El día más intenso III

miércoles, 25 de marzo de 2009

Algeciras, casi las 8 de la mañana, era la segunda vez en mi vida que ponía los pies en esa tierra y tenía que recordar el camino que me llevaría hasta la estación de autocares, pero eso era fácil, sólo tuve que seguir a la gente, todos los pasajeros del ferry estaban de paso y la inmensa mayoría harían mi mismo trayecto hasta la estación dónde cada uno cogería su ruta.

La estación estaba cerca, a unos 5 minutos andando, las colas para sacar los billetes, impresionantes.
Mientras hacía cola el corazón me palpitaba a mil por hora, y si no hay billete, y si pierdo el avión, y si no hay billete, y si pierdo el avión, hasta que llegó mi turno, frente a la ventanilla:
-1 billete a Málaga, por favor.
La señorita me tiende el billete.
-A qué hora sale?
-A las 12.
Sentí cómo la tensión se aflojaba, no era la mejor noticia, debería haber podido coger el de las 11, aún es temprano, pero no quedaban billetes, el de las 11 me garantizaba que llegaría bien, sin nervios, que si algo fallase, aún tendría posibilidad de maniobrar.
El de las 12 me dejaba con un margen de tan sólo una hora, nada podía salir mal, si algo fallaba, me quedaba en tierra y lo sabía.
Ya no se podía hacer nada, sólo esperar, estar nerviosa no me iba a ayudar, así que busqué un lugar para sentarme y descansar un poco, me sentía agotada, el estómago me torturaba, así que me tomé la segunda madalena del día, bebí mucha agua y decidí dar una vuelta a la estación.

No quería alejarme mucho, mi orientación es mala y me pierdo con facilidad; a los 5 minutos de salir de la estación, decidí volver a entrar, la vista era deprimente, sólo coches y edificios grises, un lugar triste y masificado.

De nuevo dentro de la estación, descubrí unas cabinas telefónicas en una tienda, entré con la esperanza de poder llamar, pero apenas me quedaban monedas, el cambio de moneda me había dejado con apenas dinero para una emergencia, cómo esta, sin embargo, tenía una tarjeta para llamar.

Bueno no, estaba caducada...
Probé con las monedas, la cabina no las aceptaba, entré en la tienda y efectivamente, las cabinas no funcionaban...
Entré en el baño y me di cuenta de que allí había un enchufe, así que enchufé mi cargador y allí estuve media hora plantada, esperando a que se cargase, con una sonrisa en la cara, a más carga, más sonrisa y al cabo de media hora, al fin con un poco de batería, llamé a mi medio pomelo.
Le dije que estaba en Algeciras, que salía a las 12, él me dio ánimos, me explicó cómo fue su vuelta, que me daba tiempo pero que era justo, que todo saldría bien, que estuviese tranquila.
Ahora sólo quedaba esperar.

A las 11:45, apareció nuestro autocar, nada más llegar, casi sin dejar que los que llegaban bajaran, la gente se arremolinó junto a la puerta de la bodega para dejar las maletas, yo, aún imbuida en mi espíritu de supervivencia total, me acerqué y olvidando todos mis modales, me dije que por mis narices, yo ponía la maleta la primera y me subía al autocar aunque fuese a ostias, y sí, la maleta la puse la primera aunque las ostias para subir, no me hicieron falta.
Subí, me senté, agarré mi mochila, saqué la tercera madalena y la comí lentamente, arrancamos y empezamos de nuevo, respirar, expirar, respirar, expirar, respirar, expirar, tenía que llegar de una pieza, ahora no podía marearme, tenía que ser fuerte, aunque el autocar es lo que más me marea en este mundo, así que respirar, expirar, respirar, expirar, respirar, expirar, zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.
Que bien, cómo me dormí, cuanto descansé, me tiré las 3 horas del trayecto, durmiendo placidamente, soñando con barquitos y aviones, no me mareé, no me agobié, no pestañeé, sólo dormí.

