El niño con el pijama a rayas

jueves, 25 de junio de 2009

Las adaptaciones cinematográficas basadas en libros, siempre tienen sus más y sus menos.
A veces pasa, que ves una película, te enteras que está basada en un libro y decides leerlo.
A menudo el libro no se parece ni remotamente a la película que has visto y te preguntas para que dirán que está basado en el libro si se lo han inventado.
Otras veces, lees el libro y quieres ver la película aunque antes de ello te encomiendes a todos los santos que conoces para que no lo hayan destrozado mucho.

Este último caso es el mío.
Me había leído el libro hacía poco y me arriesgué a ver la película, aún y saber que si los libros ya son delicados de por sí en su adaptación, este, era aún menos fácil.

El libro me gustó, aunque no fue una revelación en mi vida a pesar de algunas críticas que había leído que casi casi le otorgaban un estatus parecido al de El Principito.
Es un libro aparentemente simple, aunque menos simple de lo que parece, también es un libro blanco y desde luego, es un libro desde el punto de vista de un niño de 8 años y eso es importante tenerlo en cuenta.

Hacer una película sobre el tema del exterminio nazi en los campos de concentración sin hablar de ello es complicado y la película no lo consigue.

Me llamó la atención varias cosas de la película, que no son fieles en absoluto al libro.

El padre, en el libro es un padre de la época, estricto, rotundo, inalcanzable, cuando dice que sí es que sí y cuando dice que no, es que no, y la familia obedece y sus hijos lo temen.
En la película es un padre cercano, comprensivo, dialogante, es un padre de hoy en día, no de la época que representa, no transmite en absoluto el sentimineto que tiene Bruno, el protagonista, de respeto/pavor, que es el motivo principal por el que no comenta las incursiones que hace al campo de concentración.

En el libro, Bruno y su hermana Gretel, se detestan cómo se detestan dos hermanos, haciéndose la puñeta, chivándose el uno del otro, burlándose, etc.
En la película se llevan bien, lisa y llanamente.
Además, la hermana se convierte en una nazi convencida y eso en el libro, no pasa nunca y además iría en sentido contrario de lo que se trata de explicar.

En el libro, la madre de Bruno, en ningún momento quiere mudarse a Auschwitz, que es a dónde los trasladan desde Berlín y una vez llega, soporta muy mal la situación, tanto que se vuelve alcoholica; en la pelícla se traslada feliz y contenta y sólo una vez allí empieza su declive emocional.

Pero lo más importante y significativo, es que el libro se centra en las conversaciones que ambos niños tienen, que es el núcleo de la historia, lo que hace de este libro algo tan particular y en la película, las conversaciones son anecdódicas y cuando existen están encaminadas a ilustrar otros aspectos de la película, o sea, que no son un fin en si mismo cómo en el libro.

Aparte de todo lo que se ha alterado sin conseguir nada a cambio, hay una cosa que me gustaría resaltar.
El libro, lo puede leer cualquiera, mayores y niños.
La película, gracias a las imágenes finales, unas imágenes cargadas de una crueldad, tensión y violencia emocional inauditas en una película de este corte, lo convierten en una película sólo para algunos públicos, algo que estoy segura que él libro no pretendía.
La escena final de El niño con el pijama a rayas, hay que reconocer que ha sido planificada con cuidado, incluye detalles poco vistos en otras películas del género, era cómo estar allí; sólo que no era necesario.


En ninguna parte se encuentran los diálogos que muestran el choque de mundos entre los dos personajes, dónde se queda patente la estupidez de los adultos, lo absurdo de las fronteras y del odio.
Bruno, en el libro, se transforma al entrar en contacto con el mundo de la alambrada, en la película, sólo se trata de vivir muchas aventuras con un nuevo amigo, separado del mundo real por una alambrada mortal.

No es una mala película, pero no es una buena adaptación.

4 comentarios:

diego dijo...

Ender, yo creo que para adaptar cualquier novela al cine sería necesario que el autor de la novela diera su consentimiento al guión que le presentan. A mí no me gusta ver películas basadas en novelas que he leído porque los personajes nunca se adaptan a la tipología que yo he inventado al leer la novela. Me suelo llevar una decepción. Una excepción que cofirma la regla: La adaptación por ¿Camus? de Los santos inocentes de Delibes.

Ender dijo...

Diego, normalmente se da ese consentimiento, pero aú y así sale cada churro que da miedo.

A mi si me gusta verlas, aunque suelo horrorizarme mucho, eso sí, prefiero que haya pasado un tiempo para que no me amargue el recuerdo del libro :D

mariajesusparadela dijo...

Yo tendría que partir de que no me encantó el libro, como a la mayoría. El papel de la mujer...madre alcoholica e infiel (aparte de frívola) y hermana igual de frívola. Solamente se salva la abuela. En todo lo que tu dices, estoy de acuerdo.
Yo, como Diego, nunca vi una película que se pareciese a la novela. Ni las mejores. Es normal; mi imaginación es mía y no tiene problemas de escenarios a nivel económico ni de ningún tipo...

Ender dijo...

María Jesús, cómo he dicho, yo tampoco alcancé el nirvana leyendo el libro, cómo parecía que estaba obligado hacer.

Yo sí he visto pelis bien adaptadas, incluso pelis mejor que el libro, ya os pondré ejemplos ;D

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