La maldición romana

viernes, 16 de octubre de 2009

Son famosas las maldiciones gitanas, las maldiciones egipcias, las que lanzan las brujas o hechiceras, las maldiciones ligadas al satanismo, al paganismo y algunas más.

Las que no son tan conocidas sin duda alguna, son las maldiciones romanas, ¿a que no? y por romanas hablo de las de la época de los romanos, siglos atrás, pero aunque no sean tan conocidas, os prometo que existen, es más, voy a dar fe de ello contándoos como fui víctima de una.

Ubicación: Mérida, ciudad ligada a los romanos.
Tercer día de vacaciones y tercer día de viaje, la ciudad está resultando agradable, la gente amable, el clima inigualable, la comida buena, el hostal bueno.
Pero es todo una trampa, una ilusión para engañar al incauto, para encantar a la víctima y llevarla al lugar del sacrificio mansamente, sin que se de cuenta.

Lugar de la inmolación: el Anfiteatro romano.
La víctima: está claro que soy yo, ¿no?

Son sobre las 11 de la mañana, hemos entrado hace pocos minutos, apenas hay turistas, estamos emocionados, mi medio pomelo lleva años esperando conocer el Anfiteatro y Teatro de Mérida, ha dado un tormento sin igual hasta conseguir traerme a estas tierras; sí, él es un fan de Roma, ya se sabe, nadie es perfecto y por amor, una va hasta Mérida si es necesario; lo que yo no sé, es que la maldición romana se está fraguando hace días, y justo en esos instantes, está tomando su forma final, está a punto de cernirse sobre mi de modo cruel e inesperado.

Miramos el mapa, ¿Teatro o Anfiteatro?, bueno, lo mejor para el final así que decidimos coger el camino del Anfiteatro, nos acercamos, observamos la escalera de subida que nos llevará a contemplar la gloriosa ruina romana, enfilamos la escalera y al tercer escalón, desigual con alevosía, se desencadena la tragedia, mi pie derecho se apoya pero algo falla bajo él, el suelo es irregular, el escalón muy alto, no se apoya bien y resbala, el resto del cuerpo ya ha tomado impulso para subir con el otro pie así que en apenas unos angustiosos segundos, ha de cambiar torpemente su posición para evitar lo que se avecina...y es que el suelo se acerca, se acerca, se acerca y plaf, ahí está, al fin, el colofón, el desenlace de la maldición romana que se ceba conmigo, que se venga de mis críticas y comentarios, y lo hace vilmente, diría que por detrás, pero técnicamente ha sido por delante y por delante me la doy, sí señor, ahí está, que sí, un real, magno, soberbio y majestuoso, trompazo, batacazo, ostión, encontronazo con el suelo, lechazo y mamporrazo.
¿Qué con cuantas partes del cuerpo puede parar uno una caída cómo esta?, ahora os lo digo.
Vamos a ver,con la pierna derecha, dónde empieza el pie, con la rodilla, la derecha y la izquierda, es un clásico, con las manos, las dos, que si no no tiene gracia, con el hombro, en este caso el izquierdo, y con la cintura, por el lado izquierdo.
Y con la parte más sensible; con la cámara digital que te has comprado hace unos meses, apenas un par, que te ha costado mucho más de lo que a tu medio pomelo le hubiese gustado y que casi, casi, estrenas en este viaje, hale, de pleno, sí, sí, sí, contra el suelo, catacrak, Dios como ha sonado eso, ¿será la cámara, será mi mano?

Con el mamporro finalizado, esto es, yo, de morros contra el suelo, tratando de saber si me he matado, trato de incorporarme, con algo de dignidad, los paso seguidos son (por orden de importancia):
1. Asegurarme de que nadie (aparte de mi medio pomelo) ha presenciado el batacazo.
2. Comprobar que mi ropa sigue en su sitio.
3. Comprobar que mi ropa no está rota.
4. Comprobar que mi ropa no lleva nada adherido, como arena, piedrecillas, hojas, etc, si es así y no es algo muy deshonroso, lo dejamos ahí, total, no me siento las manos, no sé cómo lo iba a quitar.
5. Tratar de que no se me salten las lágrimas, que, joder, cómo me duele todo.
6. Comprobar que no me he roto nada, pero para esto, hay que esperar, por qué como ya he dicho, no noto las manos y no sé si me he hecho algo serio o no.