Málaga, estaba llegando casi al final de mi trayecto, otra vez los nervios mordiéndome el estómago, de nuevo el contador descontando minutos hasta la hora fatídica, las 4,00, mi hora límite para facturar el equipaje, la hora máxima poner mi maleta en el mostrador...eran las 3 de la tarde y no tenía ni un minuto que perder.


Salí de la estación de autobuses a toda prisa, hacía 11 días que había estado allí, un trayecto hecho casi dos semanas atrás, una sola vez en la vida, en una ciudad que no conocía de nada, pero el camino estaba grabado en mi memoria, me dejé guiar por mi instinto y calle a calle fui deshaciendo el camino, hasta llegar a la boca del tren de cercanías que me llevaría al aeropuerto.

En la estación de cercanías, la cola para sacar el billete me impresionó, sólo 5 personas, pero mi tren pasaba cada 10 minutos, ni que decir que no lo debía perder, las 3,15, tengo 45 min para llegar y la cola no avanza, la taquillera la tiene montada con una guiri que trata de pagarle con un billete de 50€, discuten, que si no tiene cambio, que si la guiri no tiene nada más pequeño, que si el precio del petroleo...

Dios!!!!! que le pague ya, joder, que voy a perder el puto tren y el puto avión y me voy a cortar las venas, que quiero llegar a mi casa, que quiero dormir en mi cama, que no puedo más!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Que si es necesario le pago el billete a la guiri de las narices, pero venga ya!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
La guiri encuentra monedas para pagar, y la cola siguió avanzando, pagé mi billete y entré en la andana, eran las 3,20 y los minutos seguían corriendo.

Avancé en la andana, al fin llegó el tren , subimos, y se puso en marcha.

Las estaciones se sucedían una tras otra, paradas técnicas y yo que no dejaba de mirar la hora.

Las 3,35, bajé del tren, el aeropuerto se alzaba al otro lado de las vías, había que subir un puente, cruzar un parking, buscar la terminal, sentía calambres en el brazo que tiraba de la maleta y en las piernas, la temperatura era insoportable y el estómago no me daba tregua, subí la cuesta del puente, subí las escaleras, atravesé el puente, crucé el parking, entré en el aeropuerto, busqué las pantallas, busqué mi mostrador, las 3,45, encontré el mostrador, dejé mi maleta en la cinta, saqué mi Dni, mi billete,mis manos temblaban, había llegado a 15 minutos de que cerraran la facturación, podía no haber llegado, podía haberme quedado en tierra, podía...

Mi maleta se alejaba y busqué un lugar dónde comprar agua, pagué la botella de agua más cara de mi vida, Lanjarón, y me sienté en un banco a bebérmela tranquilamente.

Cuando la terminé, me comí la cuarta madalena, pasé el control y dí una vuelta por las tiendas, esperé y finalmente, embarqué.
Mi asiento era de ventanilla, a la ida descubrí que me daban miedo los despegues, así que traté de relajarme, con las pocas fuerzas que me quedaban e inicié el viaje, ahora sí, de vuelta a mi casa.

Llegamos 10 minutos antes de los previsto, el vuelo había sido tranquilo, o tal vez, mi agotamiento me hacía percibir el mundo cómo algo tranquilo, quién sabe.
Una vez en el bus que tenía que llevarnos a la terminal, llamé a mi chico, venía a buscarme con mi mejor amiga, le comenté que llegaba antes, pero a ellos aún les falta un poco para llegar...cuando llegase a la terminal, no habría nadie esperándome, y después de ese día, en el que había podido soportarlo todo, lo único que me parecía insuperable, era llegar a Barcelona y que nadie me estuviese esperando.

Llegamos, salimos, la gente se abrazaba, yo seguí andando, tirando de mi maleta, sintiéndome sola cómo pocas veces me había sentido en la vida, a punto de ponerme a llorar, hasta que vi a mi chico y a mi amiga a lo lejos, que se acercaban hablando, sin verme.
Me quedé en el mismo sitio dónde estaba, esperándolos.
Me vieron, la expresión de la cara les cambió, debía de tener mal aspecto y no sólo por los kilos perdidos, yo no venía bien, ellos lo sabían, los últimos días habían sido malos y no por estar enferma, había revivido situaciones que creía que jamás se repetirían, que eran pasado, y había quedado claro, que en cualquier momento, esos fantasmas podían volver a alcanzarme y eso, más que cualquier otra cosa, venía grabado en mi mirada, en mi expresión...

