Maquíllate, maquíllate!!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Hace muchos años, en plena crisis adolescente y acabando de descubrir que la música podía ser el salvavidas que impidiera que me hundiera irremisiblemente, conocí a una persona.
Esa persona, que conocía a otras personas como ella, me dijo:
-Ven con nosotros, nosotros te entendemos, nosotros somos como tú.
Yo, absolutamente deslumbrada por encontrar a gente como yo, me uní de cabeza y nada me importó que el primer requisito para confraternizar con ellos fuese cambiar mi vestuario, total, siempre me había gustado esa manera de vestir.

Primero fue la forma de vestir, luego eran los complementos, el maquillaje, el calzado y un largo etcétera de cosas trascendentes y fundamentales para nutrir el alma con la filosofía correcta, que por algún motivo que desconozco, siempre se centraba en cosas tan relevantes como el aspecto físico.

Luego estaban las categorías de personas, según la autenticidad de tu aspecto, eras más o menos dentro del grupo, se tenía en cuenta tu aspecto de lunes a domingo, si eras de los que ibas a currar vestido de persona normal, perdías muchos puntos.

Y al final, muy muy muy al final de la lista de logros, estaba la supuesta filosofía de vida, esa que te hacía megaespecial, que demostraba que estabas de vuelta de todo, que tú alma inmortal estaba forjada de sufrimiento y de sabiduría ancestral a partes iguales, esa tan moderna que dictaba picos en la boca a chicos y chicas, esa que decía que sufrir mucho y con clase era maravilloso.

Y al cabo de unos meses, muy pocos, te das cuenta de que has cambiado de dueño, pero que todo sigue igual.
Que son los demás los que te dicen lo que debes hacer, lo que no debes hacer, lo que debes ponerte y lo que no, la gente con la que debes ir y con la que no, la música que debes escuchar y la que no...
Pero piensas que ellos te entienden, o al menos, te entenderán mejor que los otros, que los demás, que la masa, y sigues creyendo que tienen algo especial y que si te esfuerzas lo suficiente te lo mostrarán y todas las decepciones habrán valido la pena.
Los defiendes ante los demás, y cuando te critican o cuchichean por tu forma de vestir, por lo que te gusta, te dices que es envidia por que eres tan diferente que sólo pueden envidiarte.

Y al final te das cuenta de que sí, de que eres muy diferente, tanto, que no necesitas demostrarlo, tanto que te da igual llevar una ropa que otra, tanto, que la opinión del grupo te acaba importando tan poco como la de tus padres; tanto, que te das cuenta de que en el fondo, las personas son todas iguales, que las mueven las mismas cosas, los mismos deseos, y que no tiene sentido hacer la guerra contra la normalidad, por que la normalidad no existe, por que vestirte de determinada manera, no te va a mantener a salvo de la vida, no te va a imbuir de una sabiduría superior, tu vida va a ser como la de los demás, exactamente igual.

Puedo entender que la finalidad estética de un determinado modo de vestir, pero de eso a todo lo demás...sencillamente, no me lo creo.
Estuve allí y sé que es mentira.


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Haunted ocean Part 1, Max Richter
BSO Waltz with Bashir

5 comentarios:

Ignacio dijo...

"en el fondo, las personas son todas iguales"

"No, no todos somos iguales, si lo fuésemos, no cabrían las preguntas filosóficas que nos hacemos muchas veces"

Feliz Navidad. :)

mariajesusparadela dijo...

Somos iguales en el hecho de ser diferentes. Y es estupendo.

Ender dijo...

Ignacio en este caso, a lo que me refiero es que todas las personas tienen las mismas necesidades, creo que en eso somos todos iguales por que nos motiva lo mismo.
La diferencia estriba en lo que hacemos después.

María Jesús, es estupendo, estoy de acuerdo, lo que pasa es que la normalidad está muy infravalorada y la diferencia que se vende como la panacea, cuando en realidad la diferencia que te suelen vender es la pero parte de la normalidad.

iolanda dijo...

Holaaa!!
vaya por delante mis deseos de que tengas unos días bonitos en éstas fechas navideñas.

Y ains ender ¡cómo te entiendo!

Yo tengo claro que soy muyy normal, precisamente por ser diferente en mis prioridades, necesidades, debilidades o fortaleza...

besos,

angelito dijo...

La necesidad de no sentirnos solos a veces nos lleva a cambiar de vestuario, de maquillaje....pero en realidad cada uno somos únicos e irrepetibles, simplemente tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo.

.....al menos eso es lo que repito constantemente a mis hijos je je

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