El primer día de mi nueva vida

lunes, 25 de junio de 2012

Esta mañana me he levantado y he pensado que hoy empieza mi nueva vida.

No estoy haciendo nada que no hiciese antes, aunque ahora lo estamos haciendo distinto, parece que ahora es más oficial, deba ser más seguro, más definitivo.

Esta mañana he padecido mi primer ataque de ansiedad, lo he visto todo negro, me he preocupado, he creído que todo saldría mal y por supuesto, no he dejado de notar que me encuentro demasiado bien para que todo esté yendo bien.

A partir de hoy, enfrento una carrera de resistencia que tiene la primera parada el 13 de julio y luego ya se verá.
La enfrento con mis miedos, con mis experiencias, con mis temores y con todo el tiempo libre del mundo, que por descontado, debo gastar en mi casa y en reposo.
Necesito creer que todo va a salir bien, pero hasta creerlo me da miedo.

Y en realidad, en este justo momento, todo es posible, no ha pasado nada que lo mande al traste, e incluso en caso de pasar algo malo, no tendría por qué ser definitivamente el fin.
Hay momentos en que me siento completamente sola, que pienso que solo alguien que haya pasado por lo mismo puede entenderme y desgraciadamente, no conozco a nadie que haya pasado por lo mismo, aunque me sé todas las historias conocidas por el hombre, sobre los casos igual al mío de la gente que me rodea, que después de todo, no tienen nada que ver con el mío, por supuesto, por qué la gente no escucha cuando hablas, sólo quieren oírse a ellos aconsejando y sentando cátedra. En estas horas complicadas, me recuerdo que la maternidad no ha sido nunca para mi algo imprescindible y que en caso de no darse, no va a ser el fin del mundo.

Y sin embargo, ahí está el miedo agarrándome del cuello, sin dejarme respirar, ni pensar, ni gritar, el miedo que lo gobierna todo, el miedo que late en mis venas, que bombea asfixia a cada rincón de mi cuerpo, el miedo que me recuerda que yo, en realidad, no controlo nada en mi vida.
Cuando logro pensar, me digo, ¿miedo a qué?, yo soy capaz de seguir viviendo a pesar de que salga mal, yo soy capaz de seguir adelante aunque tengamos que renunciar, yo soy capaz de afrontar la derrota.
Pero afrontar la incertidumbre, el minuto a minuto, la obsesión del cuarto de baño, el control del papel en blanco, la búsqueda del malestar en mi carne, eso, eso es demoledor, es un monstruo que me engulle, es una sombra que me suplanta, es lo más difícil que me ha tocado en esta vida, tan difícil que en estos momentos me parece inasumible.

Diría que me queda el consuelo de las palabras, de poder vomitar mi miedo hacia fuera, hacia el espacio infinito, pero no es verdad, por que mi exorcismo del miedo, mi única manera de tratar de sobreponerme, es interpretada por los demás como derrotismo, como negatividad y otra vez los malditos consejos bienintencionados, las historias de todas las otras mujeres que lo lograron aunque nunca les hubiese pasado lo mismo que a mi, y cuando ven que eso no funciona, llegan las exigencias, las imposiciones, las obligaciones, los gritos, por mi bien, para que lo haga mejor, para que sea positiva, para que lo logre, para que...

Me he sentido tantas veces sola en esta vida, tantas veces incomprendida, que podría decir que ha sido lo habitual, pero nunca jamás me he sentido como me han hecho sentir en esta etapa, jamás había experimentado lo que he experimentado al pasar por este durísimo trámite, un trámite, que dicho sea de paso, no ha experimentado ninguna de las personas que con tanto ahínco trata de ayudarme de maneras que tantas veces he dicho que no sólo no me ayudan, sino que me dañan.

Nunca me había sentido tan desconectada de mi entorno, un entorno que exige, exige, exige y que blande el positivismo con un fanatismo terrorífico, donde no hay cabida para la duda, ni para el desaliento, por que eso es ser una mala madre, es influir, y en definitiva, es ser responsable de todo lo malo que te pase.
Me siento tan acorralada, que no hago más que defenderme, que justificarme, que hacerme oír a gritos por que las palabras ya no sirven.
Además hay que tener en cuenta a la familia, que sufre mucho, a los amigos, que no paran de preocuparse, a los compañeros, que se interesan tanto...y todo lo que no sea aceptación o agradecimiento por los esfuerzos que invierten en ti, es interpretado como desagradecimiento, rebeldía, soberbia y sobretodo, negatividad.

Es verdad, soy una desagradecida, por no querer escuchar más historias, más consejos, por no reaccionar bien a las exigencias, por tener miedo, por ser débil, por sentirme sola, soy una desagradecida por pensar que nadie me entiende, que me juzgan, que no saben de lo que hablan, que nadie se ha preocupado por saber qué se siente, por pedir que me escuchen, que sólo me escuchen y que todo lo que tengan que decir es: cuentas conmigo, estoy a tu lado. 
Y sobretodo, soy una desagradecida por tratar de hacer las cosas a mi manera, en vez de a la de los demás, que en el fondo y en realidad, es lo que no pueden perdonarme.

9 comentarios:

Una Más / TPN dijo...

Hola, Que bien escribes, tienes una capacidad de plasmar los sentimiento que me ha dejado sin palabras...
Y es verdad que cada caso es un mundo, pero también es bien cierto que yo me siento super identificada con mucho de lo que cuentas.

No conozco tu andar ni tu trayectoria, pero desde aquí te doy todo el apoyo que puedo dar, con todo el cariño del mundo, cuenta conmigo, y que todo salga bien.

Un besote.

Sílvia dijo...

Bienvenida al resto de tu vida :) Aquí estamos, un beso.

Juan Luis T. dijo...

Hola mujer desagradecida. Emoticono guiñando un ojo y otro con una sonrisa de oreja a oreja, ¿los emoticonos tienen orejas?, creo que no. En fin. Sonrisa al fin y al cabo.


Bienvenida al resto de tu vida. El pasado solo importa a los historiadores.

Chelo dijo...

Como dice Elionor, bienvenida al resto de tu vida!!! te seguimos, ve contándonos, a mi me gusta escucharte, siempre.

Un abrazo!

Ender dijo...

Gracias Katrina, por lo que he podido leerte estamos en situaciones parecidas aunque distintas.

Menos mal que quedan las palabras escritas para poder expresarme, es lo que me ayuda a mantenerme cuerda a pesar de todo.

Gracias por tus palabras.

Besos

Ender dijo...

Eli, muchas gracias, aquí estaré yo también, al pie del cañón, luchando, como siempre.
Petons

Juan Luis, los emoticonos no tienen orejas, en el mundo virtual sólo hacen falta dedos para escribir y ojos para leer, así que para qué ponerles orejas? :)
Gracias y besos

Ender dijo...

Gracias Chelo, espero seguir contando muchos meses, cosas muy buenas.
Besos

iolanda dijo...

Holaaaaaaaaaaaa!!!

ainss que alegría me da leerte, tu escribe escribe que aquí estamos para "escucharte" y empatizar contigo, por que sabes que? lo expresas tan bien que resulta sorprendentemente facil comprenderte.

besitos!

Ender dijo...

Gracias Iolanda, besazos.

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