Solté la maleta, tiré la mochila y el bolso, abracé a mi chico, abracé a mi amiga, y por una vez dejé que los demás tomasen el control absoluto y me llevasen de vuelta a casa.

12 comentarios:

iolanda dijo...

jo ender, ¡por fin en casa!
besitos,

rivela dijo...

¡Por fin!, Jo, que angustia me has hecho pasar.

tetealca dijo...

No sé si es real o imaginario, si es imaginario te felicito por tu imaginación. Lo que si sé es que ha estado a punto de darme un infarto. ¡coño, que estrésssss!
Un abrazo.

suculentas en venta dijo...

Te digo lo mismo que todos...que he inspirado y he expirado tropecientas veces, que he leído más rápido que nunca para no perder el avión...

y que cuando vuelvas a escribir algo, tengas en consideración a las personas mayores que te leemos y pienses que en una de esas nos dará un infarto... :(

Cristina dijo...

¿Así que vendrás conmigo cuando vaya a Japón?.



:))))

Ender dijo...

Ioli, pero hace un poco ya que llegué a casa eh... :D

Rivela, prometo no hacerte pasar más angustia...hasta que un día os cuente el viaje de ida, que tuvo lo suyo :D

Tetealca, es real cómo la vida misma, lo prometo.
No sólo es uno de los recuerdos más angustiosos que tengo, sino que también lo es para la gente cercana a mi, me consta que ese día mi familia y amigos, lo pasaron muy mal y me harté de llamar para decir que estaba bien, tocada pero bien.

Daisy, lo siento por lo de tu corazón :D, pero he de reconocer que necesitaba escribir esto, el motivo por el cual es un relato tan largo, es que el otro día, cuando hablamos del tema, me di cuenta de que era un tema que aún me causaba ansiedad y decidí que escribiéndolo lo digeriría del todo, finalmente.
De ese viaje, tengo muchas cosas pendientes, hubo momentos muy duros, por lo que es ese país, por la compañía, por la enfermedad...pero aprendí un montón de cosas, que es con lo que me quedo.

Haw, seguro que el viaje a Japón está mejor organizado que el mío a Marruecos, ya te lo digo yo :DDDDD

mariajesusparadela dijo...

Y lo bueno, entre otras cosas, es que desde entonces eres capaz de vencer cualquier contratiempo...

Ana. dijo...

Ese paseo en Málaga del tren al aeropuerto es horrorosoooo, también lo conozco! jajajajajaj
Te falto decir lo de "hogar dulce hogar" ;)

Te imaginas ir a Marruecos y que te pille justo en medio el fin de semana que en España cambian la hora y ni tú ni la agencia donde compras los billetes caeis en ello? Sabes lo que es ir en el trayecto Marrakech-Madrid y decirle a la azafata... oye, meterle el turbo al avión que pierdo el siguiente vuelo? jajajajaja De infarto! Y es que además, teníamos las mismas prisas que tú por llegar a casa!

angelito dijo...

jo que stresssssssssssss

Ender dijo...

Maria Jesús, yo soy de esas personas que hasta que no se tiene que poner, no se pone. Con esto aprendí que yo puedo con lo que sea, pero cuando hay necesidad :DDDDD

Angelito, ya está ya no os estreso más :))))

Ana, en serio os pasó eso?????
Cuenta, cuenta :D

Marc dijo...

jaja endercita me alegro que todo terminara bien :-) he sentido bien la tensión que viviste... cómo la transmites eh...

he estado unos días sin leerte y me alegro de volver a sentir esa vidilla que hay en tus textos, abrazos :-)

Ender dijo...

Hola Marc, bueno, trato de trasmitir parte de lo que yo sentía en ese momento, me gusta escribir y describir y creo que no se me da mal del todo ;P

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