Música hasta en la sopa

miércoles, 2 de diciembre de 2009

A pesar de que me encanta la música y es algo que me hace muy feliz, confieso que la música por qué sí, a cualquier hora y en cualquier parte no es de mi agrado, de hecho, me parece algo insufrible, tener que soportar determinadas músicas en determinados recintos.
El otro día me entretuve en contar los sitios en los que puedo escuchar música a la fuerza siguiendo mi rutina más o menos habitual y encontré qué:
1-El primer sitio en mi jornada habitual donde la música me asalta es en el metro, en este caso, no se trata de un hilo musical, sino el sistema de teles maravilloso que hay en la red de metros de mi ciudad, dónde ponen anuncios, minireportajes y cuñas de TMB, la mitad de esas cosas, lleva música incorporada, a veces a un volumen insoportable.
2-En el vagón del metro, si llevas pegado a alguien que lleva el mp3, o 4 o 1266, a toda castaña, tan alto lo lleva que hasta logras entender la letra de las canciones
3-En el vagón del metro, hay algún desgraciado que se pone la música del móvil, pero sin auriculares para que el resto del vagón, la pueda compartir, de buen rollito, tempranito, por la mañana, es una de esas personas generosas por naturaleza.
4-En los pasillos del metro, dónde se hallan esos individuos que se hacen llamar músicos.
Algunos lo son, pocos y otros sólo sirven para castigar oídos e instrumentos, a esos les pegaría una patada a la sillita que los sostienen a ver si con el culo en el suelo ven el mundo desde otra perspectiva y se dedican a otra cosa menos molesta.
5-En el hall y ascensor de mi empresa, nada más llegar, el hilo musical te asalta a un volumen moderado, pero siempre presente, te sigue en el ascensor, cuando sales de él, hasta llegar al interior de la oficina en la que trabajo.
6-Los móviles de los compañeros, que suenan y suenan sin ser atendidos, a toda pastilla, con la última y estridente canción de moda, cuanto más estridente, mucho mejor, no vaya a ser que el último pasillo no oiga la cancioncilla de las narices.
7-Por la tarde,de vez en cuando, aparte de todo el surtido musical del metro ya relatado antes, está la versión del músico que se mete en el vagón que no se conforma con tocar en los pasillos o que bien no tiene permiso para hacerlo y decide que el vagón es el mejor sitio dónde mostrar su talento guitarrístico, acordeonístico, vilonístico, mandolinístico, flautístico, o cualquier ístico que se nos ocurra.
Normalmente, es un castigo divino a secas, pero con el ruido del metro de fondo, más.
8-Los músicos en la calle, que son tan célebres en Barcelona, a pesar de que la normativa al respecto se ha ido endureciendo, es usual encontrar a músicos tocando en la calle, cómo en el caso del metro, unos lo hacen bien y otros hacen ruido, suelen tener equipos más potentes que los del metro, así que ser vecino es una zona con un músico que hace ruido, debe ser la repera.
9-Ay de ti sin vas a comprarte una prenda de ropa y eliges una de esas tiendas multinacionales que hay en todas las ciudades...
Entras en la tienda y sólo faltan las bolas de la discoteca, por qué tanto el tipo de música, cómo sobre todo, el volumen de la misma lo hace creer, las dependientas, se gritan entre si para entenderse y si quieres preguntarles algo, tendrás que armarte de valor y gritar bien alto para que te oigan.
10-La música de tu vecino cuando llegas a casa y decide ponerla a toda leche, por lo mismo de antes, le gusta compartir.
Hay una leyenda urbana que dice que si llamas a la policia viene y les obligan a bajarla, pero yo no puedo dar fe de ello, puesto que nunca presencié tal acto, ni conozco a nadie que lo hiciese.
Y por último, una que no es diaria, pero más habitual de lo que me gustaría:
11-Los conciertos en la calle, son esos eventos que se organizan por algún motivo, yo nunca me entero muy bien de cual, que se pagan con tus impuestos y que no te dejan dormir hasta altas horas de la noche.
En este caso, no hay ni derecho a pataleo, sólo hay que cerrar todo a cal y canto y rezar por qué terminen pronto.

Y menos mal que me gusta la música, por que sino, estaría frita...

3 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Este es el momento en que me siento feliz de vivir en la aldea para poder administrar el silencio a mi antojo.

diego dijo...

Ender, al menos esos sonidos que describes a veces son algo parecido a música. Lo malo son los demás ruidos urbanos: taladradoras, sirenas de ambulancias, motores de autobuses, coches y motos, ¡¡el afilaooooor!!, etc. Menos mal que a menudo hago curas de silencio en mi pueblo...

Ender dijo...

María Jesús, y no veas la envidia que me das :D

Lo otro últimamente lo padezco menos, pero cuando me tocó de cerca, te prometo que fue muy duro, el ruido puede llegar a volverte loco :S

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