En fin, que ahí está mi medio pomelo, sí, el fan de Roma, ese, con cara de terror, ayudándome a incorporarme y luego a sentarme, quitándome las hojitas de la ropa, y preguntándome si estoy bien, si estoy bien, si estoy bien, si estoy bien, mientras oleadas de dolor sacuden a lo largo y ancho de
mi anatomía y trato de no empezar a gritar cómo una posesa o llorar, o ambas cosas, mientras blasfemo y me cago en la puñetera madre que parió a los romanos y a sus ruinas y mi medio pomelo que me pregunta si estoy bien, si estoy bien, si estoy bien, si estoy bien y yo, que realmente no sé si estoy bien, por qué tengo claro que me he dado una buena ostia, pero lo que me preocupa realmente es el ángulo imposible alcanzado por mi mano izquierda al parar el golpe, y más que el ángulo, que en medio minuto he visto muchas cosas, el hecho de que no siento en absoluto nada de muñeca para abajo, o lo que es lo mismo; no puedo mover los dedos de la mano.
Una idea aterradora cruza mi mente:
-Ay, joder, ¡¡¡que me he roto los dedos!!!!

Y acto seguido pienso (en orden de aparición de los pensamientos):
1. Mierda, ya le he jodido el viaje a las puñeteras ruinas romanas al medio pomelo.
2. ¿Y cómo coño hago yo ahora las fotos?
3.Con lo que pesa la mochila y ahora encima un yeso, no si es que...
4.¿Dónde puñetas estará el hospital más cercano?

Mi medio pomelo, sigue angustiado, tratando de saber si estoy bien, trato de comunicarle sin ningún acto de violencia por en medio, que hasta que no deje de dolerme todo y yo de tener ganas de chillar, no sabré si estoy o no estoy bien, que por lo pronto, en 24 horas estaré morada por todas partes, y que no puedo mover los dedos.
Sentado a mi lado, esperamos y poco a poco, voy moviendo los dedos, sí, sí, los puedo mover, pero paso de hacerlo, cada movimiento arranca una lagrimilla de dolor.
Me lavo las heridas, les saco la arena, compruebo el lugar de los golpes, me tomo un antinflamatorio y con mucha calma, proseguimos la visita.

Al cabo de un rato, lo miro de reojo y le pregunto;
-¿Tú sabes lo que es la maldición romana?
Me mira y se descojona de la risa.

Aparte de los morados que luzco por variadas partes de mi anatomía, la mano se hinchó y dolió lo indecible durante todo el día, y dolió lo suficiente para dar mucho por saco, el resto de las vacaciones.
El golpe de la rodilla, me pilló una vena de esas que tienen como proyecto de vida convertirse en variz y os prometo que un morado en ese sitio es algo que además de doler y reducir la movilidad, impresiona mucho.

Así que ya sabéis amiguitos, si vais a una ciudad vinculada a Roma y sois de los que no se mean de la impresión cuando escucháis el nombre de tal nación, ¡cuidado!, podéis ser la próxima víctima de la maldición romana.


*La cámara está bien, por suerte, el objetivo estaba retraído, sino, fijo que me la cargo, pero le han quedado unas buenas marcas de la caída, a la pobre.

**Mi medio pomelo confiesa, que mientras entraba triunfalmente al Anfiteatro, rollo imbuido de una aureola romántica, música de trompetas y clamor de la multitud, oyó un plaf a su espalda y pensó: -Mierda, ya me han jodido el momento de gloria.

4 comentarios:

diego dijo...

Ender, te he dicho muchas veces que no bebas en ayunas, y tú, dale que te pego al chinchón! :-D Lo malo de pegarse una leche como ésa es la cara que se te queda. Menos mal que no te vio nadie :-D Espero que ya estés plenamente recuperada...

mariajesusparadela dijo...

Ender: el siguiente paso es la denuncia al ayuntamiento correspondiente por inseguridad, con exigencia de daños y perjuícios. Y con lo que le saqueis haceis un viaje al acueducto de Segovia: con un poco de suerte, te cae una piedra; nueva denuncia y viaje a la muralla de Lugo...y así sucesivamente hasta llegar a la mismísima Roma. Tu medio pomelo se lo merece...

iolanda dijo...

jajjajajaaaaaaajajajaa, ainsssss toy rota y me has alegrao el cuerpo no sabes como, siento que tu trastazo (vale el relato del tal) haya producido en mi tantas carcajadas, mis hijos alucinan viendo retorcerme y llorar de la risa, lo siento mucho pero ainsss jajajajaaaa no lo puedo evitar.
besitos,

Ender dijo...

Diego, hombre, no digas lo del chinchón que no es lo mismo ser torpe que borraxxxa :DDDDDD

Me temo que tarde o temprano haré una visita al médico, mi dedo preferido con el que expresar mis pensamientos más profundos de mi mano preferida para expresarlos, me duele todavía bastante, me habré tocado un tendoncillo o algo :S

María Jesús, no te creas, que allí tumbada con el ostión de pleno me dije, si me rompo algo igual me indemnizan, jajajajajajajaja
Para cuando me pagaran ya iría yo con andador :DDDDDD
Prefiero que me toque la lotería para seguir viajando :D

Iolanda, con lo maja que pareces y riéndote de la desgracia ajena ;P

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