mármol de la cocina
así que mucha fe en esa teoría no tengo, la verdad :D

Los míos no son muy de arañar, les dejamos arañar una especie de alfombra baratilla que tenemos pero nada más y con eso se comportan bastante bien.

Sólo horas? :D

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