Los dependientes del sexto sentido+La musiquita del viernes

viernes, 12 de noviembre de 2010

Hemos cambiado el estudio de sitio, o lo que es lo mismo, lo que era la galería ahora es el mini estudio y ya tenemos allí todo lo que de ordenadores se trata.
La galería está al lado de la cocina y no tiene puerta ni la puede tener por que hemos metido el calentador de gas, así que los gatos campan a sus anchas por el estudio.

El primer balance no ha sido muy bueno, dejé cargando el mp3 en el portátil y por la mañana uno de los auriculares estaba reducido a su mínima expresión, o sea, que el gato se lo había comido.
Me pillé un cabreo de narices, por que son de esos auriculares que llevan sujeción para que no se te caigan de las orejillas, por que los cascos de botón los diseñó alguien que no me tuvo en cuenta y somos incompatibles, y me suele costar un huevo encontrar unos así que no valgan lo mismo que el mp3 completo.
Después de cabrearme me dije,
-mañana te compras otros,
por que por descontado, el casco mordido está inservible.

Pues nada, salgo del curro y me voy a una tiendecita grande al lado de mi casa donde mi medio se compró los suyos hace unos meses, a precio de oro, pero muy apañados.
Miro los que tienen y veo que los del medio no están, pero hay unos de oferta a un precio humano y razonable, así que me los pido.
El dependiente, un argentino muy saleroso me los saca del expositor, me los pasa por el lector, me comunica el precio y me dice,
-Para usar ahora, ¿VERDAD?- léase el verdad con un enfásis considerable, acompañado de una mirada intensa y una mano agarrando unas tijeras dignas de un podador de adedules.
Yo que me quedo mirando las tijeras, los auriculares, y pienso que debo de tener una cara de adicta impresionante para que el buen dependiente haya creído que no puedo soportar ni un minuto más de mi existencia sin una nota que llevarme a la oreja.
El caso es que aunque uno de los auriculares está inservible he ido y he vuelto del trabajo escuchando música, con un solo casco, eso sí, pero enchufada, vamos y justo antes de entrar en la tienda me he quitado los auriculares y he guardado el mp3, por que me parece el colmo del yonquerío ir a comprate unos casos con los cascos hechos mierda a sustituir en las orejillas.
Le he dicho que no, que no eran para usar ahora y me ha mirado como pensando si le estaba diciendo la verdad, pero la verdad VERDAD y me los ha metido en una bolsa nada convencido, por cierto, de que estuviese siendo sincera.
Que sí, hombre, que sí, que en esos momento iba loca por escuchar al menos una canción en estereo, pero que no le voy a pedir que me abra los auriculares allí mismo, que yo tengo algo de dignidad, aunque a veces no lo parezca.

Pues eso, que he salido de la tienda, con los cascos nuevos en el bolso, los viejos en el mp3 y el mp3 en el bolso, por que iba a la ferretería a comprar y está como a 2 minutos y tardo más en encenderlo y apagarlo que lo que tardo en llegar.
Entro y digo,
-Quiero la cosa esa que sirve para pegar cosas a la pared. ¿Me has entendido?- esto último para asegurarme que ha podido dilucidar mi críptica petición, que trabajando en una ferretería debe de ser fácil, pero nunca se sabe.
El chaval, que nos tiene muy vistos últimamente y con el cual hemos vivido un sinfín de momentos variados, me dice que sí y me saca el producto en cuestión.
Efectivamente, eso es lo que estoy buscando.
A su lado está la mujer del dueño que mira el producto con curiosidad y pregunta que qué es eso, el chaval se lo explica y ella se queja de la modernidad de la gente que ya no quiere hacer agujeros en la pared.
Lo cierto es que hacer un agujero en la pared de baldosas del estudio con una chincheta, no es fácil y hay que buscar alternativas, pero no se lo digo, sólo sonrío en modo clienta educada que piensa que eres mema.
El chaval le explica que de agujeros nada,
-Esto es para pegar los posters del Super pop- y lo dice así, con mucha gracia el cabroncete, mirándome con una sonrisa inculpatoria.
Yo le contestaría pero es que resulta que la pasta del demonio esta es para pegar un poster de música, precisamente, que se me ha metido entre ceja y ceja que tenemos que pegar en el estudio por que sino me moriré ipso facto y me siento un poco fan de super pop en esos momentos con la perra que me ha dado con el poster de los cojones, así que me limito a sonreir con cara de clienta que piensa que eres un niñato al que quiere estrangular.

Tenía que ir a por más cosas, pero pensé que ya estaba harta de dependientes clarividentes y me fui a casa.
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The veils, Vicious traditions


4 comentarios:

Rosa Ballerina dijo...

jajaj vaya día... veo que tus gatos tienen extrañas aficiones, y topaste con los dependientes más freak de la zona jaja.
A mi sólo me leen la mente en las tiendas de chocolates y dulces varios, que directamente deducen que es para comer ya, jaja, supongo que me delata mi cara de adicta xD.

Besos!

mariajesusparadela dijo...

Pobres dependientes: les han enseñado a empatizar con el cliente y el cliente, en vez de agradecerlo, se siente "juzgado negativamente"...

emejota dijo...

Vivan los gatos caprichosos. Un fuerte abrazo.

Ender dijo...

Bueno nee, mis gatos tienen costumbres de gatos, los muy cabroncetes.
Es muy cutre que te lean la mente en una ferretería y en una tienda de electrodomésticos, estoy perdiendo glamour XD

María Jesús, que empaticen, que empaticen,, pero la bola de cristal que la dejen en casa, leches! XD

Los gatos caprochisos son más malos emejota...XD

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