Susto

miércoles, 20 de mayo de 2009

Ayer por la tarde, de camino a casa en el metro, subió una pareja con un carrito.
Cuando las puertas se abrieron, el niño, de unos 5 años, empezó a llorar estrepitosamente, a todo pulmón.
Lloraba desconsoladamente, por más que la madre intentaba calmarlo, lloraba y lloraba mientras todo el vagón, los miraba con curiosidad.
El padre también intentó calmarlo, pero no había manera.
Finalmente, la madre, tras tratar de calmarlo de todas las maneras, le preguntó:
-¿Pero por qué lloras?
El pequeño, sacudido por el llanto, respondió entrecortadamente,
-Por qué me he asustado- y siguió llorando.
La madre, pensando que una vez localizado el problema, el niño se calmaría esperó unos segundos, pero el niño seguía llorando.
Trató de calmarlo de nuevo, pero no había manera.
Al final, sin entender qué pasaba, le dijo,
-Pero ya está, te has asustado pero no ha pasado nada, ¿por qué lloras ahora?
-Por qué me duele-fue lo que le respondió.
La madre desabrochó al niño del carrito y lo cogió en brazos; inmediatamente dejó de llorar.

Una vez calmado, me quedé pensando en lo que había dicho el niño.
¿En qué momento perdemos nosotros la capacidad de identificar con tanta claridad nuestros miedos y por qué no somos capaces de canalizarlos de una manera tan útil?
Desde pequeños nos enseñan a no llorar, que es el principio de ocultación de nuestros sentimientos, sobre todo de los que nos hacen parecer débiles.
Después de la ocultación, viene la negación.
Y así nos quedamos aislados con nuestros propios miedos, en silencio.
Con lo fácil que sería llorar a pleno pulmón para que alguien viniese, nos abrazase y nos dijese que todo va a salir bien.

11 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Parece mentira, pero es cierto: la educación nos deseduca...

mariajesusparadela dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cristina dijo...

Pobrete el niño...

Educar es muy difícil, porque, cuando los niños lloran por berrinche, o para conseguir su voluntad,...eso, a ver cómo se evita sin ser algo estrictos.

Bicos.

Julio dijo...

Son tantos los instintos que se tienen que corregir con la educación que al final terminamos siendo... personas.

diego dijo...

La educación mal entendida, niño, eso no se hace, eso no se chupa, eso no se toca, deja ya de joder con la pelota... La pena es que al final no terminemos siendo niños otra vez.

Ender dijo...

Maria Jesús y acabamos deseducándonos para educarnos.
Menudo pérdida de tiempo :O

Haw y esconder las emociones es educar o deseducar? :D

Julio, la convivencia en sociedad es complicada, pero convertirnos en personas no debería ser sinónimo de castrar ciertas cosas.

Diego, a veces la educación de un niño responde a las ganas que tienen los padres de tener un mueble y no un hijo, es cómo tener un animal y pretender que no nos estropee nada.
Un hijo tiene que ser educado, pero no asfixiado.

Juan Luis T. dijo...

Ender, no termino de entender el término que iba sujeto a un carrito. Un niño de 5 años todavía iba en una sillita de bebé?

Dos cosas, aparte de la educación y esas cosas, pienso que enseñarle a un niño que no se debe llorar es mas bien un tema de convivencia. Yo no me imagino que cuando quisiésemos conseguir algo pilláramos un berrinche con lágrimas y todo. Y si algo nos duele debemos comunicarlo lo mas preciso posible para que nos lo puedan solucionar lo mas eficientemente posible.

Segunda cosa, Ender, necesitas tener un niño ya, así sabrás medir las edades solo de un vistazo, como mucho te confundirás en unas semanas arriba o abajo.

Ender dijo...

Juan Luis, sí, a esa edad iba en un carrito de niño pequeño que no sabe andar, a mi también me sorprendió, pero creo que sé por qué.
Los padres eran extranjeros, mexicanos probablemente, debían estar de vacaciones de aquí para allá e imagino que para que el peque que ya andaba de sobras siguiese el ritmo lo llevaban en carrito.

A lo que yo me refiero más bien, no es a que imitemos a los niños en cuanto a berrinche, sino que comparativamente, cuando somos niños decimos las cosas claramente, sabemos qué nos pasa y lo decimos y después a fuerza de querer parecer adultos, perdemos esa capacidad.
No se trata de malcriar a los hijos, no habalaba de eso.

Si yo no mido bien las edades de nadie, ni de mayores ni de pequeños, soy más negada...

Cristina dijo...

Debemos aprender a reconocer las emociones, lo que nos ayudará a reaccionar ante ellas.

Sucede muy a menudo con los sentimientos de inseguridad, o de miedo, que no siempre reconocemos.

Bajo mi punto de vista, la educación emocional no es incompatible con la educación en buenas maneras. Te pongo un ejemplo: a nadie se le ocurriría decir que los buenos modales a la mesa son represivos, cuando, en verdad, imagino que debe ser más agradable desde nuestro yo animal el comer con las manos. Pues igual en el resto de cosas....

Imagínate que fuéramos las 24h del día diciendo lo que pensamos (en ese momento). La convivencia sería imposible, sobre todo en entornos no afectivos, como el trabajo o los estudios.

Son rachas: ahora está muy de moda que los hijos sean pequeños dictadores en sus casas..., por los sentimientos de culpa de los padres modernos (no le dedico el suficiente tiempo, pobrecito estamos divorciados, en el colegio no lo comprenden, etc.).

Ender dijo...

Es que yo estoy hablando de la facilidad que tienen los niños en detectar sus miedos y expresarlos, cosa que no les pasa a los mayores.

Ni hablo de la educación, ni de malcriar a los niños, ni de nada más :DDDDD

Cristina dijo...

Mmmm, es que pensamos diferente :): no creo que los niños sepan identificar sentimientos concretos, sólo que algo les agrada o no les agrada. Si les agrada están contentos, si no, lloran o están nerviosos. O lo somatizan, por ej, dejando de comer o de jugar con otros niños.
A través del aprendizaje emocional vamos identificando todos los sentimientos y sensaciones. Eso nos ayuda a enfrentarnos a ellos y a solucionar problemas.

En definitiva, no pienso que nazcamos emocionalmente aprendidos.

Bicos.

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