Sombras en la pared

viernes, 31 de julio de 2009

Anoche entre las brumas de la inconsciencia, metida en una extraña habitación, de paredes menguantes, de techos infinitos y empapelados góticos, de lámparas recargadas, de aire viciado, de sillones de terciopelo rojo, habitaciones iluminadas con la luz de la oscuridad más absoluta, atravesando y animando todo los objetos que le salen a su encuentro como fantasmas retorcidos, anoche, sentada justo en la mitad de ese lugar, sintiéndome justo dónde debía estar, sintiéndome justo en el hogar en el que no quiero estar, las paredes se abrieron y de entre las grietas un escuálido gato, de una negrura viva escapó de los muros para ir a reposar a mi regazo.

Su pelo, áspero, lacio, escurridizo, sucio, grueso, palpitante, se enreda en mis dedos, que lo tocan en contra de mi propia voluntad, el rechazo que siento es inmediato, ese ser repugnante que mendiga mi amor debe desaparecer; tal vez su cuello entre mis manos quebrándose como una ramita...lo agarro del pescuezo y me doy cuenta de que lleva un collar que forma parte de su piel, de un color rojo desgastado y mate, lo recorro con curiosidad y entonces el animal levanta sus ojos vacíos hacia mi, capturando mi mirada, capturando toda la habitación, capturando el tiempo, en sus pupilas sin fondo puedo reconocerme, puedo ver mi fuerza interior cautiva entre las costillas de un escuálido gato que yace en mi regazo, veo el collar de la servidumbre que lleva, puedo ver lo débil que está, lo descuidado y puedo ver cómo me pide que lo alimente, con orgullo, amor propio, confianza y sobre todo, amor.

Mis manos se mueven suavemente sobre su pelaje, a medida que lo recorren, su pelo se torna suave, resplandeciente, limpio, sus ojos van cobrando forma, su collar de resquebraja, emite débiles ronroneos que van tornándose una melodía envolvente y potente, sus músculos se palpan ya, fuertes, elásticos, su cabecita se restriega contra mis rodillas, hasta que se duerme hecho un ovillo.

No soy una sombra; no, no lo soy.

2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Pobres animales, que dependen de nosotros y no todos lo entendemos.

Ender dijo...

María Jesús, hay un dicho que dice que los animales son nuestros hermanos pequeños; no puedo estar más de acuerdo :D

Hay una disciplina que dice que los animales en los sueños es nuestro yo más vulnerable, y los elementos oscuros nuestra fuerza interior, esa que es tan potente que nos asusta a nosotros mismos y se convierte en pesadillas.

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